Salir solo por Graná en pleno julio

Blus - Alma Studio
El Blus, clásico entre los clásicos bares de buena música en Granada | Foto: Alma Studio
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La mayoría de tus colegas se han ido de Granada porque aquí no encuentran curro. Los que sí que tienen trabajo, se han ido de vacaciones o tienen pareja, críos, excusas y ningunas ganas de salir contigo. Nadie te quiere porque, maldita sea, ¿quién te va a querer a ti? Quizás has escrito una novela y ahora tus amigos, los que todavía te hablan, se dividen en aquellos que no quieren salir contigo por temor a que cuentes las movidas que os pasan y aquellos que no quieren salir contigo por temor a las movidas que atraes . Por lo que sea, estás en una época en la que sales solo o no sales. No pasa nada. Disfruta tu momento. Échate a la calle.

Si te quieres quedar en tu puta casa, adelante, pero si quieres salir no te quedes con las ganas que así empezó Syd Barrett. El resto de Pink Floyd, por movidas, dejaron de salir con él y al chaval se le fue de las manos lo de quedarse solo. Cada fin de semana, millones de tímidos y tímidas de todo el mundo se quedan en su casa por pura vergüenza y mira, si vives en Kristiansand (Noruega) todavía, pero en ¿Granada? Venga te cuento la última rutilla que me hice solico y te invito a que la hagas. Ya verás, todo va a ir bien. Además estamos en julio, vas a estar a tus anchas.

Lo suyo antes de ponerte como Las Grecas es comer algo. Apostar por un clásico siempre es ir sobre seguro. ¿Bocadillos en el Bar Aliatar o hamburguesa del San Remo? Pues una de las ventajas de salir solo es que no tienes que elegir, no hay que sacrificarse por el grupo. Puedes ir a los dos, total, ¿quién te va a juzgar porque comas por doce?

San Remo

Cervecita fresquita con patatas bravas de tapa y te pides una hamburguesa que te va a quitar todas las tonterías que puedas tener en la cabeza. Es pegarle un bocado a la clásica hamburguesa del San Remo y transportarte a tiempos mejores. Se critica mucho la nostalgia pero cuando sabe así, buah, a mí dame dos. ¿Ha sido una semana de mierda? Pídete también la ensaladilla rusa que es gloria bendita y se te pasará. El San Remo, joder, que no nos falte nunca. Servidor siempre dice tener buenísima memoria, casi es un castigo, pero lo de Armando ya es espectacular.

En el San Remo había un nutrido grupo de turistas. Un par de ellas se acercaron a preguntarme por sitios para comer pescado. Supongo que lo hicieron motivadas porque da gusto verme comer y porque una buena cara de pan es más fiable que el TripAdvisor. Tras descartar que se tratase de una despedida de soltera, en cuyo caso las hubiera mandado al puto carajo, les recomendé los Diamantes de la calle Navas o el Cunini que está fetén y no hay mucho moderno. Una también me pidió que le hablase de lo más típicamente granaíno que se me cruzase por la mente y ya que me iba a ir yendo al Aliatar, le sugerí que se vinieran a echarse un bocadillo de habas. El grupo de turistas se dividió y tres de ellas se vinieron conmigo. Me iban a fastidiar el plan de salir solo, pero descubrirles a unas argentinas la delicia de el bocadillo de habas con jamón o el de alcachofas con anchoas tampoco pasa a menudo.

Bar Aliatar

Buah, el Aliatar del centro. La primera vez que lo visité me llevó mi bisabuela. Si esto no es fidelización del cliente yo qué sé ya. El Aliatar lleva desde 1947 despachando bocadillos y eso es un espectáculo. Un imprescindible de la gastronomía granadina. Una bendición. Te pides un quinto de cerveza y tu medio perrito y a funcionar. Luego te pides otro quintillo y uno de habas con jamón y a gozar fuerte.

A las argentinas les moló el San Francisco y destacaron la mayonesa casera. Me interrogaron sobre Los Planetas, el grupo, no sobre terraplanismo ni nada de eso. A mí la verdad es que no me interesan mucho, pero antes de sacar la malafollá inherente que habita en mí, recordé cuando vivía en Seattle y hacía exactamente lo mismo con los autóctonos de allí y lo simpáticos que siempre eran conmigo. Les seguí el rollo y les recomendé que más tarde se pasaran por el Rainbow que allí podrían escuchar música de ese palo. Luego me toca la moral cuando me llaman jebi, si es que…

La Sitarilla

Rematar la cena en La Sitarilla con lo que ya llevaba encima es de vicioso, lo reconozco. Pero yo me convenzo diciéndome que así me quito del shawarma de después. En La Sitarilla están las mejores croquetas de Graná. Ahí es ná. Las albóndigas también están salvajemente buenas, brutalmente ricas, pero lo de las croquetas es una auténtica exageración. Con sus pimientitos fritos, qué maravilla por Dios y por la virgen. De esa fantasía de sabor surgió el nombre de esta columna, Media de croquetas. Ufff, es volver a pensar en ellas y se me dibuja una sonrisa en la cara.

A estas alturas ya sólo me aguantaba el saque una de las turistas. Le apasionaron las croquetas, le encantaron las albóndigas y la carne en salsa, pero justo cuando salimos con dirección al Blus me vomitó encima de las flamantes zapatillas que servidor estaba estrenando lo que yo diría que eran dos días de excesos gastronómicos, alcohol desenfrenado y demasiado sol. ¿En serio, Miguel? ¿Vómitos cuando estás recomendando bares y hablando de comida? Ojo cuidado, que la acerqué a un centro de salud y, efectivamente, eran los efectos de una insolación. Después la llevé al apartamento donde se quedaba, la acompañé a la puerta y cuando la abrió se escapó un gato. Me advirtió que era el gato del dueño del piso y que por favor lo cogiese que si se perdía se la iban a liar parda. Entonces fue cuando una noche de salir solo por Graná en julio se convierte en un prueba del Grand Prix del verano y un , ya no tan joven, notas corre escaleras hacia arriba, escaleras hacia abajo con sus zapatillas llenas de pota ajena intentando coger un gato que no conoce de nada. Por suerte todo salió bien y no sufrí una crisis cardiaca ni nada. Después ya sí, después fui al Blus a hidratarme como está mandao’.

El Blus

El Rock & Roll. Maldita sea, la mismitica esencia del Rock hecha garito. De todos los bares de Graná que me tocan el corazón, las entrañas y hasta el alma, el Blus, el único. El calificativo mítico se le queda corto. Jarras heladas de cerveza, la mejor música, estupendo ambiente y el Perico detrás de la barra. Un billar de tanto en cuanto y todo fetén. No se puede estar más a gusto que en el Blus. Fíjense si se está bien aquí que en mis años universitarios, aquellos que pasé en Granada, eché más horas en el Blus que en la facultad y oye, ni tan mal… El Blus, el sitio donde jamás te encontrarás a ese match de Tinder al que saludaste y nunca te contestó.

Aquí ya estaba solo de nuevo, pero tuve noticias de las turistas fans de Los Planetas a las que mandé al Rainbow por las risas. Bueno, noticias tampoco, vamos que me dejaron de seguir en Instagram. Igual no les hizo gracia la bromita, pero peor lo estaba pasando su otra amiga.

Ruido Rosa

Un clásico. Un valor seguro. Uno de esos lugares que son diferentes, únicos y en los que te sientes como en casa. La música una verdadera pasada, 100% buena mierda pinche quien pinche. Predilección por la psicodelia de enjundia en un ambiente inmejorable. ¿Cómo no te voy a querer si hasta hay colgado en él un póster de los Black Angels?

Cuando cierra el Ruido ya está bien. Uno ya va teniendo una edad y las resacas duran un poquito más, así que no vamos a alargarlas de más. Bueno, un shawarma para el camino y andando.