Los tablaos flamencos de Granada, en una situación dramática
Algunos como La Soleá, Casa del Arte Flamenco y Los Olvidados han tenido que cerrar, mientras que otros abren con aforo reducido y sin recibir a sus principales clientes, turistas internacionales
La situación es dura y dramática para los tablaos flamencos de Granada, que se han visto seriamente afectados por la crisis provocada por el coronavirus. Tablaos como La Soleá, Casa del Arte Flamenco o Los Olvidados han tenido que echar el cierre ya que no es rentable abrir sus puertas cuando tienen que hacerlo con aforo reducido y sin recibir a los que eran sus principales clientes, los turistas internacionales. Otros como Cueva de la Rocío, La Alboreá ,Venta el Gallo, Zambra de María La Canastera y Cuevas Los Tarantos están abiertos, pero con la mitad del aforo y con incertidumbre cada día.
“Es extrema la situación y no sabemos cuándo vamos a abrir. Es posible que caigamos en quiebra porque la situación es horrible”, asegura Juan Maya, del tablao La Soleá. En la misma línea se pronuncia Antonio Outeda, gerente de los tablaos Casa Arte Flamenco y Los Olvidados, quien ve “complicada la apertura”. “El 85% de los clientes son internacionales y sabemos la situación: de algunos países no vienen porque se lo han recomendado y de otros, tampoco. Vemos complicado estar operativos. Esperaremos a ver para la temporada que viene, pero no sabemos si vamos a aguantar con el cierre. La situación es de gravedad absoluta”, añade Antonio Outeda, quien apunta que los tablaos son “espacios intimistas” y “al reducir el aforo y con las medidas de distanciamiento es complicado”.
A pesar de todo, el tablao flamenco La Alboreá sí pudo abrir a mediados de julio para ofrecer un espectáculo tres días a la semana y ha podido incrementar los días de apertura a siete y dos espectáculos, ya que las reservas aumentaron. “Abrimos a la aventura, porque no sabíamos cómo la gente iba a responder, con el ambiente de miedo y tristeza, y el flamenco no encajaba en esa situación. Pero la gente está respondiendo bien. Tenemos cifras menores, con aforo reducido. Antes teníamos 75 butacas y ahora por seguridad y porque no hay turismo casi tenemos sobre 35 – 40 personas por pase”, cuenta Juande Ruiz, quien asegura también que tiene “incertidumbre porque cada día es distinto” y porque no sabe “lo que puede venir en septiembre, tal y como se está comportando el virus, que no se está frenando”. Por ello, en el tablao La Alboreá no miran “a un futuro cercano”. “Trabajamos al día, mientras podamos. Estamos para cumplir las leyes y miramos al día, no más. La clientela era más internacional y ahora el 80% es nacional”, apunta.
El tablao La Alboreá se ha adecuado a la nueva situación para la seguridad del cliente. Cuenta con gel desinfectante, purifica el aire continuamente y ha habilitado un nuevo camerino para que los artistas se preparen y no estén los cuatro en el mismo. “La actuación sí tiene el mismo formato”, cuenta Juande Ruiz.
También volvió a abrir tras la pandemia la Zambra de María La Canastera. De hecho, fue la primera en hacerlo, el pasado 26 de junio. El mes de julio fue "horroroso" y solo abrió "seis días, cuando el cupo mínimo estaba asegurado", según comenta Enrique Carmona. "No hay turismo internacional, que es nuestro principal cliente. Solo tenemos clientes de turismo nacional y es una parte mínima. En agosto sí hemos abierto todos los días con reducción de aforo y una ocupación baja. Está costando mucho trabajo", apunta. Enrique Carmona hace hincapié en que la medida del cierre del ocio nocturno no afecta a los tablaos flamencos y asegura que la situación es de "incertidumbre total" porque "no se sabe cómo va evolucionar la pandemia". Además, asegura que a partir de septiembre, el perfil de clientes de los tablaos suelen ser "de turismo de negocios, con un poder adquisitivo más alto y ahora la mayoría de los congresos están cancelados". "La temporada baja es a finales de noviembre, pero este año llegará en tres o cuatro semanas", añade.
La Cueva de la Rocío también abrió a principios del mes de julio con la mitad de su aforo, que ha pasado de 70 a 20-30 personas. Ahora ofrece, como máximo, dos funciones. El bailaor Juan Andrés Maya cuenta que la situación es “triste” ya que ahora tienen que actuar “con una mampara delante para que no caiga el sudor a la gente” y “parece una pecera”. “El público ahora es nacional y no se llena nunca. Esperamos que en un futuro podamos abrir como antes, aunque la vida ya no es igual. Tendremos que hacerlo de otra manera”, señala el artista granadino.
La Venta El Gallo ha abierto también a pesar de la situación. Antonia Heredia cuenta que en el mes de marzo retomó este restaurante con cueva de espectáculos de baile flamenco en el Sacromonte, después de 15 años, “y fue cogerlo y pasar esto”. “No tenemos ninguna ayuda porque no estábamos en activo. Hemos empezado en el momento más duro, ha sido horrible. Ahora estamos esperando cada día para ver si hay trabajo o no, para avisar a los artistas, porque el turismo español lo deja todo para el último momento”, comenta.
El aforo en La Venta El Gallo se ha reducido un 70% y ha pasado de acoger a 160 personas en la cueva a una media de 10 – 15. “El día que más hubo fueron 21 personas”, asegura Antonia Heredia, quien ve el futuro “muy negro”. “En el Sacromonte, además, también tenemos la complicación del acceso restringido por las pilonas. No pueden llegar con su vehículo propio y los españoles quieren llegar hasta la misma puerta. Tienen que usar transporte público porque de otra forma no se puede llegar”, añade. Por ello, pide al Ayuntamiento de Granada que “se dé cuenta de que las pilonas también están perjudicando” a la afluencia de público a la Venta El Gallo.
En la Cueva Los Tarantos, que abrió sus puertas el 1 de agosto según demanda, la situación es parecida al resto de tablaos granadinos. José Manuel Martín asegura que la incertidumbre es "muy grande" porque antes siempre tenían reserva previa y "ahora los españoles lo dejan para última hora". En esta cueva se ha pasado de ofrecer "tres espectáculos a diario y recibir a 400 personas a acoger a unas 20 personas en un primer espectáculo y cuatro o cinco en el segundo", cuenta Manuel Martín. "La situación es fatídica y si sigue así, posiblemente no aguante", lamenta.
Desde el sector reclaman apoyo institucional ante el riesgo de que desaparezcan los tablaos flamencos. “Pedimos a las instituciones que nos ayuden. En ERTE y pagando el alquiler, el agua, la luz, etc, durante seis meses que llevamos cerrados… Es imposible mantenerse así”, asegura Juan Maya, del tablao flamenco La Soleá. El gerente de Casa Arte Flamenco y Los Olvidados, Antonio Outeda, también pide ayudas para el sector y recuerda que la Asociación Nacional de Tablaos Flamencos de España ya está solicitando la ampliación de los ERTEs hasta 2021 y ayudas económicas para cubrir gastos como el alquiler. “Algunos tablaos emblemáticos de Madrid ya están diciendo que no abrirán más”, lamenta. Es el caso de Casa Patas o Café de Chinitas. “El problema es grave porque dependemos un porcentaje elevado del turismo internacional y no existe, ni se le espera”, añade.