Sociedad post Covid

FOTOS NUEVA NORAMILIDAD GRANADA Y CIUDADANIA (2)
Ciudadanos caminando por Granada tras el confinamiento | Foto: Javier Gea
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Si intentamos buscar reflexiones al respecto de qué va a ocurrir (o qué está ocurriendo ya) en la Sociedad Postcovid, frente a “lo que había” en la pre, que esto sí es conocido, nos encontramos con algunos pensadores cualificados, otros no tanto, que repiten cosas que, es de entender, deben de ser ciertas, aunque solo sea porque las incluyen todos los artículos y opiniones.

Así, nos encontramos con conceptos poco usados hasta ahora como “Alargolescencia Programada”, “Claustrofobia Social” o “Hipocondría Social”. También vemos repetidas manifestaciones de lo responsable y solidaria que está siendo la sociedad por sus reacciones voluntarias de “ayuda a las personas y familias más desfavorecidas” por parte incluso de vecindades sin organizar inicialmente, que reaccionan de forma casi “involuntaria” como quien lo haría ante un impacto eléctrico.

Todo esto está muy bien, pero bajemos al plano de “los pies en el suelo”, donde todo se entiende mejor, donde –además- nos vemos reflejados o, al menos, confirmamos lo que vemos día a día.

Es cierto que las personas nos estamos acostumbrando a mantener más higiene personal, o por mejor decir, más veces higiene personal. Nos lo repitieron y repiten y parece que nos ha entrado un poco. Es bueno, qué duda cabe, pero lo que debemos de intentar dilucidar es “el porqué lo hacemos”. ¿Es un nuevo hábito a favor del “bien común” o por el contrario es un acto absolutamente egoísta? Esta es la pregunta que va a repetirse en cada una de las acciones novedosas de las personas en el tiempo Postcovid. De hecho, es la pregunta que podría hacerse desde el principio de los tiempos “humanos”.

Parece que lo cultural es influyente en gran medida, quizá en la mayor:
“No es de extrañar, por ejemplo, que ahora se reflexione y se discuta mucho sobre las razones por las que los países de Asia oriental han logrado controlar la propagación de la pandemia mucho más rápidamente que las sociedades occidentales. Hay muchos análisis sobre los valores culturales de esas sociedades de Asia oriental, en particular la primacía de lo colectivo, o el bien colectivo - sobre lo individual. En otras palabras, los individuos siempre tienen que poner a la comunidad por delante de sus propios intereses.
Entrevista con Fethi Mansouri - ¿Adelantando un nuevo contrato social en la era post-Covid-19? 30/04/2020
El Profesor Fethi Mansouri, Doctor en Filosofía, titular de la Cátedra UNESCO de Diversidad Cultural y Justicia Social de la Universidad Deakin, Melbourne (Australia) y Coordinador de UNITWIN, Diálogo Interreligioso y Entendimiento Intercultural (IDIU) comparte sus opiniones sobre el impacto de la COVID-19 en el diálogo intercultural. https://es.unesco.org/news/entrevista-fethi-mansouri-adelantando-nuevo-contrato-social-era-post-covid-19

El hecho es que de una u otra forma estos pensadores, a quienes respeto en profundidad, dan una de cal y otra de arena:
“Están surgiendo nuevas formas de solidaridad y diálogo en un momento en que el distanciamiento social parece ser el único método eficaz de bloqueo de la pandemia. Al mismo tiempo, las enormes disparidades económicas y el acceso a la atención de salud se están llevando al límite, con consecuencias inevitables en el aumento del racismo y las discriminaciones...” Entrevista con Fethi Mansouri - ¿Adelantando un nuevo contrato social en la era post-Covid-19?

“Podemos percibir y vivir el confinamiento como un mal sueño del que salir o podemos hacerlo cómo una oportunidad de reflexionar sobre nuestras costumbres. Podemos vivirlo desde la resistencia o desde la resiliencia”, apunta la socióloga Alicia Aradilla, quien plantea un decálogo con consejos para enfrentarnos a la sociedad que viene tras el confinamiento, en el artículo de Pilar Hernan, Todos ellos recomendaciones que si o si serían buenas en cualquier circunstancia.
https://www.hola.com/estar-bien/20200429166844/coronavirus-como-sera-sociedad-post-covid/

También quisiera destacar alguna aportación de la redacción de coronavirusgripe.com: https://www.coronavirusgripe.com/articulo/coronavirus/consecuencias-coronavirus-sociedad/20200417131027002998.html
en la que, de forma muy escueta señala dos cuestiones que –después de la salud-que es lo primero- tienen a mi entender la mayor de las importancias, por supuesto por encima de la importancia económica –evidentemente también enorme-.
Me refiero a las consecuencias sociales, donde nos dicen que: “….el mayor temor es que esta crisis nos conduzca a un aislamiento mucho mayor”, y a las consecuencias políticas, donde nos advierten de: “….no generar una división que provoque guerras políticas entre ciudadanos.”

Yo creo que ambas cosas (y algunas mas) están entretejidas. Que el progresivo aislamiento, iniciado hace casi cuatro meses con argumentos aplastantes: la salud (no sé si la pública o la personal/familiar, joder!!, también éstas están entrelazadas), que nos hicieron soportar, al menos inicialmente, situaciones de “stress explosivo” ¡con lo que con ello se aprende!, que nos enseño también a saber esperar: ¡que ya llegará el momento! y que, una vez llegado, nos posicionamos “porque me da la gana, donde me da la gana”. (Fethi Mansouri:….vemos que en las sociedades occidentales seguimos estando muy apegados a la noción de los derechos individuales, a la noción de las libertades y de los derechos y a la noción de que "puedo hacer lo que quiero hacer", y por lo tanto es obviamente muy difícil sostener un mensaje que vaya en contra de este tipo de norma social. Y de nuevo aquí es donde la investigación en humanidades y ciencias sociales tiene un gran papel que desempeñar.)

En este extremo, extremísimo, empezó la guerra.

Alentados por liderazgos con la misma convicción, comienzan a parecen banderas de España o imágenes de vírgenes y cristos por los balcones y lo hacen, “porque les da la gana”, y qué pasa?. No importa si es o no una provocación para otros vecinos, de hecho podría ser hasta premeditada la provocación.

Señoras y señores, está empezando la guerra.

Es verdad que hay otro numeroso grupo que, cómo no, ha reaccionado y lo sigue haciendo con altruismo, empatía, solidaridad,..valores humanitarios (no sé si humanos) que, teóricamente están en la cabeza de todas las personas pero que, no todas los tienen muy interiorizados. Aquellos existían en el tiempo precovid. ONG’s humanitarias, ecologistas, personas voluntarias individuales,…pero sus misiones no eran percibidas tan importantes por cuanto afectaban a personas marginadas, excluidas o a punto de la exclusión y éstas representan un “permanente social” no demasiado elevado habitualmente. Misiones hoy dia –postcovid- más criticadas aún por quienes persiguen hacer lo que quieran porque les da la gana.

Por último, están quienes siendo los mayoritarios numéricamente hablando, “no conocen”, “no son ni de aquí ni de allá”. Son quienes si no pierden nada, les parece bien la ayuda global; quienes callan habitualmente porque “así no se sabe”.
Este gran grupo es principalmente quienes tienen que manifestarse, quienes pueden hacer inclinar la balanza a un lado u otro, quienes –tras sondeos persuasivos- no saben o mejor, no contestan.

La sociedad (las personas que la componen) son, y esto es una obviedad, quienes pueden evitar que la guerra estalle definitivamente, que se extremen las diferencias de pensamiento y que los odios hagan de las suyas.

La tranquilidad social, en una democracia que se precie, debe de ser dirigida por la opinión y manifestación de ésta, sin miedo. El miedo aletarga o predispone a la batalla, ambos extremos. Siempre extremos, sin mayor aportación racional.

Estamos obligados a conseguir un mecanismo de expresión social ágil para no aburrir y poder ser utilizado tantas veces como se necesite, científico para poder estudiar sus resultados y, sobre todo, donde las personas puedan sentirse seguras –también informáticamente-, mientras son conscientes de que su opinión vale tanto como la de cualquiera, aunque no sea con las intensidades ni furias que otras. Debe de ser además absolutamente transparente.

Confío en las personas, se que en la inmensa mayoría destacan los valores humanos por encima de los egoísmos y los odios, pero muchas callan. Amplificar los sentimientos de esas mayorías permitirá que se oigan menos las voces minoritarias extremas, que son quienes hoy están siendo protagonistas.

Es un deber y Se puede.

Fidel Rodríguez