A todos los David, siempre nos quedará la motivación de vencer a un Goliat
A todos los empresarios nos ha tocado luchar a lo largo de nuestra trayectoria empresarial con temidos Goliat
Me consta que a todos los empresarios, antes o después, nos ha tocado luchar a lo largo de nuestra trayectoria empresarial con temidos Goliat. Cada sector encuentra el suyo, llámese competencia de grandes superficies para el comercio de barrio, burocracia a la hora de emprender con la infinidad de trabas que impone la Administración o, los más comunes sin duda para la mayoría en este ranking de "temibles", la propia Hacienda y la Seguridad Social.
En mi caso, con más de 30 años ya, dedicado al asesoramiento de empresas, compartiendo de cerca sus obstáculos, sus incertidumbres, sus anhelos y sus necesidades, aprecio de forma infinita cualquier logro que venza sus miedos, porque si algo nos demuestra la trayectoria de quien lucha, de quien se afana y no decae, es que, tarde o temprano, obtiene su recompensa.
Pero también, como no puede ser de otra forma, comprendo que, con todo lo que tiene que lidiar un empresario en su día a día para sacar a flote su negocio, sea cómodo y fácil adaptarse al status quo de nuestras normativas, dejando su crítica y malestar por lo impuesto a sus círculos más cercanos, con la esperanza y miras puestas en que sus representantes a nivel estatal, autonómico o local, tomen las decisiones acertadas por ellos.
Quienes me conocen saben que la pasividad es mi mayor demonio, que me rebelo siempre ante situaciones ilícitas, aunque, también, ante las lícitas pero injustas, de las que conocemos muchos casos últimamente. Sin pretender, ni querer, ser un “justiciero”, pues cuento con la contribución, la sensatez, el conocimiento y las habilidades de un grandísimo equipo de compañeros, con lo que trabajo para la vida de nuestros clientes, enfrentándonos como juristas a esas fatalidades que pasan de largo por la vida de tantos de nosotros y de las que asumimos sus efectos dañinos casi sin darnos cuenta.
El 31 de mayo de 2021 hemos presentado 512 reclamaciones en nombre de nuestros empresarios de la hostelería contra el gigante Goliat -Gobierno español- por el lucro cesante, es decir, por la ganancia dejada de obtener -más de 32 millones de euros- durante el primer estado de alarma. No estamos en condiciones de intuir resultados, sólo es momento de alegrarnos del paso tan importante que han dado nuestros clientes de la hostelería ante una realidad, dura para todos, pero especialmente para ellos.
En HispaColex, como algunos conocen, no es la primera vez que acometemos una lucha digna contra otros gigantes además del Estado. Me vienen a la memoria otros combates desiguales en los que siempre ha habido espacio para milagros o desenlaces inesperados, como cuando el Tribunal Constitucional nos dio la razón y estimó nuestro recurso de amparo contra la denegación por el Servicio Andaluz de Salud del derecho a la excedencia por maternidad de su personal interino. A raíz de aquella sentencia de 24 de julio de 2000 del Tribunal Constitucional no solo nuestra clienta pudo acceder a la misma sino que ya cualquier funcionario interino de cualquier administración pública puede hacerlo desde dicha fecha gracias a la referida sentencia. Y no solo se nos ha otorgado el amparo por tan alto tribunal en más de una ocasión, sino que hace menos de una semana hemos logrado vencer al peor de todos los Goliat -Hacienda- logrando con mucha fe y ahínco que la Audiencia Nacional deje a la AEAT sin cobrar 3.563.960,52 euros de la liquidación realizada al parque empresarial de MARCHALHENDÍN, tras un recurso formulado como administradores concursales de dicha entidad, lo que permitirá que dicho importe pueda ir destinado a pagar a otros acreedores, empresas que seguro lo necesitan mucho más que Hacienda.
Nunca hay que tener aprensión cuando se cree firmemente en lo que se reclama como justo y se cuenta con un buen asesoramiento, ya sea ante nuestros iguales o frente a las administraciones públicas, en todo caso una buena dosis de obstinación y perseverancia. Porque nada que nos propongamos, bajo el amparo de las leyes, nos dará mayor satisfacción que vencer a un Goliat.