Síntomas de la gripe
Una persona adulta presenta un cuadro clínico caracterizado por los siguientes síntomas: tos, fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta y mucosidades nasales
La gripe es una infección vírica que afecta el sistema respiratorio y se contagia fácilmente. Generalmente ocurre una epidemia estacional invernal cada año, y constituye una pandemia en el mundo cada 20 o 30 años, acompañada de un alto índice de morbilidad y mortalidad.
Durante los dos últimos siglos se han registrado seis pandemias, en 1900, 1918 (gripe española), 1957 (gripe asiática), 1968 (gripe de Hong Kong), 1977 (gripe rusa) y 2009 (gripe A), siendo la pandemia de la década de 1918 la que causó más muertes en todo el mundo, con cerca de 30 millones de víctimas.
Existen tres tipos de virus que producen la gripe (A, B y C) pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae. Los virus A y B pertenecen al género Influenzavirus y el C al género Influenza C. Los virus B y C afectan principalmente al hombre. El virus A se ha aislado en poblaciones de patos, seres humanos, cerdos, caballos y mamíferos marinos, siendo el más agresivo de los tres géneros y el responsable de las pandemias.
Existen tres mecanismos de transmisión del virus de la gripe:
Por contacto directo con un enfermo o material contaminado.
Mediante gotas respiratorias liberadas al toser o estornudar.
O, menos frecuentemente, por vía aérea.
SÍNTOMAS DE LA GRIPE
Una persona adulta presenta un cuadro clínico caracterizado por los siguientes síntomas: tos, fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta y mucosidades nasales. En algunos casos se puede presentar dolor abdominal, diarrea, dolor muscular, náuseas y vómitos. Dependiendo de la edad del paciente, predominan unos u otros síntomas de la gripe.
La enfermedad suele evolucionar sin problemas hacia la curación, produciéndose la recuperación total entre tres y siete días después del inicio de la misma; en algunos casos la tos y el malestar general se pueden prolongar durante una o dos semanas más.
En general, la enfermedad no requiere asistencia médica, sin embargo, si se presenta alguno de los siguientes síntomas es indispensable realizar una consulta médica: fiebre elevada persistente, dificultad para respirar, dolor en el pecho, piel de color azulado, mareos, confusión, hipotensión arterial.
La gripe puede complicarse produciendo neumonía viral primaria o neumonía por sobreinfección bacteriana. La neumonía viral primaria es poco frecuente en la gripe estacional, aunque es la más común en la pandémica. Surge rápidamente entre los tres y cinco días del inicio de la enfermedad, generalmente en pacientes con enfermedades pulmonares obstructivas, cardiopatías, obesidad mórbida, o en mujeres embarazadas. La neumonía secundaria bacteriana se produce cuando los síntomas de la gripe empiezan a mejorar, presentándose en personas mayores durante la gripe estacional, especialmente en aquellas con enfermedades crónicas. Su causa es la infección por bacterias como neumococo, estafilococo u otras.
TRATAMIENTO DE LA GRIPE
Existen medicamentos para el tratamiento de la gripe utilizados para aliviar los síntomas como los analgésicos habituales. Se recomienda beber líquidos en abundancia y extremar las medidas de higiene como: lavarse las manos frecuentemente, taparse la boca con un pañuelo al toser o estornudar, no asistir al centro educativo o al lugar de trabajo con síntomas de gripe.
También se dispone de tratamientos para la gripe antivirales como oseltamivir y zanamivir, utilizados en aquellos pacientes con factores de riesgo. Estos medicamentos reducen la capacidad de multiplicación del virus, aliviando los síntomas.
Al no existir posibilidades directas de actuación sobre el virus o los mecanismos de transmisión, la medida de profilaxis de la gripe es la vacunación. Actualmente se dispone de vacunas inactivadas utilizadas habitualmente en todo el mundo y vacunas atenuadas que todavía están en fase experimental. Las vacunas inactivadas que circulan en la actualidad corresponden a tres tipos antigénicos principales de virus de la gripe: los A(H1N1), A(H3N2) y B.
Se recomienda administrar la vacuna a los grupos de alto riesgo o a aquellas personas en las que puedan surgir complicaciones: personas mayores de 65 años o menores de cinco años, pacientes inmunodeprimidos, con enfermedades respiratorias o cardíacas previas.