Un AVE con freno y marcha atrás
Nos habíamos quedado muy tranquilos con aquella pentacolumnada apertura según la cual los maquinistas del AVE estaban ensayando entre otras cosas para que dos trenes que circulan por la misma vía no choquen entre sí. Se ve que las pruebas no fueron todo lo exigentes que la ocasión requería o el nivel de la autoescuela a la que asistieron los aspirantes a maquinista dejaba algo que desear, el caso es que este domingo pasado uno de los AVEs con destino Granada se pasó de intercesión y tuvo que frenar y dar marcha atrás, dejando en evidencia una vez más aquel pentacolumnado publirreportaje de septiembre de 2018 con el que tanto el filtrador como el 'pisado' creyeron amortiguar el efecto de una evidencia: el AVE no llegaría a Granada hasta junio de 2019. Como así fue.
Tras el incidente del domingo -por fortuna, no accidente- hemos sabido ahora que el error tuvo su origen en un remoto centro de control localizado en la estación de Atocha. Aunque lo más preocupante, según hemos ido leyendo, resulta de saber que la incidencia no es infrecuente, que se había producido en otras líneas con anterioridad. Eso sí, Renfe o Adif -que uno ya se pierde con tantas siglas- asegura que el pasaje nunca corrió peligro. Menos mal. Este humilde y recóndito columnista no quiere enredarse en la reflexión siguiente: ¿cómo es posible que un tren que circula marcha atrás por una vía por la que detrás vienen otros trenes no supone riesgo para los pasajeros de ambas composiciones? Vamos, que me pongo en la piel de alguno de esos pasajeros y el tembleque no me lo calman ni cinco publirreportajes como aquel pentacolumnado de hace un año...
Para evitar hacer chiste sobre una situación que por fortuna se queda en incidente, vino en nuestra ayuda el alcalde de Granada, Luis Salvador, que estos días entró también marcha atrás en el asunto del AVE. Salvador, ya en su papel de regidor, dijo ahora que no es necesario el soterramiento de la vía por La Chana. Leyendo el titular me sentí rejuvenecer, al igual que los protagonistas de la obra de Enrique Jardiel Poncela, 'Cuatro corazones con freno y marcha atrás'. Es decir, que si esos cuatro personajes rejuvenecen al saborear el elixir de la inmortalidad, para un 'granaíno' como yo rejuvenecer es comprobar una vez más cómo los grandes temas de debate en esta ciudad jamás prescriben y perduran y sobreviven más allá del inalcanzable y siempre postergado día en que, alcanzado el objetivo, podría pensarse que la polémica ha concluido.
Y no quiero pasar por alto que quizá Salvador tiene razón, que las cosas -de acuerdo- se hicieron mal pero que una vez solventado el caso, aunque sea con sus defectos, las prioridades son otras. Un baño de realidad en el que tantos políticos se sumergen cuando abandonan la cómoda butaca en la que ven los toros desde la barrera de la oposición y pasan a la incómoda tarea de gestionar.
Con lo que desembocamos, nuevamente, en este lance del AVE granadino que tantos sinsabores ha dado en las dos décadas transcurridas desde que se comenzó a hablar de él. Desde aquella 'solución Álvarez Cascos' -por el nombre de aquel político de formas rudas y primitivas- con una propuesta allá por 2001 creo recordar tildada en su momento de humillante pero que, a la larga, hubiera entrado en servicio antes que la actual. Desde la reacción demagógica de la Junta de la época, lanzándose por su cuenta sin consensuar con el Gobierno de la época, como aconsejaba la prudencia, a la reacción desabrida de Cascos llevando al Constitucional la iniciativa del ejecutivo de Chaves . Total, que unos y otros se enredaron en una 'polémica a la granaína', esas que tantos nos gustan aquí, una mitad contra la otra mitad, por medio vino la crisis y todo pasó a un proceso en vía muerta que incluyó cuatro años sin tren y muchos más sin AVE.
En el fondo, todo es tan verdad como ese escrito que circula por las redes sociales: "Había dinero y fondos europeos suficientes en 2004 para haber acabado ya hace algún año el AVE Antequera-Granada. No sólo era el AVE de Granada a Madrid, que también, sino que iba a ser el AVE que uniera Sierra Nevada y la Costa del Sol, el que uniera los 600.000 habitantes del área metropolitana de Granada, con la gran conurbación de más de un millón de Málaga en apenas 40-45 minutos...."
El escrito deriva en otras consideraciones sobre nuestros políticos y su subordinación a Sevilla que yo no me atrevería a desmentir. "Se les ocurrió que no bastaba la conexión AVE existente Sevilla-Córdoba-Málaga (2 horas) y debía hacerse otra línea más 'regional' y más directa por las tierras sevillanas de Osuna y Marchena, para unir Sevilla y Málaga aún más rápido con la excusa del 'Eje Ferroviario Transversal Andaluz'. Por casualidad -no vayan a pensar mal-, mientras el AVE Granada-Antequera "esquivaba" el aeropuerto granadino, el Sevilla-Antequera pasaba por el sevillano aeroódromo de San Pablo, "de tal forma que los recursos, que se pudieron y debieron concentrar entre Antequera y Granada (que ya habría tiempo después para continuar de Antequera a Sevilla) se dividieron entre las dos obras, alargándolas en el tiempo y eternizándolas".
Cuando la crisis asomó como orejas de lobo, "el dinero que falta para la variante de Loja y la integración del ferrocarril en Granada lo ha tirado la Junta de Andalucía en el ibertren de Marchena a Osuna", dinero que pudo venir en su día para haber terminado el AVE de Granada. Aquí se necesitan 50 minutos para viajar desde Granada hasta a Antequera gracias a la chapuza de Loja: Málaga, así, "seguirá más cerca por carretera", con lo cual no se posibilita la relación ferroviaria con la Costa del Sol, "que sería la que diera viajeros y rentabilidad a la infraestructura". La ruta a Madrid, "larga y costosa por el tremendo rodeo por Córdoba", no dará nunca para más de dos o tres trenes al día. Y con Sevilla no da tampoco para más de los cuatro trenes que ya hay. ¿Conclusión? Para los autores del escrito, "nunca se acabará la variante de Loja ni se hará una nueva estación de Granada, por la sencilla razón de que para 10 trenes al día, sobrará con esa vía para los próximos 50 o 60 años". Hay que confiar en que esta última parte de la denuncia no resulte tan premonitoria como clarificadora es para el desenlace de esta historia la introducción de los hechos