Una experiencia sonora que recordará la Alhambra
Cervezas Alhambra vuelve a proponer una experiencia única en la que los sonidos más granadinos se entrelazan con el patrimonio histórico de la ciudad. ¿Resultado? Una burbujeante mezcla de sensaciones irrepetibles.
Iba sonando por el Paseo de los Tristes. El sol pegaba fuerte, pero la recompensa se encontraba en ese oasis llamado Palacio de los Cordova, una herencia cultural granadina que ayer acogió otro de esos eventos de los que la gente hablará durante semanas, sino meses o años. "¿Estuviste en aquello de las Alhambra? Sí hombre, lo del Albaicín, con J, los Lori y Vinila..." Porque en la ciudad de la música que es Granada, siempre se agradecen iniciativas diferentes, atrevidas, ambiciosas, como la que este pasado viernes 'rejuntó' a Lori Meyers, Antonio Arias, Vinila Von Bismark, Napoleón Solo, Pájaro Jack, J y Florent de Los Planetas...
UN ESCENARIO PARA PERDERSE
En la rueda de prensa que ofreció al organización para explicar el evento de ayer, dejaron claro que no se trataba de un festival al uso, en el que diferentes artistas van desfilando sobre el escenario mientras que unos fans, más o menos entregados, se dejan ver. Dijeron, no sin acierto, que sería una "experiencia". La definición no pudo ser mejor. Porque es difícil explicar esa rica mezcla que propiciaron un lugar tan mágico como el Palacio de los Cordova -a los pies de la Alhambra, a la entrada del Albaicín- y un compendio de talentos musicales 'made in Granada'.
La tarde, que comenzó a eso de las 2, marca de la casa, fluyó entre la cerveza, las tapa de rabo de toro y el buen rollo de unos espectadores que se dejaron embaucar por el lugar: que si ahora me siento en este banco y miro ese palacio que tiene pinta de ser antiguo, que si ahora veo los jardines, que si allá arriba está el Generalife... y de fondo Vinila Von Bismark, o Pájaro Jack.
El evento, la 'experiencia' sucedió de 2 a 7 de la tarde, tiempo más que suficiente para que cada artista se dejara ver por el escenario, jugando con la iconografía del lugar y dando lo mejor de si mismo en unas actuaciones atípicas, el lugar lo requería.
Al termino del acto, recuerdo a los Morente incluido, quedó la sensación de haber asistido a algo irrepetible. La organización, que se afanó en mantener el Palacio de los Córdova inmaculadamente limpio, se queda con el pesado deber de mejorar una experiencia única, especial.