Sònar, un festival en continuo crecimiento
La próxima edición de forma puntual se celebrará en julio
Ya han pasado algunos días tras el festival Sònar Music, Creativity & Technology. Hemos podido recuperar y sobre todo asimilar todo lo que esta edición nos ha aportado.
Una edición en la que el potente referente de la música electrónica a nivel mundial, sigue creciendo paulatinamente. Este año, según Ricard Robles, uno de los directores del certamen, en la pasada rueda de prensa para ofrecer los datos globales del festival, comentaba que la asistencia fue de 126.000 visitantes, 64.000 en el Sònar de Día y 62.000 en el Sònar de Noche. Con un 54% de público nacional y un 46% extranjero, por primera vez desde hace años, el público extranjero es menor en número al nacional. Posiblemente habría que achacar dichas cifras al atentado sufrido en la ciudad condal el pasado verano, aunque a pesar de este suceso todo sigue creciendo, incluso el turismo exterior.
Excepcionalmente la edición del Sònar 2019 se celbrará en julio. Este contratiempo es debido a la reserva de la Fira de Barcelona i del Hospitalet en las fechas habituales para una importante feria mundial itinerante de maquinaria textil. Los organizadores no han tomado este cambio de fecha como algo negativo. Al contrario, no creen que esto afecte a la venta de los abonos ni a la aceptación en general de la siguiente edición del famoso festival. En 2020 se certifica que el festival volverá a sus habituales fechas de mediados de junio.
Sònar+D consolida su importancia e interés con sus stands, charlas, showcases, masterclass, concursos de startups, conferencias, etc... Se reafirma como un lugar de reunión persé, un centro avanzado de networking alrededor de la industria musical o de la electrónica en la que cada año son más interesantes sus programaciones.
En cuanto a lo meramente artístico o referente a los conciertos, podríamos resumir la edición pasada, la del 25∫ aniversario de la siguiente forma:
Los detalles cuentan
Esta edición hemos notado ciertos cambios, insuficiencias, ausencias, que, por muy pequeñas, si sumamos una tras otra, dan lugar a este párrafo dedicado a ello. Nos referimos por ejemplo a la desaparición del césped artificial del SònarHall. Aspecto que ofrecía sobre todo a primera hora un aspecto fundamental para elegir dicho escenario y no era más que la posibilidad de asistir a los conciertos programados pudiendo hacerlo tumbados o cómodamente sentados. Siempre ha sido un as para el SònarHall. Pero este año la magia desapareció convirtiéndose en un escenario de paso.
En este sentido, comentar la inexplicable avería que siempre tiene la cafetera de la principal barra frente a los food trucks. Año tras año, siempre probamos, pero la cafetera no funciona. Pero como si de un monolito se tratara, alguien la coloca ahÌ, edición tras edición. No es una reivindicación, en la sala de prensa tenemos café gratuito, pero si es de expediente X, que cada vez que nos acercamos a esa barra, los camareros nos ofrecen la misma explicación. El próximo año volveremos... por si acaso.
El sonido del SònarDome. Deja mucho que desear, demasiado fuerte, hasta el punto de la saturación en varios de los conciertos a los que asistimos. Pensábamos que era un problema concreto del primero de ellos, pero observamos que era una constante dentro de ese escenario. Un festival como Sònar debe cuidar estos detalles a parte de la crisis de reputación que esto puede acarrear para Red Bull, tanto que están aportando a la promoción de la electrónica.
En cambio, el sonido del espacio Despacio, donde James Murphy + 2manydjs pincharon incesantemente durante seis horas diarias, era perfecto, una maravilla. No tanto la temperatura que se podía alcanzar en su interior. Alguien determinó que la temperatura no era importante y las máquinas de aire acondicionado no dieron la talla para tal recinto. Convirtiéndose en un lugar de peregrinaje veloz, dado que no se podía estar más de 20 o 30 minutos en él.
La obsesión por las botellas de agua que tiene la organización. Por su prohibición a acceder con ellas en determinados escenarios o incluso en el bus VIP. Es del todo incongruente que se prohiba acceder una botellita de agua con su tapón, según la seguridad o los chicos de control, por seguridad o porque las normas lo indican. Mientras no se realizan exhaustivos controles en la entrada a todo el mundo, colando en sus mochilas de todo y cuando decimos de todo, es de todo.
El triunfo de lo innovador
Sin duda hay un personaje que se ha ganado el título de innovador. Constante referencia del arte moderno, permanente provocador, insistente a la hora de apabullar al espectador. Hablamos de El Niño de Elche que junto al bailaor Israel Galván ha vuelto a sobrepasar sus límites, a sobrevolar el precipicio. Definitivamente a vuelto a arriesgar y a llevarse el triunfo. Magnífico espectáculo, impresionante creatividad la de los dos artistas. El público no tuvo más que aplaudir por espacio de 5 minutos, que es mucho. Señores del Sònar, El Niño de Elche se les ha convertido en todo un símbolo de este festival. Sin tener ni idea de lo que es un knob (que seguro que sí) y sin tocar ningún software instrument. Solo su voz y su creatividad.
La tierna frialdad islandesa
Fuera de toda duda, con seguridad uno de los mejores conciertos de esta edición, fue el del músico islandés Ölafur Arnalds. Acompañado de cuerdas, de sintetizadores y un batería, demostró por qué es un referente mundial en la música. La espera valió la pena, aunque el show duró escasamente cuarenta minutos. Decía Baltasar Gracián, "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". En este caso le vamos a hacer caso y nos conformaremos con lo recibido en el SonarComplex, pero Ölafur tiene repertorio para triplicar esa irrisoria cifra. Algo que no conocemos ocurrió ahí desde luego. A pesar de ello, un éxito programar a Ölafur de nuevo en el Sònar y un placer para los sentidos.
Adiós al grupo virtual
Gorillaz ofreció en la jornada del viernes en Sònar de Noche, en el gigantesco escenario SonarClub, un divertido y esperado concierto. Colorido con las visuales de los dibujos de Gorillaz, pero a cara descubierta. Desconocemos si ya vienen haciéndolo desde el inicio de esta gira, pero resulta que se cansaron de ser el grupo virtual de más éxito planetario, conformándose con recibir los vítores y aplausos ellos mismos, directamente el Sr Damon Albarn. De todas formas, muy buen espectáculo que enloqueció a jóvenes y a no tan jóvenes apasionados de este proyecto.
Amar tu trabajo
James Murphy, líder de LCD Soundsystem, es evidente que ama su trabajo. Es capaz de estar tres días pinchando seis horas a 40 grados de temperatura junto a los hermanos Dewaele (Soulwax y 2manydjs) y ofrecer un concierto dejándose la piel, la voz y el físico. No es un jovencito, pero ama su trabajo y sería capaz de hacerlo todas las semanas estoy convencido. Disfruta, se le ve disfrutar y hace disfrutar a todo el público. LCD Sounsystem hizo un glorioso show, repasando su carrera y alimentando lo que llamamos la actitud rock punk, dentro de los sintetizadores, vía música electrónica. Maestros del ritmo, de los sintetizadores analógicos, supieron concentrar toda su energía en la hora y media de concierto en el SonarClub.
Dios incomprendido
La labor que el multi instrumentista y líder de Radiohead Thom Yorke está realizando por la innovación y la evolución de la música electrónica no tiene parangón. Sucedió el pasado sábado 16 en el SonarClub, que hubo mucho iluminado que se pensaba que Thom Yorke hacía música poniendo bombos en negras (me apropio de esta frase que no recuerdo donde la leí, que me perdonen). Nada más lejos de la realidad. La música de Thom es compleja, difícil, cambiante. Ya lo es junto a sus compañeros en Radiohead. A nadie se le pasa porque la banda de Oxford tenga un trabajo musical de lo más sencillo de escuchar. ¿Qué se pensaban, que de repente Thom era Eric Prydz? Sus proyectos paralelos a su banda de toda la vida, Atoms For Peace, su primer LP en solitario The Eraser y el segundo Tomorrow´s Modern Boxes, son trabajos enrevesados, complejos, de complicada escucha. A los que gente como Four Tet, Daphnie, Modeselektor entre otros han acercado a la pista de baile, remixando sus canciones y haciéndolas accesibles a los amantes de la electrónica más bailable. Thom ofreció un recital perfecto, sublime, sin fisuras. Sencillamente es el músico más influyente vivo en la actualidad y resulta que ama la electrónica. Estamos de enhorabuena.