Un viaje por la historia con la restauración del retablo del Monasterio de las Comendadoras
Durante los trabajos se han encontrado unas fechas de lo que parece ser una reforma posterior realizada en el año 1764
El retablo del convento granadino de las Comendadoras de Santiago continúa restaurándose de la mano de un equipo de restauradores profesionales que llevan meses entre los andamios sacándole el mejor partido a esta pieza artística única.
El proyecto está dirigido por la restauradora Pilar Aragón, acompañada de otros dos compañeros, Alberto Carretero y Alberto Estrada. Se trata de un equipo que, confiesan, "durante estos meses nos hemos convertido en uno solo". Todos ellos sostienen que, a pesar de que exista una directora de proyecto, sus trabajos son los mismos y todos dirigen de alguna manera el minucioso trabajo de restauración.
Las reformas comenzaron en el mes de junio y se estima que terminen en diciembre. Cuando empezó la restauración, en principio solo se preveía sujetar piezas y realizarla en fases, ya que tenía bastantes problemas de estabilidad. La directora del proyecto afirma que "al pedir la subvención nos indicaron que al ser un retablo, la intervención tenía que ser completa. Estaba en muy mal estado de conservación y había riesgo de desprendimiento de piezas".
La evidente deficiencia del estado de conservación se refleja notoriamente en los daños estructurales completados con gran cantidad de piezas descoladas que se han perdido, dejando importantes lagunas de soporte de madera, roturas, abolladuras, deterioro del pan de oro o acumulación de cera.
Todos estos elementos, a los que había que darle "chapa y pintura" requieren de diversas técnicas para no dañar la pieza y tratar sacarle su mejor versión. "Tanto para la fijación de piezas como las escamas en el dorado o en la policromía utilizamos colas naturales o sintéticas. Lo primero que se hace es la fijación de la capa pictórica, una vez que ya están fijas, lo que buscamos es un disolvente que limpie, pero que no dañe la pieza. Las limpiezas son siempre muy superficiales sin llegar a profundizar para no abrasar la figura".
Esta pieza del barroco granadino cuenta con nueve metros de altura y siete metros de ancho. En cuanto al valor histórico, se trata de un retablo de tipo eucarístico de la primera mitad del siglo XVIII, construido en el año 1721. Fue sufragado por una monja llamada Antonia de Granada Ibarra, que murió antes de que estuviera terminado. Por otro lado, uno de los restauradores, Alberto Estrada, afirma que "hemos encontrado justo detrás del retablo unas fechas de lo que parece ser una reforma posterior, ya que son del año 1764".
El retablo de las Comendadoras de Santiago está compuesto por varias piezas. Empezando desde abajo, se encuentra por un lado, el banco inferior, dos calles y el atrio superior con las figuras del Padre Eterno, La Fe y La Esperanza. También existe una hornacina central, con el Cristo de Fray Hernando de Talavera.
En el manifestador de la iglesia, se coloca la figura de la Madre de Dios, que es la que da nombre al convento. Las calles laterales tienen en la parte superior hornacinas más pequeñas, con Santiago Apóstol y San Juan. Por otro lado, en la parte inferior de estas calles están San Agustín y Santiago.
Por último, en el banco de inferior se puede observa un sagrario. Enmarcando las dos hornacinas grandes de los laterales y en la calle central del retablo, se reparten varias columnas salomónicas pareadas.
El proyecto en sí consiste en "la consolidación de las partes delantera y trasera del retablo, esculturas y todos los elementos ornamentales", explica Alberto Carretero. "El tratamiento en general ha sido la limpieza y consolidación de todos los elementos, también la fijación de oro y recuperación de la policromía. Estamos realizando también muchas piezas que faltan de ornamento", continúa el restaurador.
La directora de la restauración ha explicado que "hay muchos proyectos que está sufragando la Junta de Andalucía para entidades religiosas, y este año el nuestro es el más grande que se está llevando a cabo. El coste total de la restauración son 110.445 euros, de los cuales la Junta ha aportado 30.000, el resto lo tienen que sufragar las monjas. Ellas tienen una hospedería, reciben donaciones, un comedor y también venden lotería".