Toma que Toma que Toma
La Plaza del Carmen fue escenario, un año más, del tumultuario duelo verbal entre partidarios y detractores de la Toma. Es el único logro tangible que los impulsores del manifiesto en contra de la conmemoración han logrado después de más de treinta años desde su denuncia pública. Gracias a ‘Ideal’ hemos visto esta semana una galería de fotos tomadas desde tiempo inmemorial en la Plaza del Carmen con ocasión del Día de la Toma y en esa galería se puede comprobar cómo secularmente entre la muchedumbre no aparece una sola bandera ni indumentaria falangista hasta finales de los 80, justamente como réplica a la difusión del Manifiesto. La cosa iba in crescendo hasta que el año pasado, por una gestión conjunta del alcalde y el entonces subdelegado del Gobierno se consiguió frenar la presencia de ‘batasunos’ y ultraderechistas de toda laya que año tras año se concentraban frente al caserón del Ayuntamiento con sus desfasadas banderas, para vergüenza y espanto de quienes -la mayoría- tan solo aspiran a presenciar el pasacalles y contestar con un “qué” festivo a las invocaciones por Granada, España, Andalucía, los Reyes Católicos y demás.
Es milagroso que los incidentes verbales no hayan ido a mayores, para desilusión de algunos que sueñan con que esa chispa un día prenda y alimentar así su absurda retórica que pretende descargar sobre las espaldas de los asistentes todos los efectos de su simplismo calificador. Ese simplismo que ya van viendo los resultados electorales que les reporta. Ignoro si este año se ha actuado obligando a dar media vuelta a los autocares que desde la extrema derecha a la extrema izquierda de España venían aquí a dar la tabarra, aunque sí se apreció cierto repuntede presencias indeseadas.
Este año, claro, ya contábamos con un crecido Vox, ese partido de ultraderecha pletórico por sus resultados electorales y su consecuencia inmediata: la partida política en Andalucía en estos días anteriores a la investidura del próximo presidente de la Junta, una partida que se juega exactamente donde Vox quería. Era previsible, así, un Vox encantado de conocerse en este 2 de enero. Y en estas llegó el PP…
Al PP siempre le ha gustado jugar a ver quien la tiene más larga. La bandera. Ya que estábamos de reconquista, en la Plaza del Carmen se dedicó a repartir banderas rojigualdas sin reparo a la incongruencia histórica de repartir una enseña que es posterior al hecho histórico que se conmemora. Si así se sienten más realizados, si piensan que así recuperarán los votos perdidos a derecha e izquierda, adelante. En esta recóndita columna nadie encontrará una crítica a quienes llevan la bandera de España por bandera. Quien se haya tomado la paciencia de seguir tan recóndita columna habrá percibido que más bien se critica lo contrario. Es decir, el ‘regalo’ que la izquierda brinda a la derecha al hacer dejación de los símbolos del Estado. Lo cual no resta para apreciar el oportunismo del reparto.
Con esas banderas tuvimos un elemento más para volver sobre tan manido y aburrido tema. Que me aburre a mí, que les aburre a ustedes… Que ya está bien, hombre. Que al que no le guste, que no vaya. Y que nos dejen en paz a los que sí nos gusta. Que por mi parte, estoy muy contento de que la entrada de los Reyes Católicos en Granada -un hecho de enorme repercusión en 1492 en toda Europa- nos introdujese en Occidente para siempre. No servirá de nada: el año que viene estaremos aquí otra vez hablando de lo mismo…