La última piscina pública de verano de Granada sobrevive en Almanjáyar

La capital cuenta con algunas piscinas cubiertas privadas y públicas, pero orientadas solo a un uso deportivo

Piscina Municipal de Almanjáyar Granada
Piscina de Almanjáyar, en Granada | Foto: M. R.
Mayte Ruiz
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42 grados a la sombra. Las calles de Granada, este próximo fin de semana, se asemejarán más al set de grabación de una producción apocalíptica que al de una ciudad de historia labrada en arcilla. En ausencia de una capital bañada por el mar Mediterráneo, los granadinos buscan espacios en los que sofocar el calor durante los meses de julio y agosto. Esos oasis de ciudad son las piscinas públicas descubiertas, que desde 2015 se escriben en singular: la piscina municipal de Almanjáyar.

Esta piscina se encuentra en la calle Pedro Machuca, número 37. Está abierta de lunes a viernes desde las doce del mediodía y los fines de semana desde las once de la mañana hasta las ocho de la tarde. El complejo cuenta con bar, espacio de césped amplio donde los visitantes pueden colocar sus pertenencias, sombrillas gratuitas y dos piscinas. Además, hay dos socorristas durante toda la jornada para velar por el cumplimiento de las medidas 'anti Covid' y vigilar a los bañistas.

Hasta 2015, los granadinos podían elegir entre esta piscina o la de Fuentenueva, perteneciente a la Universidad de Granada. El Ayuntamiento, desde entonces, no se ha pronunciado sobre una posible rehabilitación o reapertura.

Otra opción es acudir a piscinas públicas cubiertas, cuyo uso ha quedado desplazado al deportivo, como las piscinas de Arabial, Bola de Oro, Zaidín, La Chana y la de la Facultad de Ciencias del Deporte. Todas ellas mantienen un horario limitado en verano, lo que dificulta su disfrute durante la temporada estival.

La tercera alternativa reside en las piscinas privadas descubiertas, de centros deportivos como O2 Wellness o We Fitness, y cubiertas, de Inacua, Go Fit Maracena, Yo10, o Spazio Fitness Reebok. Para acceder a ellas es necesario pagar cuota, de día o mensual, en dichos centros, por lo que su acceso está limitado.

Años ochenta

El modelo de complejo al aire libre que alcanzó su pico de éxito durante la década de los setenta y los ochenta ya es parte del recuerdo de los vecinos de la capital. Las piscinas Miami, Neptuno, Paraíso, Nevada, Hípica o Camping Motel permanecen en el imaginario veraniego colectivo. El precio de entrada oscilaba entre las 50 y las 75 pesetas y lograban una afluencia de 200 personas al día durante la semana y el doble en fin de semana o festivos.

Años más tarde, a partir de la década de los 90, los municipios del Área Metropolitana se sumaron a la tendencia e inauguraron sus piscinas públicas. Algunos pueblos como Pulianas, Churriana de la Vega, Armilla, Albolote, Alhendín, Peligros, Atarfe, Maracena, Las Gabias, Alfacar o Cenes de la Vega continúan abriendo cada año sus instalaciones municipales para alegría de sus vecinos.

Lejos queda ese viejo mapa de una Granada minada de frescor en forma de piscina pública. A pocos días de la primera ola de calor del verano, la melancolía corre rauda, y los granadinos con ella, en dirección a la calle Pedro Machuca donde habita la última piscina de verano superviviente en la capital.