Un ladrido que alerta y ayuda a pacientes diabéticos | Vídeo
En Granada, cinco familias cuentan con un perro de asistencia médica que avisa si el usuario sufre una hipoglucemia o hiperglucemia, y otra tiene un cachorro que da apoyo emocional
El perro es el mejor amigo del hombre, como se suele decir, porque hay pocos animales que sean tan fieles y cariñosos. Es un apoyo fundamental para su dueño y lo es aún más cuando un simple ladrido puede ayudar a evitar capítulos complicados en quienes sufren una enfermedad como la diabetes. Es el caso de los perros de alerta médica, unos cachorros que tienen una conexión total con su propietario, y cuya ayuda es imprescindible en su día a día. Lo saben bien cinco familias de Granada que cuentan con perros de asistencia que han sido entrenados por la Fundación CANEM para ayudar a los pacientes con diabetes tipo 1 cuando sufren una hipoglucemia o hiperglucemia. El perro es capaz de detectar con antelación, a través de su olfato, las subidas y bajadas de glucosa en personas con diabetes y avisa a su dueño, mediante un ladrido, de que algo está pasando, por lo que puede así tomar medidas para no sufrir mareos o crisis.
“Su cuerpo produce una sustancia que se llama isopreno, con un olor característico, y el perro, que está enseñado desde pequeño, cuando huele ese olor le ladra para hacerle saber que está sufriendo una hipoglucemia o hiperglucemia. El dueño se mide la glucemia y ya toma las medidas oportunas, según la tenga en ese momento. Si está bajando, debe tomarse algo con azúcar y si está subiendo, debe ponerse insulina”, comenta a GranadaDigital Jesús García, padre de un joven granadino con diabetes que tiene un perro de asistencia. Los pacientes diabéticos tienen que controlarse el nivel de azúcar en sangre mañana, tarde y noche, lo que provoca que durante las 24 horas del día tengan que estar pendientes de lo que refleja el sensor que llevan puesto. Durante el día es más sencillo controlarlo que por la noche. Es entonces cuando el ‘marcaje’ de los perros de alerta médica es fundamental para evitar los riesgos que supone una subida o bajada del nivel de glucosa. Si el nivel está por debajo de 70 miligramos por decilitro (mg/dL) se produce una hipoglucemia, mientras que si está a más de 180 miligramos por decilitro se da una hiperglucemia.
“Tengo a Simba desde hace un año y ha sido un cambio bastante grande y para bien en mi vida, porque me da mucha seguridad saber que está pendiente de mi todo el rato y que, aunque esté estudiando o durmiendo, el perro me va a avisar antes de que algo me pase. Me avisa de las subidas y bajadas de azúcar, lo que me ha ayudado a mantener un control más estable de la diabetes”, comenta Alejandro García, de 17 años. Lo mismo le sucede a Pepe Castillo, un niño de 11 años que tiene el apoyo de su perra Cuba para avisarle de las bajadas y subidas de glucemia. “Me ladra si me sube o me baja y yo le doy premios si hace su trabajo bien”, asegura.
La vida de Pepe también ha cambiado desde que tiene a su perra de alerta médica, como comenta su madre, Araceli García. “Pepe debutó con 18 meses y se ha ido adaptando a las tecnologías de la diabetes. Tiene una bomba de insulina y un sensor que le indica el nivel de glucemia. Nosotros lo vemos mientras está en el colegio, con un reloj que nos vibra, pero la tecnología a veces falla”, asegura. De hecho, le sucedió una noche, momento en el que hay más tendencia a que se produzca una bajada del nivel de glucosa. “El sensor marcaba 120 pero el perro se subió a la cama y empezó a ladrar. Comprobamos el nivel de glucosa y lo tenía a 60. Gracias a los ladridos de Cuba hemos podido remontarle una hipoglucemia, que es muy grave. El perro nos ha salvado de una situación crítica”, destaca Araceli.
Para Rafael González, de 13 años, el apoyo y las alertas de su perro Lucky son también fundamentales. “Me ayuda cuando me da una bajada o subida de azúcar. Me ladra 20 minutos antes y no me da tiempo a que me dé esa hipoglucemia. Cuando me ladra, me paso el glucómetro y veo que no está estable y lo premio por avisarme”, asegura. Cuando el perro avisa mediante sus ladridos si se produce una hipoglucemia o hiperglucemia, hace el llamado ‘marcaje’, y después es recompensado con comida por parte de su dueño para premiar su labor. Ese premio consiste “en darle un porcentaje de la ración de comida que tiene determinada al día”.
Los perros de alerta médica son “uno más de la familia” y duermen junto a su dueño. “Tienen una gran conexión juntos y son un apoyo más, sobre todo por la noche, cuando están tan pendientes de si hay una subida o bajada del nivel de azúcar en sangre”, indica Covadonga Martín, madre de Rafael. Los perros de alerta médica también son capaces de detectar las crisis de desconexión sensorial o epilepsia, una enfermedad que provoca ataques repentinos con convulsiones violentas y pérdida del conocimiento. Aunque en Granada no hay ninguna familia con un perro de asistencia para esta enfermedad, en España sí son varias las familias que tienen uno para alertarle con antelación y prevenir que se produzcan estos episodios de epilepsia.
Los perros de asistencia también pueden aportar apoyo emocional a sus dueños, como es el caso del que tiene Mario Nobi, un niño granadino de 9 años con una discapacidad al que su perro Brown “le ayuda en su día a día a relajarse y tranquilizarse”, como asegura su padre, Fernando. “Llevamos dos meses con él y a Mario, al principio, le ha costado adaptarse porque no le gustaban los perros, pero ahora está encantado y duerme con él todas las noches”, apunta.
La Fundación CANEM es la que prepara estos perros de alerta médica para personas con diabetes y epilepsia. Desde su sede en Zaragoza se encarga de seleccionar, educar y adiestrar a estos perros, todos de la raza Jack Russell Terrier, para que, a través de su olfato, detecten con antelación las subidas y bajadas de glucosa en personas con diabetes y las crisis de desconexión sensorial o epilepsia. “La Fundación CANEM está en contacto continuo, da consejos de adiestramiento si el perro, por ejemplo, no ladra por la noche y no avisa”, asegura Covadonga Martín. “Me comentaron que el de mi hijo dejó de ladrar porque dormía demasiado relajado en casa, así que me dieron unos consejos para que volviera a ladrar y dar avisos por la noche”, indica.
Los ‘dulces’ detectores aportan tiempo y tranquilidad a sus usuarios. Ya son más de 100 familias en España las que cuentan con un perro de alerta médica de esta fundación, que les hace más sencillo su día a día gracias a los avisos con antelación de las hipo e hiperglucemias y de las crisis de desconexión sensorial, como destaca la Fundación CANEM.
El adiestramiento de un perro de alerta médica tiene dos fases. La primera se realiza en el laboratorio y en ella, el perro conoce cuál es el olor que tiene que detectar y qué respuesta tiene que emitir cuando lo perciba, que es un ladrido. Por eso, quienes quieren contar con un perro de alerta médica han de enviar una muestra de saliva y sudor. La segunda fase se desarrolla en entornos simulados como un dormitorio, un salón o una cafetería, entre otros, donde se hace una simulación de situaciones reales en las que el perro aprende a alertar con antelación. Una vez que los perros de alerta médica son entregados, con unos seis meses de edad, ya están educados y adiestrados para avisar con antelación a sus usuarios tanto de las hipo e hiperglucemias, en el caso de los diabéticos, o de crisis de epilepsia. El usuario receptor y su familia aprenden también a manejar al perro y tienen un seguimiento a través de videoconferencia con la Fundación CANEM.
También hay familias de tutela que forman parte de la Fundación CANEM y que, de forma voluntaria y desinteresada, colaboran mediante la socialización de los cachorros en formación y se hacen cargo de cuidarlos en los momentos en los que no reciben adiestramiento específico en las instalaciones de la Fundación, esto es, por las tardes, desde las 19:00 horas, y por las noches, hasta las 8:30 horas de la mañana siguiente, durante los días laborables y el día completo durante los fines de semana y festivos. El papel de las familias de tutelas es primordial en el proceso de adiestramientos de los perros de alerta médica ya que son las que se encargan de vivir junto al cachorro muchas experiencias y situaciones cotidianas que le permiten crecer de manera socializada, resaltan desde la fundación. Son los primeros pasos de unos perros que después velarán por el bienestar de pacientes con diabetes o epilepsia.
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