El sol y el calor se abren paso en un Viernes Santo mágico
El Realejo retoma su día grande con mucha expectación en el Campo del Príncipe y en resto de las procesiones de Granada
Y el cielo terminó de abrirse en Granada con la llegada del Viernes Santo. En el sexto día de procesiones, dejó de haber incertidumbre sobre las cabezas de los granadinos, que pudieron disfrutar sin temor alguno de los pasos de seis hermandades por las calles de la ciudad, el día en el que más cofradías comparten el sentir de la semana grande y con dominio del barrio del Realejo.
Fue allí, precisamente, donde se dio el inicio a la jornada cuando el sol estaba en su cénit. El Campo del Príncipe volvió a vestirse de gala, solo una semana después de haber realizado el besapié al Cristo tallado en piedra, pero esta vez para recibir a la Soledad de Santo Domingo. Poco antes de las 14.00 horas, abandonaba su templo para rendir tributo al Cristo de los Favores, que culminó con el rezo de la hora nona.
Más de un millar de granadinos no se quisieron perder este momento de solemnidad en el día de Vigilia, para luego ir recorriendo Granada buscando el mejor punto en el que avistar el resto de los pasos. La primera iglesia, de las procesiones que tienen un recorrido tradicional, que abrió sus puertas fue San Juan de Letrán, con unos Ferroviarios que en esta ocasión no pudieron contar con la presencia de la Legión.
Conforme estos tomaban el camino intermedio de la Avenida de la Constitución, el Cristo de la Expiración y María Santísima del Mayor Dolor salían desde Escolapios. Este cortejo nazareno fue el primero en pasar por la Carrera Oficial, con inicio en la Calle Ganivet, a las 19.45 horas. Sin embargo, una vez en el trayecto de la tribuna, un pequeño problema con el paso del misterio les hizo retrasar su marcha quince minuto, lo que repercutió en el resto de cofradías, que fueron añadiendo ese retraso a su programa.
Esperado también fue el regreso a las calles de la Soledad de San Jerónimo y el Descendimiento. La cofradía tenía el permiso para liberar a una presa, que había recibido el indulto del Gobierno, al finalizar la procesión. El pergamino, enrollado y portado en la comitiva, dictaba que la presa había cumplido su condena. Mientras, las tradicionales chías iban marcando el paso con sus trompetas de aviso e iniciaban el camino de la estación de penitencia de la talla de Pedro de Mena.
De vuelta al Realejo, el Cristo de los Favores, talla que se disputa la autoría entre Baltasar de Arce y Pedro de Rojas, y la Misericordia comenzaban su camino de penitencia dando continuidad al favor que se había vivido antes en el Campo del Príncipe. Muchos de los fieles que habían realizado su rezo en la hora nona se quedaron por la zona para ver a la hermandad de San Cecilio. La Greñúa, la patrona y reina del Realejo, volvió a vivir una noche gran como las de hace dos años.
La última en pisar la calle, pero no en volver a su templo, fue el Santo Sepulcro, sin música como dicta la norma, pero acompañado a la espalda de la Soledad del Calvario, de José de Mora. La procesión oficial de la Semana Santa granadina contó, como venía siendo habitual hasta la pandemia, con la representación de la mayoría del resto de cofradías, que también marcharon escoltando al sepulcro al frente, así como miembros de la corporación municipal, que realizaron la estación de penitencia junto a la hermandad.