Se abre la temporada electoral
Se abre la temporada: 2 de diciembre, la moda electoral que durante seis meses mínimo atravesará nuestras vidas, primero en Andalucía, después hasta mayo, con la cita municipal y europea. Por medio, con probabilidad todavía incierta, el posible adelanto de las generales, si la minoría parlamentaria del actual Gobierno central termina por imponer el peso de la realidad a la ensoñación de las voluntades.
Por lo pronto, Susana Díaz disipó este lunes las pocas dudas que todavía se cernían sobre el electorado andaluz y fijó la fecha apurando plazos. No se votará en vísperas de Navidad porque eso conllevaría una campaña electoral con una semana de puentes -el de la Constitución, el de la Inmaculada- que distraería esfuerzos, presencias y tendencias.
¿Qué nos deparará esta cita? De entrada, podría decirse que el resultado es el más incierto de los últimos años. Y también, que la suma PP-Ciudadanos podría ser suficiente para poner fin al prolongado 'reinado' socialista en Andalucía. Puede que los sondeos auguren una victoria del PSOE aun con una cierta caída de votos, pero no es tan seguro que alcance el número de escaños necesario para conservar el poder. ¿Se pondrían de acuerdo populares y ciudadanos en tal caso? Algo me dice que sí. En un escenario en el que el elemento 'cambio' es un valor en sí, sus respectivos electorados -que coinciden en lo esencial- no lo olvidemos- empujarán para desalojar al socialismo de San Telmo. Asistiríamos así a una de esas paradojas que los políticos protagonizan sin despeinarse: coalición de perdedores, que tanto suele pregonar el PP tan pronto como dos partidos alcanzan un acuerdo de coalición al que no harían ascos -como no los han hecho en ocasiones precedentes- cuando salgan beneficiados.
Es una forma de hacer quiniela política porque a fin de cuentas está por ver la intensidad de los apoyos, el grado de caída que experimente el PSOE y quién resulta vencedor en la pugna PP-Ciudadanos. Y por lo que respecta a la fusión IU-Podemos, tengo para mí que en política a veces dos y dos no suman cuatro y tal vez asistamos a uno de esos ejemplos y esta coalición aditiva termine sumando menos. El 2 de diciembre lo sabremos, pero en cualquier caso para la resultante final que decida el inquilino o la inquilina de San Telmo, esa incógnita de la fusión IU-Podemos puede que sea s irrelevante, pues en caso de crecer siempre sería a costa del voto socialista, con lo cual estaría restando apoyos a Susana Díaz y reforzando las posibilidades de las dos formaciones de derechas, que en los últimos tiempos están compitiendo por el mismo espacio político, el que de siempre ocupó el PP y al que Ciudadanos ambiciona en detrimento del más moderado de centro. De ahí, ese desnganche de los 'naranjas' en el apoyo parlamentario que vinieron prestando a Susana Díaz estos tres años atrás y del que en las últimas semanas han marcado distancia como un guiño a los tiempos de urnas que se acercan.
Unas elecciones solo andaluzas para que los partidos puedan decir que así se favorece un debate netamente andaluz, a pesar de que saben que su resultado interesa sobre todo como ensayo general, a modo de primera vuelta, de lo que podrían representar en la cita electoral de unas generales también probables. En esa clave, y no en otra, se abrirán los telediarios y se leerá el escrutinio cuando dos horas y pico después de cerradas las urnas se conozca el vencedor y la consecuencia de un posible acuerdo poselectoral.
Al cabo, casi cuatro años después de aquel insensato adelanto electoral que acometió Susana Díaz en su estrategia de escalada a la secretaría general del PSOE, asistimos a otro adelanto, ahora más lógico, en el que las urnas no coincidirán con las de Pedro Sánchez. No sabremos ese 2 de diciembre pero quizá sí en abril o mayo, quien de los dos obtiene mejor resultado entre el electorado socialista en Andalucía.