Un año perdido

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Luis Salvador, durante un Pleno | Archivo
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Esta semana se cumple un año de la llegada del Gobierno bipartito (Ciudadanos y PP), o tripartito (cuando se suma VOX), al Ayuntamiento de Granada, por ello resulta tentador hacer un balance de lo realizado por el equipo de gobierno. Por lo que sabemos, poco, o nada, se ha hecho por la ciudad y sus habitantes, se puede decir, sin ser demasiado derrotista, que este ha sido un año perdido para la ciudad.

La desolación política en la que estamos en la Plaza del Carmen se ha visto agravada por la llegada de la pandemia que ha puesto aún más en evidencia la incompetencia del gobierno municipal. Sirva como ejemplo el colapso de los servicios sociales en momentos que han sido vitales para personas en situación de vulnerabilidad.

El año transcurrido ha estado ocupado en las disputas por si el acuerdo (PP, CS, VOX) para desalojar del gobierno al PSOE que fue el partido más votado, sería bicéfalo en alternancia bianual o si Salvador (con 4 concejales de 27) le cedería el sillón de la alcaldía al ya amortizado Pérez del PP. Una vez que este último ha sido abandonado a su suerte por su partido y el alcalde tiene asegurado -de momento- el mando, este está dedicando sus escasas capacidades a lidiar con las malas relaciones entre su propio grupo, sirva de ejemplo la firma del pacto para posibilitar la aprobación de un presupuesto para el ayuntamiento tras cinco años de falta de acuerdo, trabajado a sus espaldas.

Pero no voy a seguir por ahí, voy a centrarme en lo que yo creo que debe hacer la política que es no es más que proponer soluciones a los problemas de la ciudadanía y a gestionar el interés general.

Hablando de interés general y de Granada llama la atención que a día de hoy cuando los grandes museos han abierto sus puertas, aunque con las cautelas necesarias, la Alhambra siga cerrada, en su página web se puede leer aún “cerrado temporalmente” sin anuncio alguno de reapertura, a pesar de que inicialmente se dijo que se abriría en fase 2 de la desescalada. Acaban de decir que abrirá el día 17 de junio, por cierto sin aclarar cuales serán las medidas de seguridad. No estaría de más que la Junta dijera a que se debe que no se haya producido la reapertura como se está haciendo en otras instituciones culturales y cuando se va a producir. Incluso sería de esperar que para variar el alcalde, a la sazón vicepresidente del Patronato de la Alhambra se interesara por el asunto

Pero voy a volver al Ayuntamiento.

Las ciudades tiene identidad y la de Granada está vinculada a la cultura y al patrimonio cultural, lo que nos ha posibilitado ser un destino turístico exitoso, demasiado exitoso diría yo, ya que a medio y largo plazo los efectos depredadores de ese turismo descontrolado se dejan ver en la ciudad. De hecho tenemos el centro histórico y el Albaicín-Sacromonte, con el Realejo y la Churra en unas condiciones deplorables, con muchas viviendas vacías, sin equipamientos públicos para las personas que viven en esos lugares y con un tejido comercial destruido (les invito a pasear por el Zacatín, para que vean los efectos de la destrucción del comercio tradicional y su sustitución por las tiendas de baratijas para turistas, ahora completamente cerradas).

La apuesta por el mono cultivo del turismo en nuestra ciudad, ha generado deterioro en la calidad de vida de los residentes, desplazamiento de los mismos a otras zonas, degradación de los espacios públicos y caída de otras fuentes de desarrollo como el comercio en la ciudad. Todos estamos recuperando el placer de pasear por la ciudad vacía de turistas, porque ya había lugares que nos habían sido arrebatados por ese turismo masivo y depredador que invade nuestra ciudad y otras muchas.

Quizás la crisis sanitaria y sus consecuencias puedan ser la oportunidad de repensar ese modelo, todos estamos convocados, ya hay mucha gente pidiéndolo, el turismo debe ser sostenible y la organización de la ciudad debe hacer compatibles las visitas con el buen vivir de los residentes, es importante conciliar los intereses de hosteleros y comerciantes, pero sobre todo debemos velar por el derecho de la ciudadanía a vivir su ciudad, a disfrutar de sus espacios públicos, a acceder a una vivienda, a gozar de sus instituciones patrimoniales, de sus monumentos. Esta tarea es fundamentalmente responsabilidad del gobierno municipal, donde el urbanismo, la revitalización urbana de varias zonas de nuestra ciudad, la política medioambiental, la apuesta por la economía circular y el comercio de proximidad, la programación cultural (ahora inexistente) requieren de planes con presupuesto y contar con los agentes implicados y la colaboración institucional para poder ser realizados.

Las políticas culturales requieren de las sinergias con otras políticas urbanas, así se recoge en la agenda 2030 para el desarrollo sostenible. El Alcalde de Granada se ha limitado a seguir impulsando la candidatura de nuestra ciudad a capitalidad cultural europea en 2031 y lo único que sabemos del proyecto es que se iba a presentar un plan estratégico hace ya muchos meses que aún no conocemos. Me temo que se piense en un evento más, en lugar de en una oportunidad de repensarnos como ciudad. Cuantos años aún tendremos que perder…