Los 'superpadres': los héroes invisibles del coronavirus
Algunos han tenido que estar separados de sus hijos, otros han tenido que lidiar con el teletrabajo y sus pequeños, y otros se han ido
Llega el 19 de marzo, marcado por muchos en el calendario como el día perfecto para hacerle un homenaje a los padres, que tanto dan por sus hijos. Y es que en este año tan difícil, en el que el mundo entero se paralizó durante meses, más que nunca toca celebrar la vida, el amor y la familia. Por eso, GranadaDigital ha querido dedicarle su particular tarjeta del Día del Padre a todos esos hombres granadinos -representados aquí en siete casos- que han regalado momentos mágicos a sus hijos desde el primer día que vieron la luz, dedicándose cada día en cuerpo y alma a sus pequeñas criaturitas.
Ángel tiene poco más de tres meses de vida. Sus padres, ella profesora de danza y él, maestro, Judith y Ángel (39 y 36 años, respectivamente, y conocidos en Instagram como @mama_primeriza_en_apuros y @papa_primerizo_en_apuros), no pensaban que el problema ocasionado por el coronavirus se alargaría tanto en el tiempo. "Creíamos que iba a ser pasajero, dos semanas y ya está. Sin embargo, estuve encantado porque para mí era sinónimo de pasar más tiempo con mi niña", cuenta por teléfono Ángel. En ese momento, la pequeña Arya, de tres años, era hija única, pero pronto, en aquella casa de Almuñécar, sabrían que una cuarta personita se uniría a su familia. De hecho, Judith se enteró de que estaba embarazada el día de su cumpleaños, el 15 de marzo, y tuvo el detalle de contárselo a Ángel hace justo un año, regalándole la mejor noticia del Día del Padre. Como él, otros tantos papás se llevaron la misma sorpresa durante la pandemia.
Se asoma a la cámara del móvil de su papá una niña con unas gafas lilas de goma y un bolígrafo con plumas. Se trata de Isabel, que tiene siete años, y a la que le hace una tremenda ilusión que la vayan a entrevistar junto a su padre, por lo que se ha ataviado como si ella misma fuera la periodista. Su padre, Miguel Ángel (37), admite que él y su mujer, Isa (38), sintieron "desamparo" durante el inicio del confinamiento domiciliario, tras el decreto del primer estado de alarma en España a causa del Covid-19, por la posibilidad de no ser capaces de llevar productos básicos a casa tras hacer la compra. Él cuenta que, desde su punto de vista, "era mejor obsesionarse con las medidas que pecar de imprudentes y meter la pata ante el virus, totalmente desconocido".
Pedro (45), por su parte, vio su mundo tambalear aquel 14 de marzo, pues no sabía cuándo volvería a ver a su hijo, Pablo (8), que vive con su madre en Melilla. "Nos vimos la primera semana de marzo y ya hasta finales de mayo no nos pudimos volver a ver porque Melilla estaba cerrada y a pesar de que se estaban cumpliendo los regímenes de visitas, no me concedieron el permiso de acceso", argumenta Pedro, quien confirma que durante todo ese tiempo sintió una gran "tristeza por estar separado de Pablo, y en estas circunstancias, que me hacían estar muy preocupado por él".
También Dani (38) tuvo que estar separado de la pequeña Maila, que aún no había cumplido los cuatro meses por aquel entonces, ya que él es bombero en Madrid y su mujer, Cristina (37), y la niña se encontraban en Granada. Esta pareja tuvo que solventar la situación a base de videollamadas diarias que permitieron que en el momento en el que padre e hija se volvieron a encontrar, ella no se extrañara porque se acordaba de su cara y de su voz. "Estábamos tranquilos porque sabíamos que estábamos haciendo lo correcto, aunque fuera muy duro para él separarse de su bebé", indica Cristina.
Agudizar el ingenio para evitar la rutina
Durante el tiempo que duró el confinamiento domiciliario, desde marzo hasta junio, fue muy importante para todos, tanto adultos como niños, no caer en la rutina. Así lo advirtieron los expertos en su momento. En ello iba implícito que los más pequeños disfrutaran de todas las horas del día sin aburrirse y sin que los padres 'se los quitaran de en medio' poniéndolos horas y horas frente al televisor.
En general, las primeras semanas del confinamiento fueron un poco estresantes para todos, pues el cuerpo y la mente tardaron en procesar lo que pasaba y en adaptarse a los nuevos horarios y quehaceres. Por ello, según los padres entrevistados, se notó más la monotonía cuando comenzaron a asentarse las nuevas actividades en casa, cuando éstas pasaron de ser algo puntual y especial (como cocinar, ver la televisión en familia...) a ser algo que se repetía día tras día.
Es el caso de Miguel Ángel, que tuvo que trabajar "durante muchas horas seguidas", sobre todo las primeras semanas. Sin embargo, este superpapá intentó compaginar sus largas jornadas laborales con actividades con su hija, Isabel: "Tratamos que para ella fuera lo más divertido posible. Le explicamos los conceptos del Covid-19 con juegos, dibujos, subíamos a la azotea para aplaudir a las 20:00 horas cada día... Se trataba de darle una sensación de seguridad, no de miedo". Lo mismo pero a distancia hacían Pedro y Pablo, que mediante las videollamadas jugaban, hablaban y hacían las tareas del cole.
Era muy importante durante todo ese tiempo que se establecieran unos horarios fijos, para seguir manteniendo una rutina de comidas y sueños en los más pequeños (y en los adultos también). Tan bien organizado lo tenía Ángel, que dice que él, Judith y Arya hacían "juegos por la mañana y actividades al aire libre por la tarde", aprovechando que en su casa tienen una terraza.
De igual forma lo hicieron Paco y Jose: "Desde el primer momento seguimos con el horario habitual: a las 9:00 h., los niños ya estaban trabajando, nos turnábamos para ayudarles en las tareas y tenían su recreo, aprovechando que tenemos una casa con un patio en el que da el sol y podían jugar al balón", expresa Paco, educador social en Motril. En una casa entre las preciosas calles del Albaicín se alza su casa, donde vive con su pareja y sus tres niños, en acogimiento permanente desde hace cinco años y medio. Ellos son Trini, Francis y Antonio (14, 12 y 10, respectivamente). Esta gran familia aprovechó para incorporar a su día a día algunas actividades nuevas, como "ver películas en familia, cocinar, hacer videollamadas". Estas últimas, en concreto, fueron muy importantes para estos tres jóvenes, que no pudieron seguir viendo a su madre biológica de manera presencial durante esos meses.
Jesús (33) aprovechó el tiempo que pasó en casa con su hija Lucía, que acababa de cumplir un año en enero, poco antes del confinamiento. "Tenía más tiempo en casa porque estaba teletrabajando, así que jugábamos mucho más, dábamos paseos por la urbanización..."
A pesar de que fueron unos meses muy largos para todos, en los que se vivió mucha incertidumbre, se echó de menos a muchas personas, también poder pisar la calle..., en algunas casas, como la de Paco y Jose, era imposible aburrirse. ¿Cómo hacerlo con cinco personas viviendo juntas? Asimismo, tampoco se le hizo rutinario a Cristina, ya que estaba sola en Granada, junto a su bebé, que por aquel entonces era muy pequeña: "No me daba tiempo a aburrirme", confiesa entre risas esta fisioterapeuta.
¿Cómo explicar a los más pequeños que hay un bichito?
Para que los niños comprendieran por qué nadie podía salir a la calle durante esos meses, muchos padres intentaron explicarles las ideas claves sobre el tema de formas muy lúdicas y originales. "Lo mejor era simplificando: explicarle qué es un virus y de dónde viene, cómo tenemos que actuar en cada caso.... Nosotros usamos un mapa mundi para explicarle a Isabel por dónde iba la pandemia. Sorprendentemente, los niños son los que están dando mayor ejemplo al mundo", asegura Miguel Ángel. Este trabajo en casa luego se ha visto además reflejado en los colegios, donde los más pequeños ya han interiorizado las medidas sanitarias que hay que seguir.
De igual forma lo hizo Pedro con su hijo, Pablo. El pequeño "entendió que tendríamos que estar separados para preservar la salud de todos", según afirma su padre. "Al principio usábamos láminas y actividades que encontrábamos en Internet para explicárselo. Así lo asociaba todo a un juego", continúa. Es curioso que Arya, a pesar de ser más pequeñita, también lo comprendió perfectamente. Ángel cuenta que le explicaron que había un "bichito que no nos dejaba salir".
Paco, por su parte, ya había avisado a sus niños de que cogieran todo su material escolar de los centros educativos porque sabía lo que podía pasar: "Me avisaron antes en el cole y yo sabía que no iban a ser sólo dos semanas, así que hice una compra enorme en el supermercado". Así, cuando les explicó a los niños que "íbamos a quedarnos en casa un tiempo y que había que seguir con la rutina", ellos "lo entendieron desde el primer minuto". Según este educador social, lo que más llamaba la atención de sus hijos era "que no hubiera gente por la calle", ya que viven en una zona en la que es habitual encontrarse con muchos turistas.
Refuerzo de lazos familiares
Tras tanto tiempo unidos, haciendo tantas actividades juntos al día, los vínculos dentro de toda la familia se estrechan y se comienzan a valorar mucho más los pequeños gestos y momentos con los seres queridos. La mayoría de los padres entrevistados piensan que ya estaban muy unidos a sus hijos antes del confinamiento. "Sí es cierto que éramos muy cariñosos y nos hemos vuelto pegajosos", comenta entre risas Miguel Ángel.
Y ahora que muchos trabajos han vuelto a la normalidad, y que hay tantos padres que han debido volver a salir de casa durante horas, se echa de menos pasar tiempo con los niños. Ángel lo confirma perfectamente: "No estaba contento por lo que estaba pasando la sociedad, pero echo de menos despertarme por la mañana y pasarme todo el día con Arya; no me sobraba en ningún momento".
Después de tantas cosas compartidas con los más pequeños, ¿son capaces estos superpapás de recordar cuál fue el mejor momento con sus hijos durante el confinamiento? En efecto, y ya que eso no se olvida, esta es la selección de las mejores respuestas: para Miguel Ángel, fue cuando se normalizó la situación en su empresa y "ya podía dedicarle tiempo a ella jugando, viendo películas en familia, cocinando juntos, haciendo manualidades, aprendiendo nuevos juegos de mesa, haciendo un concurso de baile con el videojuego de Just Dance...".
Pedro y Dani comparten su mejor momento: cuando por fin se pudieron reencontrar con sus respectivos hijos. "Cuando fui a recoger a Pablo al Puerto de Almería fue muy emocionante tras esos meses tan duros. Fue una sensación que nunca había experimentado. Siempre que lo veo es una sensación única, pero esa la guardo porque fue quitarme un peso de encima poder volver a tenerlo conmigo", cuenta emocionado Pedro. En los ojos de la pequeña Maila, que con tan sólo cinco meses volvió a ver a su padre tras unos 40 días, se vio su reacción, ausente de miedo y mirando fijamente a la persona que la estaba cogiendo en brazos de nuevo tanto tiempo después. "Fueron sensaciones muy bonitas, se te ponía el pelo de punta", afirma Cristina.
Para Jesús fue una suerte vivir en un pequeño municipio almeriense en el que al principio no era obligatorio el uso de la mascarilla, por lo que pudieron ir "con la peque a la playa sin que hubiera gente. Fue perfecto para que ella la conociera". Trini, Francis y Antonio siempre recordarán el primer día que pisaron la calle tras meses sin salir, ya que, según Paco, "salieron corriendo por la cuesta de San Gregorio de una esquina a otra".
Los pequeños recuperados
La pequeña Isabel puede decir que con tan sólo seis añitos pasó el Covid-19. Miguel Ángel expone que "cuando volvimos a la 'nueva normalidad', la niña se encontraba mal un día al volver del cole y, ante la duda de lo que pudiera ser, decidimos que no fuera a clase al día siguiente e ir al centro de salud para que le hicieran la PCR. Nos dijeron que teníamos que estar en casa durante el fin de semana hasta que tuviéramos los resultados y, que si era positivo, nos tendríamos todos que confinar. El lunes nos confirmaron que era coronavirus, así que nos hicieron un rastreo para ver con quiénes habíamos estado y nos dieron unas pautas para estar en casa, como el aislamiento de la niña, mucha limpieza, estar con mascarilla... Pero con ella, al ser tan pequeña, no podíamos mantener tanto las distancias, así que hicimos vida relativamente normal, evitando en su mayor parte los gestos de cariño. Y aunque aceptamos que nos íbamos a contagiar, cuando nos hicieron la PCR a nosotros, dimos negativo". Isabel confirma que durante esos días "me dolía la cabeza, tenía mocos y estaba muy cansada, aunque no perdí el olfato y el gusto".
Más pequeña aún es Maila, que tuvo unos síntomas parecidos a los de la enfermedad, pero ni ella ni su madre pueden confirmar que la hayan pasado porque en ese momento no les hicieron el test. No obstante, ambas permanecieron aisladas durante un tiempo al inicio de la pandemia.
Una economía que tiembla
Paco y su pareja, Jose, viven en el Albaicín, y aunque el primero es funcionario, Jose trabajaba de forma temporal antes de que se decretara el estado de alarma el pasado marzo. Sin embargo, cuando se paralizó la economía del país, él tuvo que dejar de trabajar. Lo mismo le pasó a Judith, que tuvo que cerrar su academia de danza de Motril, pero tuvo que seguir pagando el alquiler de su local, por lo que no fue fácil ni para ella ni para su marido, Ángel, quien aclara que al menos su empresa "ha recibido ayudas por parte del Gobierno, aunque aún hoy se sigue notando ese palo económico".
Al otro lado de la balanza se encuentran Miguel Ángel y Jesús, que no sólo continuaron ejerciendo su profesión durante la pandemia, sino que trabajaron más aún. "Hemos tenido que hacer un sobreesfuerzo y se nos ha pagado. He ganado más dinero pero hubiera preferido no ganarlo por todo lo que ha pasado", aclara el primero. También Pedro siguió trabajando, y es que este subinspector de la Policía Nacional de Granada luchó en primera línea contra el virus desde el principio. Para Pablo, su padre era "como el referente que veía en la televisión cada día junto a los sanitarios", comenta este agente linarense afincado en Granada desde hace años.
Una celebración distinta
Exactamente cinco días después de la declaración de aquel primer estado de alarma por la crisis sanitaria derivada de la pandemia de coronavirus, llegó el Día del Padre de 2020, en un momento en el que todas las familias estaban confinadas en sus casas. Miguel Ángel recuerda que él, su mujer y su niña hicieron una comida especial para celebrarlo, y que además Isabel le regaló una tarjeta. Lo mismo cuenta Paco, en cuya casa la celebración es doble. El educador social comenta divertido que los niños se fueron escondiendo para darles la sorpresa tanto a él como a su pareja, Jose, con unas tarjetas más caseras que nunca: "Cuando están en el cole, las hacen allí, pero como estábamos todos en casa, había que estar disimulando, y nosotros dos hacíamos como que no nos dábamos cuenta".
Dani y Pedro pasaron ese día separados de sus hijos. Pedro, por su parte, hizo una videollamada con Pablo en la que estuvieron hablando e imaginando qué iban a hacer cuando se vieran después de todo aquello. Era la primera vez que Dani celebraba su día, ya que su hija, Maila, había nacido a finales del mes de noviembre anterior, y como no pudo verla en persona, Cristina le dedicó un vídeo en el que enfocaba a la pequeña y ella ponía una voz infantil, haciendo como que fuera la misma niña quien hablaba, diciéndole a su padre que echaba de menos que la bañara y que gracias por haberla cuidado tanto cuando se habían visto. Según la mujer de Dani, él se emocionó muchísimo y además fue muy curioso ver cómo Maila se había quedado tan quieta a la hora de grabar el vídeo, pareciendo que de verdad estaba hablándole a su padre.
Jesús y su mujer, Mercedes (34), recién mudados a Vera, llevaban semanas yendo a los restaurantes que les habían recomendado por la zona, y en el Día del Padre también habían pensado comer fuera. Sin embargo, con la posterior situación, "estábamos más preocupados por la incertidumbre que de cómo celebrarlo. Este año sí esperamos poder hacer algo", confiesa este granadino afincado en el municipio almeriense.
Para Ángel, la sorpresa ese 19 de marzo no fue sólo no poder salir al parque con su pequeña Arya y su mujer, Judith, sino que se enteró de que iba a ser papá por segunda ver. "Imagina mi cara, estando confinados cuando de sorpresa me dijeron que iba a tener otro bebé", dice entre risas esté papá en apuros.
Para los que se fueron
Como cada 19 de marzo desde que falleció su padre, Ana le dedica una carta pública, relacionada con todo lo que ha pasado a lo largo del año; y este no iba a ser menos, teniendo en cuenta todos los cambios por los que ha pasado el mundo por culpa del coronavirus.
Manuel, que murió en su casa a los 78 años a causa de un derrame cerebral repentino, dejó una huella en el corazón de su hija. "De todas las fechas del calendario, esta es la peor para mí, porque me siento como en un limbo. ¿Sigo teniendo un padre aunque no esté? ¿Puedo seguir celebrando el Día del Padre? En este día siempre siento un gran vínculo con él, y al menos ya he conseguido que no sea un día tan triste para mí", explica Ana.
Aunque Manuel ya no está, cada Día del Padre, su familia sigue reuniéndose en su honor para comer todos juntos. Ana recuerda que cuando ella y sus hermanos eran pequeños, celebraban este día de una manera distinta a cómo se hace ahora, "pero sí había una comida especial, o vino en la mesa, o cenábamos pizza... Era como un día de fin de semana. Además, siempre le hacíamos regalitos en la escuela".
Ana, que actualmente le pide a su padre a veces que haga salir el sol, hace reflexionar sobre todos los padres que se han ido, en especial a los que lo han hecho por culpa de la enfermedad a lo largo de este año. Para que todos ellos disfruten de una copa de vino y de su comida favorita en una fecha tan especial como esta.