Ucranianos en Granada: "Estamos preocupados por nuestras familias y amigos, no sabemos qué puede venir después"
Dos ciudadanos de este país residentes en la provincia cuentan cómo viven desde la distancia la tensión con Rusia
La comunidad internacional está sufriendo un contratiempo de gravedad. Otro más que añadir a la larga lista de conflictos que ha visto el planeta a lo largo de su historia. Aunque cabe destacar que este no es del todo nuevo, en la actualidad está viviendo uno de sus momentos más tensos. La contienda ucraniano-rusa viene copando todos los telediarios y las páginas de los periódicos en las últimas semanas, y la ciudadanía, con su habitual tendencia a opinar, se pronuncia tanto en redes como en las conversaciones del día a día.
La guerra entre los dos países lleva acentuándose desde hace ya tiempo. Al ser Ucrania parte de la Unión Soviética que desapareció en 1991, el gobierno ruso considera que ha de mantener cierto control sobre el territorio vecino. Así, Rusia se anexionó unilateralmente la región de Crimea en 2014 al deponer los ucranianos al presidente prorruso Víktor Yanukóvich, empezando la tensión entre los rebeldes a favor de Rusia contra el ejército de Ucrania que hasta el momento ha dejado, según fuentes especializadas, cerca de 14.000 fallecidos. En la actualidad, unos 100.000 soldados rusos están a las afueras de su país vecino, situación que inquieta a los ucranianos. Pese a que Rusia niegue una invasión, no se sabe con certeza sus intenciones, lo que acentúa la incertidumbre. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha iniciado los contactos con Vladimir Putin por lo que pueda suceder, creando una cuestión a nivel global.
Según los datos del padrón, unos 550 ucranianos residen en Granada, y todos con la mira puesta en lo que sucede en su país. GranadaDigital ha hablado con dos de ellos para saber cómo viven el conflicto. Artem es natal de Krivói Rog, una ciudad del óblast de Dnipropetrovsk cerca de la zona de guerra y un centro industrial y militar de relevancia. Llegó a España en 2007 debido a que su suegra residía aquí y por trasladarse a un país pacífico para educar a sus hijas y ofrecerles una mejor vida. Actualmente vive en La Zubia. Es un licenciado en Ciencias Ecológicas y Geológicas por la Universidad Nacional de Kiev y ha trabajado en la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania. Al encontrarse entre los reservistas militares en la guerra, decidió no presentarse y abandonar el país.
La situación bélica en el país lleva extendiéndose desde hace ya varios años, por lo que afirma que ha habido momentos más duros. "Cuando se produjo la conquista de Crimea y de la parte este de Ucrania las circunstancias estaban más tensas, creando pánico en unos ciudadanos que creían que iba a haber más invasiones", asegura. Así, muchos ucranianos comparten un punto de vista común en el que, desgraciadamente, ven el conflicto como algo normal. Sin embargo, y como es lógico, la preocupación y el miedo por sus compatriotas está ahí, especialmente por "mis seres queridos, mis amigos y mi familia". "Estoy preocupado por lo que podría pasar después y también inquieto por la situación económica y del resto de los ucranianos", añade.
Preguntado por su familia, Artem explica que su madre y su hermana viven su vida como si nada pasara, aun con el resquemor de que algo grave puede suceder. No obstante, se queja de ciertos problemas que tienen que ver con sus negocios. "Mis amigos me cuentan que hay clientes que anulan sus pedidos por culpa de la inestabilidad existente". Esto supone un duro revés en un país que, en boca de uno de sus ciudadanos, se basa en "trabajar y sobrevivir".
"Mucha gente en Granada me muestra su preocupación y pregunta por las circunstancias y por nuestra familia"
El conflicto ruso-ucraniano está siendo seguido muy de cerca por toda la comunidad internacional, tanto los Estados como las organizaciones. Respecto a ello, Artem agradece el apoyo material que está recibiendo Ucrania por parte de la OTAN y los demás países, ya que "sin ella, probablemente sería muchísimo más difícil frenar el ataque militar". Al mencionar a Rusia, no resultaría sorprendente que el ciudadano del territorio vecino tenga una percepción de enemistad. Pero no es del todo así. Artem cuenta que sus sentimientos son "normales, en un país el cual siguen viviendo seres queridos, como mi tío y mis primos. Allí hay una dictadura abierta con corrupción total".
Es un residente más en Granada, pero al provenir de un lugar que está en boca de todos, no faltan las conversaciones sobre ello cuando se topa con vecinos o con granadinos que se enteran de su origen. "Mucha gente muestra expresiones de preocupación y pregunta por las circunstancias y por nuestra familia. En múltiples ocasiones, a mis hijas en los colegios e institutos les han preguntado sobre lo que está ocurriendo, tanto profesores como alumnos", apunta. Por último, este ucraniano sostiene que se está adaptando a su vida en la provincia, aunque no esconde el deseo de volver a su país para visitar a sus seres queridos "si las circunstancias mejoran".
El segundo de los ucranianos entrevistados prefiere mantener su anonimato, aunque, como es lógico, se muestra preocupado por lo que está pasando. Aun así, afirma que está "un poco acostumbrado, porque cada año ocurre algo similar, pero de menos intensidad. Ya te acostumbras y no te importa mucho. Quiero decir, sí te importa, pero no lo ves como algo tan extraordinariamente peligroso", asegura.
Pese a estar a cientos de kilómetros de su familia, no ha perdido el contacto con ellos, pues, para apoyarlos, "ya está internet". Es cierto que no son de Crimea, que es la zona más afectada, por lo que su vida, económicamente hablando, no ha cambiado mucho, si bien "se están preparando psicológicamente para lo que pueda venir", al igual que él mismo. El miedo se convierte en un sentimiento común que está impregnado ya en su ser. "Eso no debería ser así, pero yo no puedo cambiar nada, solo lo puede hacer el país agresor". Como en todas las circunstancias en las que las personas se sienten amenazadas, esta vez también se ha producido una respuesta. Aunque el grado del desafío determina la respuesta. Si en marzo de 2020 lo que se puso de moda era el papel higiénico, en este caso lo que se compra son armas de caza, la única manera legal de obtenerlas.
Volviendo a la familia, explica que su hermanastro y la mujer de este son soldados y están en la guerra, mientras que algunos de sus conocidos tienen ganas de apuntarse a Defensa Territorial, que es una especie de ejército ligero con un conjunto de medidas para garantizar la seguridad del país, o como voluntarios. De todas formas, comenta que "todavía no ha ido nadie, aunque hay gente que se ha presentado".
"Rusia es un enemigo histórico, hay cosas que no se perdonan"
Las relaciones entre Rusia y Ucrania están deterioradas, y la tensión ha ido in crescendo. En esta tesitura se encuentra este ciudadano ucraniano en Granada, que califica al Estado presidido por Vladimir Putin como un "enemigo histórico", a la altura del conflicto árabe-israelí. "Hay muchas cosas que se hicieron y que no se perdonan", recuerda mencionando al Holodomor, el holocausto ucraniano de los años 30 donde murieron de hambre más de cuatro millones de personas. Además, menciona que la madre de su abuelo, de origen tártaro de Crimea, fue deportada hacia Asia Central, siendo declarada enemiga del Estado. Así, resume su indignación con Rusia añadiendo que "incumplió más de 300 tratados internacionales firmados con mi país".
La confrontación entre Ucrania y Rusia lleva en boca de todos unas semanas y, al salir en los medios, hace que la población general se interese por cómo lo están viviendo las personas afectadas. "En Granada muestran su preocupación y me preguntan. Se portan bien conmigo", sostiene el ucraniano. Además, comenta que cualquiera puede ayudar económicamente a las distintas asociaciones, dinero que se destina tanto al ejército como a los civiles de la zona.
La posibilidad de una invasión está ahí, pero sería el peor escenario para Ucrania. Aun así, y con el secretismo de las intensiones rusas, no cree ni que se trate de una ocupación completa ni incluso que esta posibilidad se lleve a cabo. Varios medios apuntan a que son 100.000 los soldados que están a las puertas del país vecino, aunque el ucraniano residente en Granada ha escuchado a expertos rechazando la viabilidad del asentamiento. "Parece que es una especie de provocación. No es una preparación de guerra, porque para ocupar Ucrania necesitas muchos más soldados", explica el entrevistado.
El apoyo internacional
La situación bélica entre los dos países repercute, como no puede ser de otra manera, en las altas esferas de los demás Estados. Asimismo, estos adoptan posturas en favor bien de Rusia, de Ucrania, o una neutral. De esta manera, este ciudadano ucraniano que prefiere guardar el anonimato opina que "el apoyo depende del país. Nos apoyan muy bien Estados Unidos, Turquía, Canadá, Reino Unido, Lituania, Polonia o los países bálticos. A estos últimos, el conflicto ucraniano les resulta muy familiar, y, como salimos todos del Pacto de Varsovia, saben nuestras necesidades. Todos ellos están con Ucrania y le mandan aviones con ayuda militar". No obstante, él preferiría una mayor intervención, aunque entiende que "cada país ayuda como puede, unos más y otros menos".
Como en todos los acontecimientos, la población española espera a ver cómo se mueve el Gobierno para criticar o alabar su gestión. Desde un punto de vista imparcial, el entrevistado conoce que España es, por naturaleza, "un país neutral, al que no le interesa mucho la política internacional y que solo apoya a los países con los que tiene frontera". Sin embargo, hay algo que le preocupa y mucho: la influencia rusa dentro de la frontera española y sus seguidores que, afortunadamente para él, son una minoría. Entre sus antagonistas destacan los 'bukaneros' (grada de animación del Rayo Vallecano con fama de bullanguera) o "un profesor de la UGR que participó en un acto propagandístico ruso y visitó Crimea sin el permiso de Ucrania, algo ilegal".
Está claro que los ucranianos sienten de primera mano la preocupación por algo que está pasando en su país, aunque se encuentren a miles de kilómetros. Guerras, invasiones, conflictos, política. Todo esto está pasando ahora mismo en Ucrania y, aunque suene muy duro decirlo, la población ya está, en cierto modo, acostumbrada. Veremos cómo y cuándo finaliza, pero lo que está claro es que la situación no solo afecta a un territorio físico, sino a millones de personas.