Talento y h-alma para dar la espalda al miedo y que aparezca la confianza en tiempos de pandemia

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El talento, en la vida, es la capacidad de aprender. Y en ello, es importante recordar que es muy difícil educar el carácter solo con palabras, y mucho menos con palabras bonitas. El carácter se forma con hechos. Según Pilar Jericó, la relación entre el talento humano y el desarrollo de una organización es la capacidad de la persona de resolver problemas, asumiendo sus habilidades, destrezas, experiencias y aptitudes propias. La gracia está en juntar talento y dimensión y conseguir que la dimensión no mate o no adormezca al talento. Cuantas organizaciones duermen el talento de su gente? Talento es igual a resultados. La gente de talento son los que aportan por encima de la media y lo demuestran sostenidamente con sus resultados.

Es cierto que talento atrae talento y mediocridad atrae mediocridad. Salir de la espiral de la mediocridad es difícil pero necesario. La fórmula es crear un espacio donde la organización pueda crecer, porque su gente puede crecer. No al revés. Las organizaciones que crecen, cómo dice el gran estratega Xavier Marcet, son aquellas en las que su gente crece. Y esa creo que no es la mía en estos momentos, después de muchos años (no siempre, no todos) donde el crecimiento era una constante.

Y al talento hay que añadirle algo más: intentar dar el máximo en cada momento. Fundamental. Todo ello se hace teniendo en cuenta el valor de nuestra vulnerabilidad. Necesitamos dejar de asociar esa sensación de sentirnos vulnerables con nuestras debilidades y compartir experiencias con quienes se han ganado el derecho a escucharlas.

Echar balones fuera puede aliviarnos un rato, pero encierra un gravísimo problema: nos debilita, nos convierte en víctimas y nos incapacita para tomar decisiones. La clave está en asumir el protagonismo, es decir, transformar la culpa en responsabilidad. Hay que pregonar que hay que ir motivados de casa y que la labor de los jefes sea básicamente no desmotivar y ayudar a la gente a desplegarse alineadamente con la organización. Motivarse es una responsabilidad individual, no desmotivar es una responsabilidad corporativa.

Y para potenciar el talento, cómo dice Xavier Marcet es imprescindible trabajar en estas 10 líneas:

1. Más estrategia y menos planificación. Necesitamos más estrategia de futuro siendo la planificación un ejercicio de programación cada vez más efímero en el tiempo que deberá complementarse con poderosos esfuerzos de innovación.

2. Capacidad de adaptación. La innovación, la transformación digital y la gestión del cambio se mezclan.

3. Agilidad. Sin agilidad las oportunidades se desvanecen.

4. La centralidad del cliente. Poner al cliente en el centro es tener una organización flexible.

5. La gestión del talento y del no talento. Más difícil que gestionar el talento es gestionar el no-talento y al talento oscilante. Muchas veces el problema del no talento no proviene de que no sepa o no quiera aprender, el problema radica en que no saben desaprender.

6. Líderes que llenen las agendas de sentido. Los líderes no solamente deben aportar visión, deben también expresar propósito. El relato de los nuevos líderes se esconde en su agenda. Lo que hacen es determinante para su credibilidad.

7. La transformación cultural como sustrato del cambio. La mayoría de cambios fracasan por la incapacidad de transformar la culturas, porqué la gente entiende el cambio como algo ajeno, algo que debe hacer la organización pero no él.

8. Comunicación y síntesis. Sin síntesis no hay estrategia. Además la síntesis hay que saber comunicarla. En un entorno de completa saturación de mensajes la comunicación efectiva la realizarán aquellos que no tengan necesidad de decirlo todo. La brevedad es algo impagable.

9. La autenticidad. En organizaciones completamente transparentes, la autenticidad es una competencia diferencial. Sin autenticidad, la mediocridad está servida.

10. Empresas con alma. Las organizaciones que transmiten respeto, empatía, lógica humana, son las que potencian el alma. A mi me gusta decir que las empresas con alma tiene h-alma y tener h-alma significa trabajar con honestidad, humildad, hechos, habilidades, humor, heroísmo, y que consigan que los equipos marquen huella, consigan hueco y que lo hagan con humanidad, hoy. No podemos dejar que la tecnología sepulte el alma.

Y todo ello, necesita de trabajar con el miedo y la confianza.

El miedo se centra siempre en el COSTE de nuestras actuaciones. El miedo a perder algo que conseguimos, miedo a no ser capaces, miedo a no poder convencer a los demás, miedo a no saber, miedo a equivocarse,…o simplemente, miedo a volver a revivir “aquel miedo” que tuvimos. El miedo, bien dosificado, es imprescindible y beneficioso: nos da cautela, interés para indagar los perjuicios y, por ello, a tomar precauciones, a prepararnos, a valorar los riesgos que estamos dispuestos a asumir y aceptar que hay muchas variables que escapan de nuestro control. Pero cuando es excesivo nos bloquea y nos limita, con el agravante que no siempre es fácil detectarlo. De hecho, gastamos demasiadas energías escondiendo el miedo. Descubrir y aceptar el miedo es el primer paso que le permite dar un salto hacia la confianza.

La confianza, en cambio, se centra en los BENEFICIOS que podemos obtener con nuestras actuaciones, lleva como compañera “YO QUIERO” y se basa en 3 pilares, la sinceridad con uno mismo y hacia los demás para no justificarme ni buscar excusas para no hacer, la capacidad para buscar experiencias de referencia en el pasado en las que sí uno ha sido capaz de superar las adversidades, dificultades o retos y la capacidad para desgranar y discriminar las competencias y fortalezas que nos han acompañado hasta ahora para lograr los retos y también de ser consciente de las vulnerabilidades que deberé aprender a gestionar.

El equilibrio entre el miedo y la confianza es lo que nos permite pasar del SOLO PUEDO, ME FALTA, SI TUVIERA,… del presente, hacía LO QUE QUIERO Y LO QUE YA TENGO para empezar el camino hacia el futuro. Un camino con talento, en lugar de con mediocridad.

Necesitamos organizaciones con h-alma (faltan muchas) y profesionales con talento, (hay muchos con el talento no bien aprovechando) con equilibrio entre el miedo y la confianza.