Es urgente "tomar medidas" para evitar futuras olas de calor en Granada, según los expertos
Para minimizar los efectos de las altas temperaturas en la ciudad, serían convenientes más zonas verdes y la utilización de materiales de construcción permeables
Parece que este verano, España entera está viviendo una ola de calor eterna, que no se acaba. Después de un mes de junio con temperaturas extremadamente altas e inusualmente tempranas (no había comenzado oficialmente el verano), llegó julio, que ha pasado a la historia por traer consigo un episodio cálido que está entre los tres peores, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), por extensión, duración e intensidad desde 1976, cuando comenzaron los registros en el país.
Este suceso ya no es de extrañar, pues, según recientes investigaciones, las olas de calor se están volviendo cada vez más intensas, con una duración mayor y ocurren con mayor frecuencia. De hecho, se prevé que para finales del siglo XXI, muchas más zonas de la tierra se vean afectadas por ellas.
Estos episodios cálidos traen consigo un gran impacto social, económico y ambiental: se incrementa el consumo de electricidad y agua en las viviendas, y hay una alta tasa de morbilidad y mortalidad. Ejemplo de esto fue la ola de calor ocurrida en verano del año 2003 en Europa, donde fallecieron alrededor de 70.000 personas. La más reciente, la acaecida en España en el pasado mes de julio (comprendida entre los días 9 y 26), ha sido calificada por la Aemet como ”histórica y extraordinaria” por ser la más intensa, la más extensa en el territorio y la segunda más larga después de la de julio de 2015. El Instituto de Salud Carlos III estima que, entre el 1 y el 29 de julio de este año, se han producido 9.687 muertes más de las esperadas para ese periodo, de las que 2.124 son atribuibles a las altas temperaturas.
¿A qué se deben las olas de calor?
En las últimas décadas, numerosos estudios están alertando que la transformación del paisaje generado por la expansión de las zonas urbanas constituye uno de los procesos con mayor contribución al cambio climático, que a su vez, es uno de los principales factores de las olas de calor. Los materiales con los que se cubre actualmente el suelo en las ciudades -tales como asfalto y hormigón- son impermeables, por lo que reducen la evapotranspiración del mismo. Estos materiales almacenan el calor recibido de la radiación solar durante todo el día y, posteriormente, lo liberan a la atmósfera. Es por ello que los mayores aumentos de temperaturas se están produciendo en las ciudades debido a las múltiples actividades humanas, así como a los eventos climáticos extremos como sequías, olas de calor...
Según un estudio realizado por los profesores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación (ETSIE) de la Universidad de Granada (UGR) David Hidalgo y Julián Arco, en Granada, la Temperatura de la Superficie Terrestre (TST) media diurna de la ciudad en verano en condiciones normales se estima en 41,1 grados centígrados (°C) para la ciudad y de 42,2 °C para zonas rurales como la Vega. En cambio, el mismo dato durante los periodos de ola de calor es de 43,1 °C y 44,5 °C, respectivamente. Esto quiere decir que los incrementos de temperaturas debido a la ola de calor para las zonas urbanas han sido de 2,0 °C y de 2,3 °C para las rurales. Por la noche y en condiciones normales, se estima en 21,5 °C para zonas urbanas y 20,4 °C para rurales (26 °C y 24,7 °C para cada zona en épocas determinadas como ola de calor, por lo que en este caso aumentan las temperaturas hasta 4,5 °C en las zonas urbanas y 4,3 °C en las rurales).
De todos los valores anteriores, se puede extraer que durante las noches las temperaturas de la ciudad son más altas que las temperaturas de las zonas rurales, produciéndose el fenómeno conocido como Isla de Calor Urbana (ICU). Sin embargo, en las mañanas, sucede lo contrario: la temperatura en el campo es más alta que en las zonas urbanas (isla de enfriamiento urbano). Esto se debe a que cuando sale el sol el suelo rural se calienta antes y con más intensidad porque no hay construcciones que favorezcan espacios de sombra, como sí ocurre en las zonas de ciudad. Pero, al contrario, tras el atardecer, la temperatura de la superficie (la cual se ha tomado como referencia para esta investigación) rural se enfría antes, precisamente porque no hay edificios cuyos materiales constructivos tienen una inercia térmica muy alta, o sea, que absorben el calor y luego lo expulsan a última hora de la jornada, como pasa en la ciudad.
Sucede además que, cuanto más grande es una ciudad, mayor es la diferencia de temperatura entre ésta y el campo. En el futuro, la situación puede llegar a ser preocupante: se estima que para el año 2050, la superficie de las ciudades del planeta crecerá un total de 1.527.000 kilómetros cuadrados, lo que incrementará la temperatura de la atmósfera entre 0,8 y 1 °C. La ONU estima que la población en todo el planeta crecerá en 2.500 millones de habitantes que requerirán de esa superficie de tierra, equivalente a dos veces el territorio de Francia. Las ciudades conocidas actualmente se están expandiendo a pasos agigantados debido al trasvase que se está produciendo desde las zonas rurales hasta las urbanas, dando paso a las llamadas megaciudades y metaciudades -de más de 10 y más de 20 millones de habitantes, respectivamente. Así, se concluye que en tan sólo 18 años, "se pueden generar situaciones bastante dramáticas con respecto al clima", como asegura Hidalgo.
Formas de evitar temperaturas extremas en los próximos años
Una vez identificados los factores que producen las olas de calor tanto en Granada como en cualquier otra zona en general, en palabras del profesor David Hidalgo, "es necesario tomar medidas urgentes sobre las ciudades que minimicen los efectos de las olas de calor".
Entre las opciones, se puede incrementar el número de zonas verdes que hay en la ciudad; instalar fachadas vegetales; y utilizar pavimentos de agua -o permeables- para los suelos de las calles, que son porosos e incluso permiten que crezca vegetación. En definitiva, estos materiales que refrescan los edificios y el subsuelo de Granada "deben ser incluidos como prioritarios por parte de los planificadores urbanísticos y administraciones públicas", según acredita Hidalgo.
La investigación
Entre las distintas metodologías empleadas para la investigación del fenómeno de las olas de calor, en los últimos años está cogiendo fuerza la teledetección, es decir, la adquisición de datos de la superficie terrestre desde sensores instalados en plataformas espaciales (satélites).
El programa 'Copernicus' de la Agencia Espacial Europea (ESA) y sus satélites Sentinel permiten la monitorización de los diversos eventos climáticos que ocurren sobre la superficie terrestre, como los periodos de ola de calor mediante el aumento de la TST o los cambios que éstas producen sobre la vegetación y el índice de agua.
En esta investigación, publicada a finales de julio de este año y realizada por David Hidalgo y Julián Arco, se ha determinado la TST y la Isla de Calor Urbana de Superficie (ICUS) mediante imágenes de la ciudad de Granada, tomadas del satélite Sentinel-3 durante los meses de julio y agosto de los años 2019 y 2020. En este periodo de tiempo, se produjeron cinco olas de calor y los datos se recogieron tanto durante las mismas como en los días previos y posteriores con el fin de compararlos.
Comentarios
Un comentario en “Es urgente "tomar medidas" para evitar futuras olas de calor en Granada, según los expertos”
Anahí
16 de agosto de 2022 at 10:20
Y mientras se dedican a cortar todos los árboles que ya hay crecidos ( calle Arabial)¿verdad Paquito?.
Cuanta hipocresía