Un funeral para el Retroback
Hasta las narices. Dani esta hasta las narices. Hasta las narices de esta ciudad hipócrita y cainita. Hasta las narices de aduladores y portamedallas. Hasta las narices de besos, farolas y otros instrumentos de hacer política. Hasta las narices del respeto al asiento. Hasta las narices de chiringuitos ocupacionales que de hacer nada, pasan a hacer lo mismo. O sea, nada. Hasta las narices de hundirnos en el progreso. Hasta las narices de promesas de las promesas. Una promesa destrona a otra, y como en la escuela: así sucesivamente. Hasta las narices. Dani está hasta las narices.
Yo procuro consolarle: “Hijo mío, eso es por culpa del resfriado”. Vaya época. En casa hemos caído los cinco de una vez. Y creo no somos los únicos. De hecho, dice Dani que cuando el otro día visitó con el cole el Ayuntamiento, allí nadie hablaba. Debían estar todos resfriados. Eso sí, sonrisas muchas. Y palmaditas en la espalda. Y aplausos. Todo va bien. Todo. Viva Granada!!!. Y cuando en fila retomó la ciudad, lo propio, lo de todos los días, lo mismo de siempre, el señor en el suelo sentado pidiendo, la gente cabizbaja, el del perro suelto, el que mira y no sabe dónde mira, la suciedad, la de dentro y la de fuera, el que se desespera en el coche, el de la desproporcionada multa por diez minutos de exceso, el que paga el impuesto de circulación y no puede circular, el que le suben el IBI porque el consistorio tiene que hacer actos con su dinero solo con la mirada puesta en renovar otro cuatrienio, el que usa un servicio antipúblico, el que acude con prisa a una oficina pública y a una mesa siempre vacía porque acaban acaba de irse a desayunar… como Larra, vuelva Vd. mañana… o no vuelva, aún mejor…
Entiendo porqué Dani no quiere crecer. Entiendo porqué no le atrae. Su mundo es mucho más perfecto que el que le ofrecemos cuando sale del colegio. Aunque las porterías no tengan red, estén rotas y el balón descosido. Dani es un auténtico superviviente, pero aún no sabe qué ni cuánto le vamos a dejar. Por lo pronto, lo que seguro que ya no, es una edición más del Retroback. Una pena. Una pena más. Qué importa. Imposible políticos que piensen en términos de construir ciudad. Obligación de un partido en alternancia: cambiar todo lo que recuerde al gobierno anterior. Como la Memoria Histórica, pero a lo bestia. No puede seguir con ese nombre. Parecería que no es del nuevo gobierno. Siete años de campaña de imagen con cargo a fondos públicos, de introducir internacionalmente un festival novedoso, de proponer una ciudad internacionalmente atractiva… todo a la basura. Adiós, Sean Hepburn, adiós. El que vino un día y quedó enamorado de esta ciudad.
Egos, egos y más. Personalismos absurdos. ¿Se acuerdan del caballo del Ayuntamiento y la tragicomedia que montaron hace más de doce años? Pues lo mismo. Sólo que en aquella ocasión acordaron dar de comer al caballo y dejarlo en paz donde estaba. Ahora no. Ahora no. Ahora el caballo lo hemos echado del Ayuntamiento. Y hemos puesto en su lugar, quien sabe, un brioso corcel o un asno que no para de mirarse al espejo a ver si de una puñetera vez lo convierten, o se convierte en príncipe. Paradojas del destino.
Dani quiere irse a vivir a Málaga. Allí hay sol, playita, jugar con la pelota, las sardinas del chiringuito… allí además se cree en su ciudad, en su imagen, en su proyección… y se cree de forma nítida, sin dudas, sin fisuras, sin devaneos políticos que ya comprobarán su nulo resultado en las urnas, sin postureos que nunca entiende la ciudadanía… y no se repara en el quejío de la pobreza, no se revuelca uno continuamente en ese lodo. Crecer. Sólo crecer. Nadie nos regalará nada. No sigamos esperando los Reyes Magos, el pelotazo… desprendámonos de lo que no nos permite vivir en paz, ni progresar. ¿Paradise? ¿Qué es Paradise? ¿Otros siete años para descubrir un sustituto del Retroback? ¿Tan ricos somos para despreciar siete años de campañas de imagen? ¿Quién pagará la nueva? ¿De verdad podemos permitirnos esos lujos? ¿Quién lo autoriza, quién paga ese capricho?
Lo dicho. Al menos, fin de semana a Málaga. A aprender andando la ciudad. Las penas con pan, son menos penas. Dice Dani que también a curarse el resfriado. Y a ver a mi amigo Juan Luis. En Pedregalejo, que él sabe mucho de eso. Y a escucharle. De lo mucho que ha recorrido y sus ojos han mirado, que no visto…