Taxi: conflictos de ayer y de hoy
Veía estos días atrás la imagen de los taxistas bloqueando importantes calles de las principales ciudades del país y venía a mi memoria la estampa de una Granada colapsada por la acción de más de doscientos taxis que inesperadamente se concentraron en torno a la plaza de Isabel la Católica, en una fila que desbordó Gran Vía y Reyes Católicos, el único eje de circulación en la ciudad, y durante ocho horas convirtieron aquella jornada de octubre de 1985 en una fecha negra, la mayor alteración de orden público, según calificación de los entonces responsables municipales.
Entonces, como ahora, los taxistas sabían que tenían poco que conseguir. Aquella acción, injustificada, se produjo en vísperas de una reunión con las administraciones que regulan su actividad -Junta y Ayuntamiento- y el bloqueo con carácter previo al diálogo anunciado para 48 horas después solo dibujó una exhibición de músculo que no sirvió de nada en el encuentro posterior. Ahora, tanto el taxi como el Gobierno eran conscientes de un imposible que relataba estos días Juan Carlos Escudier en ‘Público’: “Que el conflicto del taxi no puede acabar bien lo saben el Gobierno y los taxistas, ya sea porque el primero promete lo que sabe que no puede cumplir o porque los segundos piden un imposible viaje hacia atrás en el tiempo”.
Con muy poco bagaje en la mochila para tan prolongado bloqueo (habrá que decir tambié, en su descargo, que ellos son los primeros que sufren toda clase de manifestaciones y protestas en la vía pública), los taxistas se han marchado anunciando que volverán en septiembre. Como entonces, en aquel octubre granadino, que depusieron su desproporcionada protesta sin ninguna promesa en el horizonte y recibieron una de las intervenciones más duras que se recuerdan en el alcalde de entonces, Antonio Jara. Parece que el Gobierno se lavará las manos cediendo la regulación a las comunidades autónomas. Algo de lo que pedían los taxistas sí es, porque el gremio sabe -eso sí- que los gobiernos regionales son bastante más presionables que la Administración central.
Sean unos u otros, poco se puede hacer contra el signo de los tiempos. Digamos, de entrada, que al taxi le asiste la razón cuando proclama que no se está cumpliendo la ley en lo que respecta a la proporcionalidad de las licencias VTC, que debería ser de una a 30 y en la práctica se reduce a uno-siete. Habría que analizar, no obstante, por qué el Gobierno cedió a esa proporción. El mercado, así superregulado, repercute sobre el bolsillo del consumidor y así lo ha detectado el informe de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC) cuando ha analizado las condiciones que limitan lo que en el siglo XXI debe ser la libre competencia. Es como si Correos se pusiese en huelga porque la gente envía mensajes electrónicos en lugar de cartas con su correspondiente sobre y sello que los carteros entregan a domicilio.
Ante la aparición de las nuevas tecnologías el taxi no ha reaccionado, confiado en las ventajas que hasta el momento le han perfilado como un ‘lobby’ más que un gremio, demasiado acostumbrado a sobreactuar cuando algo se interpone en su interesado camino. Prestatarios de un servicio público por concesión administrativa, no se entiende que en la práctica el sistema haya degenerado en ‘cesión’ más que ‘concesión’, en un mercado secundario donde se barajan cifras astronómicas en la transferencia de licencias.
Lo que ofrecen Uber y Cabify y cualquier otra que nunca he usado y me pierdo lo tendrían que haber ofertado los propios taxistas, si hubiesen estado atentos a anticipar competidores. Dormidos en los laureles de unos reglamentos que ya no son de estos tiempos, otros han aprovechado las rendijas del sistema para colarse y ofrecer mejor servicio a mejor precio. De siempre han circulado multitud de chistes que tienen al taxista como protagonista a su pesar y casi ninguno deja en buen lugar al colectivo, peculiar en su concepción del mundo que les rodea. Quién no ha oído hablar de ‘la solución del taxista’, esa del ‘esto lo arreglaba yo en tres patás’, con que resuelven cualquier conflicto.
Por qué oyen masivamente la Cope sería el primer misterio a desentrañar, pero su estudio trasciende a este comentario. En cualquier caso, los taxistas han de ser conscientes de que el actual modelo y reglamentación, basado en la regulación por el propio gremio que controla cuántos y quienes entran en el colectivo, es inviable en el siglo XXI. Así, como ha puesto de manifiesto el informe de la CNMC, en Barcelona, donde las plazas hoteleras se han multiplicado por veinte en los últimos años, las licencias de taxi se han reducido. En 2016 -seguimos en Barcelona- el valor de una licencia de taxi alcanzaba los 135.000 euros. Entre 1987 y 2016, el valor de una licencia de taxi en el mercado secundario aumentó un 503 por cien, el doble que el Ibex 35 en ese periodo. Todo ello tiene sus consecuencias en un sobreprecio para el consumidor calculado en un 12,3 por ciento sobre la tarifa que paga.
Si se trata de un servicio público, ese último dato debería bastar para actuar sobre el modelo y su actualización.
Comentarios
2 comentarios en “Taxi: conflictos de ayer y de hoy”
Fran
3 de agosto de 2018 at 16:02
Me da igual en el siglo que estemos tanto en el siglo pasado como en este el Taxi y la VTC an ensistido y an coisistido siempre que se cumplía el ratio 1/30, así que el gobierno y las administraciones y los juzgados que an echo posible que el ratio de 1/30 dejará de esistir a favor de multinacionales como uber y cabify ellos sabrán que interés tenían para ello lo que tienen hacer es que se vuelva a ese ratio de 1/30 y se acabarán las manifestaciones y los cortes en la ciudad, haber si cuando nos tocaron la salud con el royo del nuevo hospital de granada lo más normal era que la gente se fuera a la calle para proteger un servicio público como la salud y estaba bien visto po esto del TAXI es lo mismo es protestar en la calle por defender un servicio público regulado y atacado por el gobierno a favor de multinacionales que según dicen aquí son más baratas y no es así a más demanda suben los precios y ya se an visto en estos días en Barcelona con la huelga de taxis las muchas muchas quejas que le an puesto a uber y cabify por subir los precios por mucha demanda emos visto en redes sociales otras quejas por cobrar 150 euros por ensuciar el coche y suplementos cuando hay fútbol, llueve etc etc , un TAXI siempre tiene la misma tarifa además impuesta por el gobierno y las administraciones y contribuye a nuestra economía mientras esas aplicaciones sólo les interesa su economía quedarse con los mercados y después cobrarte lo que quieran y cuando los gobiernos le imponen las mismas condiciones que a un TAXI y les controlan el ratio de 1/30 se van como an echo en Dinamarca porque ya esas multinacionales no pueden acabar con los servicios públicos y comvertilos en su monopolio así que no es oro to lo que reluce así que el gobierno español igual que a dado pie a que se rompa el ratio de 1/30 pues que ahora lo arregle con las consecuencias que tenga que cuando las daba reventando el ratio de 1/30 o no vieron las consecuencias o no Le interesó verlo, gracias
Cris
4 de agosto de 2018 at 01:07
Opinión bastante insulsa y vacía de contenido.
Hablas como si Uber y Cabify fueran empresas realmente innovadoras y punteras sin tener en cuenta que gran parte de su éxito reside en ofrecer unas condiciones bastante miserables a sus trabajadores (te invito a que eches un vistazo a alguna de sus ofertas de empleo, ésas en las que se trabajan 60 horas semanales por 1.040€ brutos mensuales con pagas prorrateadas) y en no pagar impuestos. Esto no es avance, lo mires por donde lo mires, por muy barato que sea el servicio en cuestión (que en realidad, luego no lo es tanto). Pero claro, tú no eres el que tiene que soportar esas condiciones, así que para qué te vas a preocupar.