Tintorerías: beneficios desteñidos por el coronavirus

El sector reclama al Gobierno que le obligue a cerrar y poder optar a las ayudas ante la desbandada de clientes

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El coronavirus ha dejado a las tintorerías en una situación muy difícil | Fotos y Vídeo: Javier Gea
Miguel López Rivera
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Los beneficios de las tintorerías y lavanderías de Granada se destiñen como una prenda de color en un tambor de ropa blanca. Es una consecuencia más de una crisis sanitaria que ha sumido a Europa en una especie de agujero negro económico del que será difícil salir.

El gremio está desesperado. Llevaba todo el año esperando que llegaran estas fechas  -en las que hacen su agosto particular gracias a bautizos, comuniones, bodas y, cómo no, Semana Santa-, pero el Covid-19 ha dado al traste con sus previsiones.

Locales vacíos, cuando no cerrados, apurando las últimas prendas que quedan en el taller es la imagen habitual en una Granada de la que han desaparecido hasta los estudiantes. Horarios reducidos, personal bajo mínimos y una esperanza en el horizonte: que el coronavirus se esfume cuanto antes y se recupere la normalidad.

Quienes regentan estos negocios se quejan de que no pueden acceder a las ayudas del Gobierno, pues el Ejecutivo los ha incluido entre aquellos que deben abrir para garantizar servicios de primera necesidad.

La razón, teóricamente, radica en que hay hospitales que tienen externalizada la lavandería. Pero solo hay que traspasar la puerta de uno de estos locales de la provincia y hablar pocos segundos con sus empleados para entender que eso no es ni mucho menos suficiente.

Primero porque no todos los hospitales funcionan de dicha forma. Segundo, porque muy pocas tintorerías y lavanderías tienen detrás a esa gallina de los huevos de oro. El coronavirus es la primera pieza de este dominó que amenaza con tumbar todas las demás.

En Los Pajaritos, María Ángeles, trabajadora de una de estas tintorerías, lo explica de forma clarividente: “Está todo muy parado. No entra nadie. Hoy solo lo han hecho tres personas: una para recoger ropa y dos para dejar”.

En los comercios de autolavado, donde ni siquiera se requiere de personal, más de lo mismo. Solo entra una persona cada mucho tiempo. Fuera, un transeúnte llama la atención de este medio sin saber que está testando la situación del sector. Se llama Fran Maroto y, casualmente, trabaja en una lavandería.

“No estamos cerrado porque en el taller seguimos funcionando. Eso sí, tenemos menos cantidad de gente y trabajo, pero no podemos cerrar a cal y canto. ¿Cómo pagamos luego las facturas?”, lamenta. “Hemos cerrado de cara al público, pero seguimos preparando todo lo que tenemos. Y esa situación se alargará o no en función del tiempo que dure. Si vamos a seguir pagando impuestos y seguros sociales, nos vamos a ir al hoyo”, abunda.

Maroto pide que el Gobierno no declare al sector como de primera necesidad. De esa forma, podrán optar a las ayudas del Ejecutivo de Pedro Sánchez. “El que lleva el chaquetón sucio, se pasea todo el día así. ¿Ahora le va a entrar la prisa por limpiarlo?”, justifica.

Antonio Muñoz tiene una tintorería en plena Avenida de Madrid. Ni siquiera el hecho de su privilegiado enclave la salva de la situación. “Han entrado tres personas en tres días. El lunes, dos y ayer una. Lo normal es que entren 25 personas y recojan otras 25. Nosotros abrimos porque tenemos compromisos con ayuntamientos y mutuas médicas. No podemos cerrar porque tenemos contrato con varias empresas y tenemos que atender a personas mayores. Pero con una hora diaria tendríamos para realizar esos servicios”, detalla.

En el área metropolitana, la situación es parecida. Lo explica Javier González, empresario del gremio en Maracena: “Lo estamos pasando fatal. Estamos limpiando lo que nos queda y poco más. Me planteo cerrar. No hay otra solución. Yo abogo por que nos obliguen a hacerlo, es lo más sensato. Ahora llegaba la temporada alta con bautizos comuniones, Semana Santa y bodas. Lo que nos hagamos en estas fechas no vamos a hacerlo en todo el año”. Pedro Sánchez se acordó de las tintorerías durante la declaración del estado de alarma, pero quienes tienen uno de estos negocios preferirían que eso no hubiera pasado nunca.