La sufrida resistencia de las salas de conciertos de Granada
RocknRolla, Granada 10 y Basaba son tres locales diferentes que siguen padeciendo las restricciones horarias derivadas del Covid-19
El regreso del ocio nocturno tal y como se conocía antes, en su máximo esplendor, sigue esperando de momento. Las salas de conciertos, uno de los negocios que más dinero mueven en Granada, continúan a la expectativa de los cambios horarios. Actualmente, tanto los pubs como los bares han pasado a ser sus competidores, ya que el tener que cerrar todos a la misma hora ocasiona que la gente no vaya. Es por ello que, a lo anterior, cabe sumar la continua resistencia de estos locales, que siguen sufriendo más de año y medio después. GranadaDigital ha salido a la calle para conocer las impresiones de algunos de los empresarios del sector.
RocknRolla, importante a nivel social
Ubicado en el corazón de Granada, en este club se puede escuchar el mejor rock y rap en directo. Como muchas otras salas de conciertos, esta se ha quedado colgada por la pandemia. No solamente el local, sino también los propios artistas, técnicos de sonido, camareros, etcétera. Una situación que a los miembros de este local les crea "cierta impotencia", ya que la industria musical "mueve mucho dinero durante todo el año", comenta Dani Quesada, uno de los socios de la sala.
La llegada de la pandemia les obligó a cerrar. A ello se le han sumado numerosos cambios. En este caso económicos, de público y de la propia sala. Desde el punto de vista económico, un año y medio de pandemia se traduce en no haber podido realizar "200 conciertos anuales", lo que desemboca en "cero ingresos", explica Quesada.
Respecto a la afluencia de público, más de lo mismo, pero encima hay que sumarle las restricciones horarias. Esto hace que "la gente no llegue al local y se queden en los bares o en los pubs" y provoca que estén "bastante perjudicados", reconoce.
Sobre la readaptación de un verano a otro se debe tener en cuenta que RocknRolla tiene un público objetivo más reducido. Para este negocio, lo más complicado de volver a adecuarse al negocio es "acomodarse a los horarios", aunque admite que "el público ha respondido" y ellos han "cumplido con las medidas sanitarias vigentes, por lo que la gente se siente cómoda".
Este establecimiento no tiene como fin sólo disfrutar de una bebida, buena música o de la compañía. Desde un primer momento se tenía clara la intención de poner sobre la mesa una importante oferta cultural. "Nosotros estamos dando algo que a lo mejor no dan las discotecas, que es la cultura del artista y del trabajo", arguye Quesada. Eso sí, aclara que no se siente más importante que el resto de locales, aunque cree que sí lo es mucho "a nivel social".
Granada 10, considerada como una institución
Con una nueva reinauguración en el horizonte, este mismo jueves volverá a abrir sus puertas con su nombre de siempre la mítica Granada 10. La sala ha conservado todo este tiempo su esencia emblemática, que ofrecerá mejora de estética y distribución, además de mejorar sus sistemas de sonido y acústica.
Francis Megías, uno de sus socios, también ha hablado con este medio acerca del trato recibido por parte de las administraciones y de la importancia de un local como Granada 10 para la ciudad. "Estamos siendo sufriendo un trato injusto. A las salas de conciertos se les debe tratar como a cualquier otro negocio", explica Megías. Toda esta importancia que conlleva la música es debido al ocio y el dinero que genera por su actividad.
De cara a la apertura de este jueves, el local deberá adaptarse también a las restricciones horarias. Unas limitaciones que "lo ponen cada vez más difícil". Ante la problemática de conseguir ser un espacio seguro, se está trabajando para que el antiguo teatro "sea una sala donde la gente disfrute con total tranquilidad", sin ninguna diferencia "con otros tipos de locales". Otra meta que quieren lograr para garantizar el distanciamiento es "fomentar las salas VIP y las mesas", aclara el socio de Granada 10.
Este espacio se puede considerar una institución en la ciudad, ya que es uno de los locales "más bonitos de Granada", aparte de popularizarse por ser un antiguo cine. Causa principal de que sea uno de los que más "grandes artistas, cantantes y músicos" ha visto pasar. No en vano, sin este tipo de salas "no podrían sobrevivir". De hecho, la mayoría viven "de los bolos que se organizan y llega a ser su única fuente de ingresos". Evidencia que también pone de manifiesto su relevancia como local de ocio para Granada.
Basaba, compitiendo con sus mejores aliados
Basaba es la apuesta de una sala de conciertos que quiere abanderar el resurgimiento de la noche granadina, a pesar de que la restricción de aforos no les ha permitido desarrollar muchos proyectos por los que ellos querían apostar, según declara Antonio Artacho, socio del local situado en la calle Arabial.
Artacho considera que las medidas que hacen que mucha gente prefiera quedarse en los bares y pubs no ayudan. "La concentración horaria, lejos de ayudar, lo que hace es agravar el problema", aclara Artacho. Para las salas de conciertos "no tiene mucho sentido abrir en el mismo horario que los pubs". Esto hace que parezca que ambos negocios están "compitiendo", cuando "los pubs deberían ser los mejores aliados", señala.
Tuvieron las mismas complicaciones, al igual que todo el sector, cuando abrieron sus puertas en mayo. "Cumplir con la normativa no es para nosotros ningún problema", comenta Antonio. También asegura que ellos mismos establecieron desde el principio las medidas que son ya conocidas: separar a la gente, obligar al uso de la mascarilla, emplear el gel hidroalcohólico, etcétera.
Aunque por ahora haya estado abierto sólo dos meses, creen que han hecho bastante ruido y "poco a poco" van aumentando su marca. Están convencidos de que están "muy lejos de lo que puede ser Basaba de aquí a unos meses".