Todo es posible en Granada

El Granada CF compitió en San Mamés y, tras una primera mitad en la que fue superado claramente por el Athletic, llegará vivo a los Cármenes

Athletic Club Bilbao Granada CF
Soldado mira a Yeray en una jugada del partido | Foto: Antonio L. Juárez
Manu Bayona
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Si hubiéramos hecho una encuesta previa al partido, entre 100 aficionados del Granada CF, preguntándoles si firmarían una derrota por la mínima en esta ida de la semifinal de la Copa del Rey, tampoco hay que ser Albert Einstein para afirmar que gran parte de esos aficionados hubieran dicho que ni tan mal con este 1-0. Seamos realistas, de todos los resultados posibles que se podían dar hoy, este 1-0 es el cuarto resultado menos malo para el Granada. El mejor era ganar, el segundo mejor era empatar y el tercer mejor era perder por 1, pero marcando fuera. El cuarto peor era este. Perder por 1-0. No hemos ganado, no hemos empatado, hemos perdido, vale. Pero lo hemos hecho por la mínima y volvemos a nuestro feudo con la sensación de que esto será una batalla ingente, pero que la batalla la podemos luchar. Hasta aquí mi análisis con la bufanda. Ni siquiera voy a hablar de esa mano de Williams que pudo haber sido pitada y quién sabe entonces cómo hubiéramos salido hoy de la catedral… Precisamente como eso son hipótesis, prefiero hablar de lo que vi sobre el verde.

Para empezar, los primeros 15 minutos del Granada en San Mamés fueron una demostración de personalidad solo al alcance de los que la tienen. De aquellos que deciden apostados en la barra del bar, ir a charlar con la chica guapa de la clase, que está en la otra punta del garito con sus amigas. Lo malo de esto es que la demostración de personalidad se va al garete cuando llega el guapo de la clase y te levanta a la chica. Eso pasó a partir del minuto 15. El Athletic sacó a relucir músculo, principalmente de sus dos chicos guapos, véase Muniain y sobre todo Williams, y entre ambos hicieron que el conjunto vasco pasara por encima del Granada durante gran parte de la primera mitad del partido.

Quizá la demostración de personalidad de Diego Martínez, que ya comenzó poniendo en liza un sistema con dos delanteros y dos hombres muy ofensivos en las bandas, fuera el primer paso para dejar una autopista libre a la espalda de los laterales. En ese cuadrado mágico que se sitúa entre el lateral y el central de cualquier equipo. Ese lugar donde antaño llegaba el ocho o el once de cada escuadra, para poner medidos balones que cabeceaban los delanteros de antes. Ese fútbol se marchó y es Bilbao, de los pocos lugares del fútbol español donde se sigue jugando a ese rudimentario pero precioso estilo futbolístico.

La autopista de la que hablábamos antes fue aprovechada durante los primeros 45 minutos por los dos colegas del Botxo, Iker e Iñaki, que se divertían buscando la espalda y ese cuadrado mágico, que surgía una y otra vez, principalmente entre Germán y Carlos Neva. El central se mostró en la primera mitad un poco superado futbolísticamente, llegando a permutar posición con Domingos Duarte. (Parecía que huía de Iñaki Williams). A buen seguro que el bueno de Germán fue de los que más alegre se puso al ver el cambio de sistema realizado en el descanso por su jefe.

Diego movió fichas y dio entrada a Vallejo por uno de los dos jugadores de banda, en este caso, por Puertas. Con el cambio del central, German pasó a ocupar el puesto de libre y, por tanto, a no volver a batirse en duelo ante Williams, ni ante ningún otro delantero del Athletic. Ahí salen a flote las bondades del capitán Sánchez: colocación, experiencia, buen juego aéreo y saber estar. Cuando toca correr en espacios, las costuras quedan más al descubierto. El baile con la más fea quedó para el recién entrado Vallejo. Que lo sostuvo bastante decentemente durante la segunda mitad. Quizá por ponerle un pero al ex del Real Madrid, en varias ocasiones reculó demasiado, cuando veía a la pantera del Athletic abalanzarse sobre él. Y es que si Iñaki Williams tiene metros por delante y te encara, resulta un jugador completamente demoledor. De los mejores del mundo en esa faceta del juego. Y ahora está aprendiendo a tener temple. Miedo me da…

El cambio de sistema de Diego también hizo que Muniain se desconectara del partido, ya que la parte central del campo estaba mejor ocupada por Gonalons y Yangel Herrera y el apoyo de Germán, que daba un pequeño paso adelante en la salida del balón y en el cierre de espacios.

Un par de acercamientos tuvo el Granada a la meta de un imberbe Unai Simón, que demostró que por algo es uno de los porteros más en forma del fútbol mundial actual. Lo de Lezama con sus porteros es un caso digno de estudio. Se marchó Kepa al Chelsea y se atisbaba una peregrinación por el desierto del club bilbaíno en la portería, pero no. Ellos sabían muy bien que no pasaba nada. Que se marchaba un portero que estaba llamado a ser el titular de la selección española, pero que para sustituirlo tenían a uno más completo aún. Me la juego y no tengo fama de gafe: Unai Simón será, sin duda alguna, el portero de un grande del fútbol mundial y de la selección española durante la próxima década. Sino, al tiempo.  Viendo el desempeño del muchacho, hoy y durante toda esta liga, nos puede dar una ligera idea de la terrible batalla que viviremos en Los Cármenes dentro de tres semanas.

Será una lucha sin descanso donde la afición jugará un papel fundamental. ¿Lo lógico? Que el Athletic marque uno en la primera contra que tenga y el segundo al borde del descanso y fin. Pero es que esto es Granada y amigos, el 5 de marzo a las 21 de la noche, tenemos la oportunidad de gritarle al mundo entero que ¨Todo es posible en Granada¨.