Un taller sensorial de repostería navideña acerca la magia de la cocina a niños con discapacidad auditiva

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Porque todos los sentidos juegan un papel importante a la hora de disfrutar de los alimentos. Así lo entiende el Restaurante Gastrobar La Platea, que hoy ha maridado la magia de la cocina con la de la Navidad para acercar a niños y niñas con discapacidad auditiva las recetas más tradicionales de la repostería.

Un total de 25 alumnos del Colegio de Sordos Sagrada Familia de la Obra Social de CajaGranada, de entre 8 y 12 años, han disfrutado durante dos horas de un taller interactivo en el que el equipo de cocina de La Platea les ha explicado y demostrado en vivo la elaboración de tres recetas: magdalenas, bizcochos de limón y tulipas con nata de colores.

De este modo, “los pequeños han podido conocer, ver, sentir la textura y el olor de ingredientes sencillos como la harina, el azúcar o los huevos, con los que poder cocinar en compañía de sus padres dulces mucho más sanos y equilibrados que los de la bollería industrial”, ha explicado el cocinero Carlos S. Ferreiro, que junto a Adrián ha mostrado a los niños y niñas pequeños trucos de cocina como usar la manga pastelera, rellenar las magdalenas de mermelada o decorar los bizcochos con chocolate blanco o pistachos.

La actividad, que se enmarca dentro del programa de Responsabilidad Social Corporativa del restaurante, también persigue concienciar a las familias sobre la “importancia de adquirir una cultura gastronómica y unos hábitos de alimentación correctos desde pequeños”, ha explicado el gerente de La Platea, Carlos Rey, para quien un desayuno equilibrado debe ser la base de un niño para empezar el día.

El taller, que ha finalizado con un desayuno en familia compuesto por leche, zumo, fruta, pan, aceite de oliva, tomate y los dulces navideños elaborados por los alumnos, “ha sido una experiencia maravillosa para los niños”, afirma el director del Colegio de Sordos Sagrada Familia, Vicente Garrido, para quien este tipo de actividades “no sólo divierten a los más pequeños, sino que les permite entender la importancia de pasar tiempo en familia y no perder hábitos tradicionales como la elaboración y consumo de dulces caseros en Navidad”. Además, “el hecho de que hayan podido tocar, oler y ver los ingredientes les ha hecho sentirse importantes, entendiendo que tener una discapacidad auditiva y/o de habla no es un freno para disfrutar de la comida o de cualquier otra cosa que se propongan”.