Toda una vida en rojiblanco
Mi madre tiene 89 años. Nació un 21 de abril de 1931, unos días después de que el Granada CF quedara oficialmente constituido (6 de abril). Siempre le ha gustado el equipo rojiblanco, al que ha visto evolucionar desde sus inicios. No le apasiona el fútbol en sí, solo el Granada. Y también la Selección. Sobre todo, cuando hay algo importante en juego: Mundial o Eurocopa. Pero por el equipo de su tierra siente devoción. La afición le tuvo que llegar por mi padre, periodista del que heredé mi pasión por el oficio y que, aparte de ser granadinista, tuvo la suerte de vivir y contar -desde las páginas del diario 'Ideal'- las andanzas del gran matagigantes de los años 70, la referencia histórica del fútbol local… hasta ahora. Hace ya trece años que no está con nosotros, pero hubiera disfrutado muchísimo con esta última década. Le entristeció el descenso administrativo y los años en Tercera; él, que había estado en el Santiago Bernabéu aquel 21 de junio de 1959 para ver la final de Copa, no soportaba que ese club tan grande hubiera sido tan maltratado hasta caer en los infiernos.
Pero a lo que iba. Mi madre. No ve los partidos, pero sí los escucha todos por la radio. Siempre está atenta para saber cuándo juega el Granada y seguir la evolución de su equipo. Y lo sabe todo: la hora, el rival, las posibilidades… Este domingo era especial. Estamos pasando el verano juntos así que, ya desde primera hora, me preguntó si podíamos ver el partido "ante el Bilbao". Sé que ahora suena mal, pero es que siempre han sido el Bilbao, el Coruña o el Gijón, nunca el Athletic, el Dépor o el Sporting. Y sí, podíamos verlo. Lo último que se me iban a olvidar a mí son las claves de Movistar para ver el decisivo e histórico encuentro. Así que allí se sentó, conmigo, delante de mi tablet, para soñar. Y es que, a sus 89 años, por fin tuvo la oportunidad de ver al Granada clasificarse para competición europea. Ya había estado dos veces a tiro. Una, en 1972, pero la Unión Deportiva Las Palmas lo impidió y los canarios fueron a la UEFA. Acabaron quintos, justo por delante de los de Joseíto. La otra, en 1974, cuando fue el propio Bilbao el que nos arrebató esa posibilidad.
Pero esta vez, tantos años después, no se escapó. Conforme caían los goles ella me preguntaba cómo iban los demás, si nos servían los resultados, qué descuento habían dado… hasta que al fin acabó la Liga, se le iluminó una sonrisa en el rostro y dijo: "Jugaremos en Europa".
Y así, sin más, se levantó y me dijo que iba a acostarse, que estaba cansada. Ochenta y nueve años de espera, para ella y para el Granada. Toda una vida para, al fin, decir de forma tan relajada y serena que jugaremos en Europa. Y, así, sin más, echarse a dormir.