Veinte años sin Carlos Cano, el cantautor del pueblo andaluz

Un 19 de diciembre de 2000 fallecía en Granada un fiel militante de la ‘malafollá granaína’, pero el ejemplo más solidario hacia los más necesitados

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Carlos Cano | Archivo
Sandra Martínez
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Dicen que el talento es innato, aunque a veces esté sin descubrir. Que este no entiende de clases ni de orígenes. Y que, por muy oculto que esté, al final siempre acaba resurgiendo. Un claro ejemplo de ello fue Carlos Cano. Nacido en el Realejo granadino en 1946, en su juventud emigró en busca de trabajo, como otros tantos andaluces. Estuvo en Suiza, Alemania y Holanda. Y por ironías de la vida, sería esta experiencia, junto al sentimiento de precariedad y desigualdad que le rodeaba, lo que le serviría de inspiración en sus primeros temas. En Barcelona, con solo 24 años, nacería ‘Miseria’, su primera obra. Y en 1975, su primer álbum, después de que sus canciones fuesen consideradas demasiado sociales o políticas en tiempos franquistas e, incluso, que muchas de ellas fuesen prohibidas en ese periodo.

Un auténtico cantautor, que ondeaba la bandera -verde y blanca- de la canción protesta con fuerza, nacionalista andaluz por convicción y que participó en el movimiento ‘Poesía 70’ y en el mítico ‘Manifiesto Canción del Sur’. Cano fue el reflejo de que se puede crecer de la nada, de que la gente de abajo también puede llegar a la cima. Fue pinchadiscos en un hotel y operario de farolillos para una funeraria durante su estancia en el extranjero, hasta que años más tarde mostró al mundo su talento, su sensibilidad para hacer de sus canciones poemas, motivo por el cual dos décadas después de su muerte, todavía es recordado. Su célebre trayectoria musical ha hecho que sea homenajeado en multitud de ocasiones y que sus temas hayan sido versionados por grandes artistas.

Pero si por algo se le recuerda, es por ser un hombre que rompió las fronteras de la copla e hizo renacer el prestigio de este género musical. Por ello su figura supone una reivindicación a la música y la cultura. Así fue como llegó a lo más alto con la creación de clásicos como ‘María la portuguesa’ o las ‘Habaneras de Cádiz’, con letra de Antonio Burgos. Dignificó la copla, género que convirtió en suyo, y lo que lo hizo único fue la sensibilidad, la perfección y su capacidad lírica para definirla porque, como solía decir, “se canta lo que se busca; lo que se tiene, se vive”.

Considerado por muchos como poeta desde su juventud, llevaba su tierra, Granada, y a toda Andalucía, especialmente Cádiz y su Carnaval, en la sangre. Pero lejos de estancarse en la copla, fue también un genio de tangos, boleros, rumbas o pasodobles. Fue capaz elevar lo cotidiano de los géneros musicales a la categoría de lo extraordinario. Y como ha sucedido con grandes genios a lo largo de la historia, lo definía un carácter fuerte, una ‘malafollá granaína’.

Sin embargo, el ‘periodista con guitarra’, como a él le gustaba llamarse también reconoció ser una persona lírica, emotiva, melancólica y, a veces, hasta mística. En lo personal, destacó por su solidaridad, por estar muy concienciado con la situación de las mujeres árabes de Argelia y con lo que ocurría por entonces en Cuba, hasta tal punto, que su último trabajo estuvo dedicado a los niños cubanos. Fue presidente de la Fundación por los Pueblos Indígenas y de una asociación por acoger niños saharauis enfermos.

Su manera de entender el arte musical, le llevó a colaborar con músicos tan dispares como Enrique Morente, María Dolores Pradera o Compay Segundo, pero sin dejar de lado la esencia de la copla, género que condujo a la perfección. Cano desarrolló una perfección musical hasta prácticamente su muerte. En 1995, por problemas de salud graves, fue trasladado al hospital Monte Sinaí de Nueva York, donde el autor afirmó que volvió a nacer. “Nací en Nueva York, provincia de Graná”. Su andadura y espectáculos durarían cinco años más. Su último trabajo fue ‘Que naveguen los sueños’, publicado ya en 2001.

Murió por esa aneurisma de aorta detectada y que acabó por romper su corazón y el de sus seguidores. Como escribió el pintor Edvard Munch para referirse a su alma, “de mi cuerpo putrefacto nacerán las flores y ahí estaré yo; eso es la eternidad”. Cano siempre permanecerá como cantautor andaluz, en su protestas y reivindicaciones, en la copla, en sus letras, en la esencia andaluza y en su ciudad natal, Granada.