La última cerería de Granada desaparecerá después de Semana Santa

Francisco Rivero ha dedicado toda su vida a la cerería y este año pondrá punto y final a un negocio de tres generaciones y que ha dado luz a toda una ciudad

Cerería Rivero (3)
'Cerería Rivero' en calle Libreros número 4 | Foto: Pedro Castro
Pedro Castro
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A los pies de la Catedral de Granada y a la altura de la Iglesia Parroquial del Sagrario se ubica ‘Cerería Rivero’, la última que queda en pie de la capital nazarí. Hasta el centro de la ciudad, en un sitio privilegiado, se encamina todas las mañanas Francisco Rivero, el actual dueño de este negocio familiar con un siglo de historia y tradición. Allí se encuentra rodeado de una gran variedad de cirios, esculturas de tamaño pequeño y típicos souvenirs de Granada. Él lidera la tercera generación de una cerería que empezó con su abuelo en el año 1930. Este, junto con su tío, empezaron a confeccionar velas con la cera que sacaban de las colmenas. El padre de Francisco terminó quedándose con la empresa y en 1961 abrió la tienda actual. Por ahí han pasado todos sus hermanos hasta que finalmente pasó a ser propiedad de Francisco, quien vio nacer el local cuando apenas tenía dos años.

“Fabrico poca cosa ya. Hago algún tipo de vela normal, algún cirio pascual… pero muy poco. Estoy solo, no puedo hacer muchas cosas”, dice Francisco con cierta pena. Aparte de la tienda de la calle Libreros, sigue manteniendo una fábrica pequeña y artesanal situada en Camino de Purchil, aunque reconoce que la actividad allí ha disminuido considerablemente, por lo que la mayoría de los productos los adquiere de otras empresas. El cirio pascual es lo que más se vende. Su especialidad siempre han sido la vela del santísimo y el velón de siete días, variedades que produce durante todo el año.

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Al ser preguntado por los trucos para la perfecta elaboración de los cirios, reconoce la complicación y el esfuerzo que conlleva que una vela arda adecuadamente. Entre otros factores, depende de si es más fina o más gruesa, del tipo de cera y de la mecha. “Yo llevo toda la vida y no sé hacer velas”, confiesa Francisco mientras lamenta que “siempre tenemos problemas con esas cosas”.

Un siglo ligado a las hermandades y parroquias

El oficio de la cerería ha estado vinculado a la Semana Santa desde sus inicios. En el caso de ‘Cerería Rivero’ no podía ser menos, y es que Francisco cuenta que antiguamente trabajaban para todas las hermandades de Granada. Desde ceras de candelería y velas para penitentes hasta cirios más grandes. Sin embargo, por los recortes en la actividad del taller se ha visto obligado a dejar de lado los volúmenes grandes. En su lugar, las cofradías le piden productos como el incienso, el carbón o la cera líquida. “La actividad fuerte es ahora. Luego hay épocas de algunas procesiones en pueblos pequeños, que te piden velas, pero baja mucho la actividad”, afirma.

A pesar de ser un pequeño negocio del centro de la ciudad, el ratio de alcance de la cerería es muy amplio. Desde enviar pedidos para pueblos pequeños de Granada, hasta recibir encargos para todos los rincones de España. “De Gójar vinieron el otro día a por carbón e incienso. De Loja también. Estamos teniendo buenos resultados”, dice mientras un párroco de Loja cruza casualmente la tienda. Tal y como exige el nuevo contexto digital, las tecnologías de la comunicación y los nuevos medios interactivos, Francisco cuenta con una página web en la que, aparte de mostrar su catálogo, tiene habilitado un formulario de contacto que, según reconoce, funciona bien. Los clientes estrella, que además compran durante todo el año, son las parroquias. Mientras Francisco contaba sus andaduras, un señor que conoce desde hace mucho tiempo entró a la tienda en busca de velas para una iglesia. Venía de parte de la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz. Al marcharse, Francisco hace mención al Convento de la Piedad mientras señala un cirio de gran tamaño que aguarda y tiene reservado en su mostrador para esta joya arquitectónica del siglo XVI.

Un oficio en peligro de extinción

“En Granada no hay nadie que haga velas, nada más que nosotros”. Antiguamente había 4 o 5 cereros, pero terminaron cerrando. Nosotros igual. De aquí a noviembre probablemente me jubile y dejaré el negocio”, comenta Francisco en referencia a la pérdida progresiva del oficio del cerero en la ciudad. El mercado que existe en Granada está muy limitado, de modo que otras potencias andaluzas en materia de cerería, como Jaén o Sevilla, son las que toman el control y el poder. ”Si nadie profesa en su tierra, lo mejor es lo de fuera aunque venga una cosa de poca calidad", dice apenado. Este cerero reconoce, con cierto pesar y duda, que haber llegado a este punto puede deberse a que las cosas no se hayan hecho bien en Granada.

‘Cerería Rivero’, como otros muchos negocios pequeños, experimentó una crisis económica por culpa de la pandemia de Covid-19. Dice haberlas pasado “canutas”. Sin embargo, la empresa logró remontar en cuestión de pedidos y movimiento. “Ahora es otra historia. La gente tiene ganas de procesión, de salir. Está bien dentro de lo pequeñito que soy”.

Preguntado por cómo prevé el futuro de la profesión, Francisco explica que hay gente realmente interesada en quedarse con su negocio. En cambio, mantenerlo en buenas condiciones es complejo puesto que requiere de una inversión grande. Especialmente en Granada, donde según dice no hay gente que conozca el oficio ni tenga experiencia en cererías. “A mí me gustaría seguir y si tuviera posibilidades continuaría porque lo he vivido toda la vida”, dice el cerero con una sonrisa en la cara.

Si algo resulta evidente es que Francisco se ha entregado en cuerpo y alma a este trabajo que poco a poco la ciudad de la Alhambra está viendo desaparecer. Con el cese de esta cerería, Granada se quedará sin representación de un sector que alimenta con luz a tantas hermandades e iglesias andaluzas, y del resto de España. La crisis económica, el mermado interés en las profesiones de siempre y la fuerte competencia de empresas grandes dificultan que, negocios como el de Francisco, puedan hacerse un hueco en el futuro. “Con las velas no podemos comer. Con la cerería no vives”, concluye el último cerero de Granada.