Un nuevo punto que sí gusta

El Granada CF logró ayer un valioso empate en La Coruña, no sólo preciado por sumar, sino también por la nueva imagen que mostró el equipo, capaz de convertir y remontar

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Foto: LFP
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Varias palabras definían el sentir del entorno granadinista ayer antes de las 12:00 horas, a pocos momentos de que comenzara el choque entre el Deportivo y el Granada, que traía consigo un gran cambio, centrado en el banquillo, donde Abel Resino se hacía definitivamente con las riendas del equipo.

Expectativa, ilusión, atrevimiento y ganas eran algunas de ellas, pero la primera, sin duda, la que más rondaba las mentes de la afición, que aguardaba deseosa de contemplar los cambios que el criterio de Resino aportaría a este nuevo Granada, junto a algunas de sus recientes incorporaciones.

El once de inicio presentó pocas novedades con respecto a lo que se había visto el en Calderón con Aguado. Abel puso casi lo más ofensivo con lo que contaba, teniendo en cuenta que algunas de sus piezas más atacantes, como Rochina o Córdoba, no estaban para los 90 minutos, además de hacer jugar a todos los nuevos, a excepción de Rubén Pérez.

Y su apuesta dio sus frutos, especialmente en la primera media hora del encuentro, cuando los rojiblancos hicieron que el Depor estuviera muy incómodo y le costara jugar. Pero lo más destacado que se apreció con Resino fueron los goles, algo que el equipo tanto ha echado en falta durante la era Caparrós.

En el minuto 7 Piti resurgió volvió a convertir un tanto después de casi un año de sequía. El catalán no anotaba desde el 23 de febrero del año pasado y respondió al órdago de su entrenador con valentía, responsabilidad y descaro.

Pero, obviamente, este Granada está en construcción y esto también se evidenció después del minuto 30, cuando algunos errores en defensa salieron a la luz. Dos pérdidas dieron lugar a dos goles, sumados a la falta de velocidad de los centrales y a un lateral izquierdo que aún no tiene ni ritmo de competición, ni le ha tomado la medida a la complicada liga española.

Aun así, la escuadra nazarí tuvo algo que también había perdido: capacidad de reacción. Aunque la segunda parte tuvo un color grisáceo, casi cuando peor estaba el cuadro de Abel logró convertir un tanto que daba un punto de oro, como si de un equipo grande se tratara. Con casta y sin bajar los brazos, una jugada a balón parado, de esas que algún punto le ha costado a los rojiblancos, sacaron petróleo. Los refrescos invernales han traído eso de lo que se vive en el fútbol, gol, el gol de Rober Ibáñez.

ZONAS GRISES

Aun habiendo dado una imagen totalmente diferente a la anterior, tan solo dos semanas después de la marcha de Caparrós, queda mucho trabajo por hacer. Entre la euforia de los aires renovados que aportan los nuevos fichajes y la capacidad goleadora que parece haber aparecido de nuevo en las filas granadinistas, sigue habiendo zonas grises.

-La racha negativa de partidos sin vencer sigue sin caer. Y son 16 encuentros los que el Granada lleva sin conocer la victoria y eso pesa sobre la tabla, aunque parece que Abel está encontrando la fórmula para que las cabezas de los suyos se liberen de esta presión.

-El Arabi. El delantero franco marroquí no fue capaz de materializar ninguna de las dos ocasiones claras con las que contó, que hubiesen supuesto el 0-2 y, por ende, que el partido hubiese tomado otro cariz.

-Insúa. El porteño llega con la vitola de lateral defensivo, con el carácter propio competitivo de un jugador argentino, pero aún tiene que pillarle el aire a la liga española, además de terminar de coger la forma y asimilar los conceptos de Abel Resino. Ayer estuvo flojo en defensa y en los dos goles tuvo parte de culpa: en el primero no cerró bien, y en el segundo perdió la marca.

Sin embargo, el equipo parece estar en el camino correcto para salir del pozo y los resultados que se han dado este fin de semana en la zona baja de la tabla acompañan para que este punto logrado en Riazor si guste y cobre más valor.