Ricardo Costa no entiende de ‘entrenamientos mudos’
El zaguero portugués tiró de su personalidad natural de mando en su primer entrenamiento con su nuevo equipo
El Granada CF tiene nuevo líder. O mejor dicho, por fin tiene un líder. Así lo presentaba el Presidente del club, Enrique Pina, en su presentación. Es Ricardo Costa, y de él se espera, además de que fortalezca la defensa del equipo, que mande a sus compañeros. Dar voces cuando sea necesario, enseñar o regañar cuando toque y elogiar cuando se merezca.
Con 34 años, el zaguero portugués tiene muchos tiros dados a lo largo de su carrera futbolística. En mayo cumplirá los 35, y si todo va bien, se mantendrá, como mínimo, hasta los 36 en el Granada CF. Ricardo Costa utilizó su discurso como la ocasión perfecta para dar a conocer su forma de ser, que se intuye similar fuera y dentro del campo. Claro, valiente y sin dudas. “Voy a defender al Granada hasta la muerte”, comentaba Costa.
Esa fue la frase que resumía todo lo demás. Llega con los pies en el suelo. Requiere de unas semanas de conocimiento del entorno, estudios del terreno, y análisis de sus compañeros, de saber cómo juegan, y él adaptarse a eso. Viene a sumar, es lo principal, y eso siempre ayuda a conseguir un objetivo, que en este caso es la permanencia en la élite del fútbol español, la quinta consecutiva y el preludio de una sexta.
En el entrenamiento ya pegó voces, gritaba, ordenaba, señalaba dónde colocarse a Dória o le decía cuándo debía aguantar o encimar a Foulquier. Despertó de su letargo a los defensores del Granada, demasiados inocentes y frágiles durante estas 22 jornadas de campeonato. Ricardo Costa ya manda en el Granada y lo primero es decir adiós a entrenamientos mudos y carentes de sonido, donde el único que resonaba era el insistente Sandoval, que prosigue en su empeño de sacar adelante a su Granada.
No viene a retirarse, a aprovechar la coyuntura. Llega para tener opciones de ir convocado por su selección para la Eurocopa de 2016, unas opciones irreales en una liga como la griega. Ha pasado por el Oporto, donde estuvo siete temporadas, para aterrizar en Alemania y jugar durante tres campañas en el Wolfsburgo. Tras un breve paso por el Lille francés fue fichado por el Valencia donde dio un grandísimo rendimiento llegando a convertirse en el capitán del conjunto ché en tan solo cuatro temporadas, en las que disputó 124 partidos y anotó nueve goles. Dos aventuras en ligas menores, Catar y Grecia, regresa a España para competir con todas las letras de la palabra.
Obviamente no será el defensor más rápido del mundo y no mejorará en ese aspecto a la zaga nazarí. Probablemente el defensor más veloz del equipo sea Dória, ese brasileño querido por muchos y olvidado por todos. Luchará por un puesto con Babin, Mainz, Dória y Lombán, aunque visto lo visto durante la temporada lo más probable es que sea el acompañante de éste último en el centro de la defensa.
Llega en buen estado físico, jugando las últimas jornadas en Grecia. En el entrenamiento se le ha visto muy ‘fino’. En Grecia la competitividad brilla por su ausencia, algo que no va con el portugués, ávido de tensión y enfrentamientos contra los mejores del mundo. Aterriza en el Granada, un equipo difícil de vivir y fácil de sufrir, y es así como los objetivos luego saben mucho mejor.