Vecinos de la calle Primavera critican la dejadez de las ruinas romanas: "Meten a perros para hacer sus necesidades"

A nadie le sorprende que cada vez que se comete una obra en la que hay que levantar parte del suelo de Granada se encuentren restos arqueológicos de gran valor. La ciudad ha sido el asentamiento de muchas civilizaciones y un punto históricamente clave tanto para el comercio como a nivel defensivo.

A nivel turístico y cultural, este es un gran reclamo para la ciudad. Sin embargo, cuando es el momento de acometer remodelaciones urbanas, se torna en una pesadilla. Esto es lo que ha sucedido en la Plaza Rafael Guillén, junto a la calle Primavera.

Han pasado dos años desde la última vez que se habló de un plan específico para acometer el reacondicionamiento de la zona. En mayo de 2020 el por aquel entonces edil de Urbanismo, Luis González, habló de "un proyecto que resuelva la plaza e integre y proteja los restos encontrados de modo acorde y adecuado a su importancia arqueológica".

No se continuó con el proyecto y tras el cambio de Gobierno local no se ha realizado tampoco avance alguno, a pesar de que se trata de un yacimiento rico y conservado en un buen estado. Con el proyecto inicial se pretendía mejorar la plaza con la instalación de varios servicios como un parque infantil y otro para perros.

Ambos elementos quedaron instalados, pero la integración deseada por el Consistorio de los restos quedó paralizada. Los restos arqueológicos se cubrieron con un material geotextil y una capa de áridos que protegiera todo de la intemperie, además de la colocación de una valla metálica para impedir el acceso a curiosos.

Las medidas, según alertan los vecinos de la zona, han sido del todo insuficientes. La valla se desmonta con mucha facilidad, lo que permite el paso de cualquiera. Eso, en una zona tan transitada como la calle Primavera se convierte un riesgo importante que pone en peligro el patrimonio histórico de la ciudad.

"Hay mucho trasiego de gente, sobre todo con el instituto al lado. Los chavales salen en el recreo y después de clase y se sientan en la plaza. Muchas veces no recogen la basura. Si hay viento, luego se cuela hasta las ruinas", cuenta Isabel, que atraviesa la plaza a la hora de comer todos los días.

Pero eso no es lo peor. David vive en la Calle Aviador Dávila y su ventana da justo a la Plaza Rafael Guillén: "Hay gente del barrio que abre la valla para su perro entre y se pasee por las ruinas, incluso teniendo un parque canino al lado. Los he visto incluso hacer sus necesidades dentro".

Desde que en los años ochenta comenzó a datarse la existencia de dicho enclave romano, los habitantes de Vergeles-Zaidín han pedido que se convierta en un reclamo para el barrio, una zona que se pueda visitar y esté cuidada. "Hace diez años, esto era un solar. Los columpios y demás están bien, pero podríamos ver la historia de Granada todos los días y la mantienen tapada con una tela", recuerda David.

Incluso la Policía Nacional tuvo que acudir una noche, en pleno toque de queda por la pandemia, a detener a dos mujeres que se habían colado y estaban bebiendo y bailando sobre dichas ruinas. Cada vez son más los vecinos que se quejan de la dejadez de un proyecto que podría revitalizar una parte nueva del barrio y darle más valor.

Un único cartel informa de la situación de la villa romana a quien pasa por delante. Uno que, por cierto, está desactualizado y se refiere a la segunda fase de acondicionamiento de la Plaza Rafael Guillén. Con 60.000 euros de presupuesto, con el apoyo de los fondos Feder y un plazo de ejecución de 2 meses, que empezó en verano de 2020, aún sigue estancada la situación.