Sevilla nos roba

Qué fácil era. Qué plácida era la vida política para el PP en la ciudad de Granada. Daba igual la falta de ambición del PP por la ciudad, sólo interesado en el ejercicio del poder, en controlar las estructuras del poder, en repartir dicho poder entre los suyos. Porque hablemos claro, el poder puede utilizarse para transformar la sociedad, para beneficiar al colectivo o para mantener a las élites y que ejerzan su influencia con el fin de aumentar su poderío.

Suele pensarse que la derecha no tiene proyecto. No es cierto. En síntesis es un proyecto de dominación. Dominación en lo económico y dominación, por tanto, en lo simbólico, en lo cultural en suma. Sí, la hegemonía cultural es su proyecto. Así nos lo enseñó Gramsci. Claro que estos proyectos de hegemonía adoptan su propio traje, sus propios atrezos en lo local. Y el PP, en Granada, construyó este proyecto con indudable éxito electoral durante más de una década. Daba igual que los que crecimos en los barrios no pudiésemos desarrollar nuestra vida adulta en la ciudad y nos viésemos obligados a abandonarla. En el área metropolitana encontramos viviendas más asequibles a pesar de hipotecarnos hasta los ojos, pero nos enfrentábamos, por ejemplo, al problema de la movilidad (hoy causa de la contaminación que padecemos). De hecho, estos expulsados, éramos catetos a los que se nos acusaba de generar problemas a esta ciudad mítica y eterna. Tenemos mala memoria, pero esto es lo que nos decía el PP a los otrora hijos de la ciudad: catetos.

Así que el PP puso, no piedras, sino rocas en el camino. Como la del metro: exigencias de soterramiento, modificados de trayecto millonarios y, finalmente, procesos administrativos para retrasar su puesta en funcionamiento. Y todo, sencillamente, para alimentar una identidad de Granada cual aldea gala que, pese al robo (el abandono) de Sevilla y de los socialistas, resistía. ¿Que no me haces un modificado de 40 millones de euros?, ¿que no me das 3 euros de las entradas de la Alhambra?, ¿que no quieres poner un teleférico?, ¿que no quieres la Ronda Este?, ¿que no quieres ampliar la estación de esquí?, pues es porque no quieres a Granada. Peor, es porque Sevilla nos roba.

La verdad es que todo este discurso se viene abajo cuando los casos de corrupción estallan en la cara de sus dirigentes y se produce el cambio de gobierno en el Ayuntamiento. Es entonces cuando el nuevo gobierno, el de Paco Cuenca, empieza a trabajar desde la exigencia pero para llegar a acuerdos con cualquier institución pública: con el Gobierno de España para el AVE o para el desarrollo del Plan Director de Murallas del Albaicín, por poner un par de ejemplos. Con el Gobierno de la Junta de Andalucía para Santa Adela, el metro o el eje Arabial-Palencia. Con la Universidad para el apoyo de la ciudad del conocimiento. Con la Diputación para los vuelos internacionales. Con todos ellos para el acelerador de partículas o el Centro Lorca. Todo, en suma, para engrandecer a Granada.

Mientras se produce el cambio de gobierno en la Junta. Por fin iban a desalojar a los malvados socialistas del poder. Pero el PP está probando su propia medicina. Ahora hay que apoyar la siguiente fase de Santa Adela, ahora hay que financiar el Centro Lorca, ahora hay que apoyar a la OCG. Y en este caso concreto, el de la OCG, viene una dirigente de Sevilla del gobierno de las derechas y dice que nos vamos a comer una maritoñi si queremos, pero que de dinero nasti de plasti. Y es entonces cuando uno comprende el daño de 13 años de gestión municipal del PP basada en el frentismo cuyo único fin no era otro que el mantenimiento del poder por el poder.