Una final sin copa, pero una final

El jueves, a las 20.00 horas, hay una final en Los Cármenes. No sonará el himno de Händel de la Champions ni tampoco el de España. Ni es de Copa de Europa ni tampoco de Copa del Rey dicha final, pero lo es. Y tanto. Granada y Levante se juegan dentro de 72 horas el setenta y cinco por ciento de sus opciones para permanecer en Primera la próxima temporada. Tras la (esperada) debacle en el Calderón ante el Atlético, a los rojiblancos no le queda otra que sumar una victoria frente a los valencianos. En el partido contra los granotas y en el duelo frente a Las Palmas de dentro de dos semanas basa el Granada su salvación, y todo lo que no sea hacer un seis de seis será comprar un billete hacia Segunda. Por nivel de plantilla y recorrido durante la temporada, es evidente que el propio Levante, Getafe y Sporting son los tres principales candidatos a bajar de categoría, pero visto lo visto en las últimas jornadas, no se puede descartar que el Granada vaya a dar el cante a última hora.

Lo que parecía un calendario bueno para los andaluces se ha convertido de la noche a la mañana en una puñalada a traición. Se esperaba a un Levante desahuciado y ahora los de Rubí vendrán a la ciudad nazarí con la oportunidad de salir de los puestos de descenso, y con un segundo objetivo nada baladí a estas alturas: ganarle el «goal average» a los rojiblancos. Además, se preveía una última jornada paradisíaca recibiendo a un Barcelona campeón de Liga, centrado en su final de Copa y en la de Champions, y resulta que llegará a Los Cármenes con la obligación de ganar para ser coronado y no tirar un torneo que tenía más que ganado hace un par de semanas. Así que este jueves nadie va levantar ningún trofeo en Los Cármenes, pero en el fútbol hay ocasiones en la que tres puntos tienen mucho más valor que un título. Sí, sera una final sin copa, pero una final con mayúsculas.