Ricardo Costa y el sabor del trabajo bien hecho
Desde que llegó en invierno su presencia en el centro de la zaga ha sido incuestionable, aportando sensatez en una línea hasta entonces frágil y titubeante
Ricardo Costa no seguirá la temporada que viene a las órdenes de Paco Jémez. Ayer se hizo oficial que tras un acuerdo amistoso, club y jugador han decidido finalizar la relación contractual que les unía. Por tanto, el portugués abandonará la ciudad de la Alhambra tras llegar en el último mercado de invierno y con la tranquilidad de haber sido uno de los promotores más claros de la salvación del Granada CF en la pasada temporada.
Su inclusión en el equipo en un momento crítico como fue el ecuador del campeonato resultó ser el codiciado soplo de aire fresco tan perseguido por la directiva de Pina y Cordero, que hasta entonces no lograba dar con la tecla a la hora de reclutar a un ‘mariscal’ que se apoderase de la línea de salida con contundencia y seguridad, contagiando ímpetu voluptuoso a sus compañeros de zamarra.
La solvencia sin adornos, la eficacia fundada en la salida de balón con criterio práctico y el liderazgo consumado por su experiencia han hecho que se pueda catalogar a Costa como uno de los mejores aciertos en los ya tradicionales fichajes de invierno que siempre ha estado acometiendo el club los últimos años en primera, intentando desesperadamente enmendar la trayectoria del equipo durante la primera fracción de La Liga.
LA CONFIANZA QUE CONQUISTÓ A LA GRADA
El portugués se hizo con la titularidad recién aterrizado, y siempre fue inamovible excepto por alguna sanción o molestias que le impidieron jugarlo todo. Ha disputado un total 1.251 minutos repartidos en 14 partidos, datos que se embellecen con el registro de un gol vital para los intereses de la afición rojiblanca: marcó de cabeza el tanto de la victoria aquel 30 de abril ante Las Palmas, que hacía soñar con la permanencia y tras remontar el plantel un 0-2 en contra. Son goles que, aparte de puntos, se suelen traducir en valores dentro del campo: Siempre fue palpable el ímpetu que Costa transmitía a sus compañeros, ordenando desde atrás, aconsejando a los más jóvenes y, en definitiva, portando un brazalete invisible de capitán.
Su marcha no ha gustado a los devotos granadinistas, que no acaban de entender por qué uno de los jugadores más instaurados y seguros de la pasada campaña tendrá que exponer su veteranía sobre otro césped. A priori, el motivo más lógico del cambio de aires es la predicación de un Jémez que aboga por crear una identidad, estilo y dinámica de juego fiel a la que ha venido elaborando en su etapa rayista: un juego ofensivo que precisaría de centrales abiertos, con rápida salida de balón y un manejo del esférico que se aleje del pelotazo y alcance conexiones de transición con la línea de la medular. De hecho, la renovación de la defensa está siendo prácticamente completa y ningún central con contrato vigente tiene asegura su continuidad Por su parte, Ricardo Costa de buen seguro dará ejemplo allá donde vaya, constatando que la ‘segunda juventud’ no cae del cielo si no del esfuerzo del que se atreve.