¿Sabes lo que te echas en el pelo?

Averiguando que son las siliconas, los parabenos y los sulfatos en nuestro cabellos

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Pelo encrespado
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Mi pelo ahora es del todo menos suave y sedoso. ¡Oíd ¡Si prestáis algo de atención, mi pelo habla. Hace frizzz, frizzz… chirria como una puerta mal engrasada. Pero… ¿sabéis? Estoy contenta e impaciente también os explico con todo detalle el porqué.

De esto no hace mucho. De pronto, ocurrió que comencé a escuchar un montón de opiniones dispares, confusas y negativas, sobre los productos de higiene y cuidado capilar que hay disponibles en el mercado. Cientos de marcas, variantes, promesas y botecitos de colores que perdían credibilidad ante mí, a pasos agigantados. Prácticamente no se salvaba ninguno. El problema del que se hablaba sin cesar, era que casi todos contenían algo; un componente, dos, tres o más, que, si no resultaban nocivos o dañinos, desde luego no eran unos componentes recomendables para nuestro pelo. Me propuse, cual sabueso intrépido, averiguar cuáles eran esos productos que contenían geles, champús, mascarillas y acondicionadores, y, que tanto revuelo estaban armando. Hallé tres importantes.

SILICONAS, PARABENOS Y SULFATOS

(También encontré para mi desgracia, otros ingredientes que no me gustaron un pelo. Os los mencionaré aunque nos vamos a dedicar en esta ocasión a comentar los que conciernen al cuidado del cabello). El producto capilar que no los contuviese sería el ganador.

Aquí es donde comenzaron mis quebraderos de cabeza. Resultó que la tarea de averiguar qué era cada cosa, fue algo farragoso, pues había definiciones y opiniones para todos los gustos y colores. Además, los productos que las gurús de moda y belleza aconsejaban como buenos, pertenecían en casi todos los casos, a marcas desconocidas, de difícil adquisición, y bastante caras. Y, por último, pero no menos latoso, me costó y me cuesta, encontrar un producto que carezca de esos tres componentes al mismo tiempo. Algunos, como mucho, eliminan dos de ellos, pero casi siempre contienen uno que suelen ser los sulfatos.

Creo firmemente por tanto, que, después de mi ardua investigación, y de mi cátedra en productos capilares, sería de muy mal gusto y de un egoísmo atroz, no compartir mi basta sapiencia con todos ustedes. Así que haciendo gala de una generosidad desconocida hasta el momento, me dispongo a ilustrarles sobre el origen de estos productos malignos, descifrarles que son en realidad, donde se encuentran y, ayudarles y orientarles a que, si deciden optar por recorrer el largo y tortuoso camino de encontrar productos capilares que no contengan ni siliconas, ni parabenos, ni sulfatos, puedan detectarlos con relativa facilidad.

Atentos, y atentas, que comenzamos.