'La Calle Mata', una visión humanitaria del sinhogarismo
Esta plataforma se concentra cada mes frente al Ayuntamiento para reivindicar que se cumplan los derechos básicos de las personas
La calle mata. La palabra 'calle' no significa lo mismo para todas las personas. Mientras que unos la usan de paso para ir a cafeterías, cines o escuelas, para crear buenos recuerdos y disfrutar de los rayos de sol, para otros representa el frío y duro suelo en el que dormir a la intemperie cada noche. Sin apenas representación en los medios, la honrada labor social de la plataforma La Calle Mata se reúne cada mes frente al Ayuntamiento de Granada, en la Plaza del Carmen, para reivindicar los derechos de las personas sin hogar y conseguir que los concejales y alcaldesa se impliquen en la urgente resolución de este asunto.
En Granada hay unas 300 personas que viven en la calle, como confirma Loli Ortiz, perteneciente a esta organización. Estas 300 personas se encuentran en una precaria situación ante la cual no tienen aún solución alguna. Ven sus pocas y necesarias pertenencias -como mantas y abrigo- ser tiradas a la basura sin miramiento, motivado a menudo por la protesta de los vecinos. La plataforma exige que la limpieza de sus enseres se haga de otro modo, estando presentes las personas desamparadas, para que puedan retirar sus pertenencias antes de la limpieza, ya que como recuerda Loli Ortiz "por encima de la ordenanza está el derecho de las personas, recogido en la Constitución y en la Declaración Universal de Derechos Humanos".
En cuanto a la respuesta de la alcaldesa o cualquier otro miembro del Ayuntamiento, esta miembro de la organización relata que muestran interés en escuchar sus propuestas, pero que no ha habido "ningún avance respecto a ello". Mes a mes, observan la lista de objetivos y peticiones presentadas a considerar, "sigue intacta, sin ser cumplida". Mientras tanto, este grupo sobrevive a base de albergues y centros que ofrecen comida gratis, dispersos por toda la provincia de Granada y que ocasiona, a su vez, un continuo desplazamiento de estas personas.
Son conscientes de la necesidad de un gran presupuesto para llevar a cabo acciones que solucionen este problema social. Sin embargo, miembros de la plataforma como Luis Antonio Rodríguez, que además pertenece al equipo coordinador local del partido político Por un mundo más justo en la provincia, hace hincapié en la repartición del presupuesto para otras inversiones y reformas, acciones importantes, recalca, pero "no puede haber nada más humano que solventar unas mínimas condiciones de vida a las personas que están peor".
Una solución que propone esta agrupación es la intervención mediadora del Ayuntamiento con las inmobiliarias o propietarios, puesto que "las personas sin hogar no van a ir a alquilar a una inmobiliaria, nadie se va a fiar de ellas", asegura Loli Ortiz. Además, las viviendas que proponen para esta red pertenecen a la Diputación, a la Junta de Andalucía o a la Iglesia, viviendas que no están siendo usadas y que constituyen la cantidad de 12.000 oportunidades para estas 300 personas. Un aliciente que propone Luis Antonio Rodríguez es que, con un poco de esfuerzo, el Ayuntamiento ayude a través de un aval, algo que, según dice, ya se ha hecho otras veces en otros proyectos, para que los propietarios tengan esa garantía y seguridad, además de pensar en los mínimos o nulos ingresos de este colectivo, que no pueden permitirse pagar una fianza. "Las personas son sujetos de derecho, y ellas tienen derecho como nosotros a tener una vivienda, lo primero es la humanidad", reafirma Luis Antonio Rodríguez.
'La Calle Mata' debe su nombre al fallecimiento, al año, de una media de cinco personas sin hogar en Granada, muertes que se pueden evitar si el foco se centra en solucionar esta preocupación. "¿Podemos erradicar el sinhogarismo? Sí" afirma Luis Antonio Rodríguez, devolviendo algo de esperanza a la oscuridad que acecha la vida de estas personas. Sin embargo, para ello es necesario marcar unas prioridades y tener la voluntad "de alguien que tenga poder, en este caso el Ayuntamiento". Además, quiere acabar con el estereotipo y prejuicio de que las personas en situaciones tan precarias viven en la calle por ser unos "perezosos" o para "vivir del cuento", asegurando que "una inmensa mayoría quiere salir de la calle, buscar trabajo y tener una vivienda".
Este apuro social no es un fenómeno reciente, Loli Ortiz comenta que releyendo libretas escritas desde 2005 se ha dado cuenta de que exigen las mismas responsabilidades y derechos que hace 20 años, "la brecha entre las personas ricas y pobres se va haciendo cada vez más grande".
Israel Rodríguez, representante del proyecto Existe+Mundo, otorga una visión más intimista y personal, recalcando la importancia de las necesidades emocionales de los ciudadanos más desamparados, que "necesitan que las personas les miren a los ojos, comenten con ellos, charlen y escuchen todo lo que tienen que decir". Israel Rodríguez sabe que no es la solución a la raíz del problema, pero "ellas se sienten mejor cuando estamos acompañándolas", un gesto humanitario tan necesario como el económico. Muchas veces, estas personas son vistas como ciudadanos "de segunda e, incluso, tercera clase", según Socorro Entreno, voluntaria en este proyecto, que enfatiza la importancia de la educación -rememorando su pasado como profesora- "yo intento ser educadora, y a la primera a la que tengo que educar es a mi misma".
Si hay un derecho fundamental, inherente a la condición humana y que todo individuo posee nada más nacer es el de la dignidad. En palabras de la entrañable Socorro, "cualquier ser humano, por el hecho de ser 'ser humano' tiene una dignidad que no se la podemos quitar jamás".