Un empate que parece una victoria pero es una derrota

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Foto: F.W. Alanzor
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Antes de nada, perdón por el extenso titular pero no se me ocurría mejor manera de resumir lo que leo, veo y escucho en estas últimas 24 horas. El Granada firma tablas contra el Sevilla, y plantilla y cuerpo técnico lo celebran como si de una permanencia se tratase. No entiendo nada. O a lo mejor, que quizás es lo más seguro, yo no tengo ni idea de fútbol. «Hemos logrado un punto ante un gran rival. Solo nos ha faltado marcar el 2-0, pero ha sido un buen día para comprobar que sí se puede. A pesar de que se hayan escapados dos puntos estoy convencido de que con este esfuerzo y sacrificio el equipo va a tener opciones de salvarse. La plantilla transmite mejores sensaciones», apuntilló Abel tras el empate logrado ante los de Unai Emery. Sinceramente, para mear y no echar gota.

Son bonitas palabras y buenos deseos, pero el discurso del entrenador es pan para hoy y hambre para mañana. Cuando tienes 25 puntos, estás a tres (más el goal-average) de la salvación y solo quedan seis jornadas en juego, ¿de qué narices sirven las sensaciones positivas? No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y en el Granada esta temporada se han hartado de comprar cupones de la ONCE.

Con todos los respetos, pero en el fútbol, cuando se está en una situación límite y agónica, como lo está el Granada, ni buenas sensaciones ni niño muerto. Solo sirve ganar, sumar de tres en tres, y eso lo ha hecho el conjunto nazarí en cuatro ocasiones esta temporada. Sí, repito. Cuatro victorias ha logrado el Granada en toda la Liga. Justo las mismas que se han marcado para este rush final del campeonato y que piensan en el club que les daría la salvación. Está claro que arrodillarse, ni en la guerra. Pero por favor, no nos vengan con discursos emocionales que aquí, lo único que sirve para poner remedio a esta interminable agonía es ganar, y volver a ganar, y otra vez volver a ganar... no empatar. Lo dijo un Sabio, no un cualquiera querido Abel.