La vieja Morla: nada tiene importancia

Vetusta Morla, la banda indie que abarrotó el Teatro del Generalife, aporta su granito de arena para que no crezca la Nada y Fantasía sobreviva

concierto de Vetusta Morla en el festival 1001 musica en el Generalife en Granada
Concierto de Vetusta Morla en el ciclo 1001 Músicas - Caixabank | Foto: Antonio L. Juárez
Juan Prieto
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Me veo absorto en el Teatro del Generalife y busco que me aflore la inspiración con el origen del nombre de Vetusta Morla, la banda indie que, por primera vez en mi vida, voy a tener la ocasión de escuchar. Lo hago por ese directo que tanto me han recomendado que no me pierda y que me aseguran que es uno de los mejores que hay en el panorama actual musical del país. Soy consciente de que he acabado por ser un incondicional de los años 70, 80 y 90 y que me encantan por lo que, a partir de ahí, me invade cierto escepticismo cuando me presto a descubrir algo nuevo aunque, por otra parte, estoy abierto a escuchar música en directo, sea el estilo que sea, siempre que los ‘figurantes’ sepan tocar.

Mientras comienza el show, busco en YouTube para rememorar esa escena de ‘La historia interminable’ en la que Atreyu, perdido en el Pantano de la Tristeza, encontró a Morla, la vieja Morla, quien no había conversado con nadie desde hacía miles de años, por lo que, para no aburrirse, comenzó a hablar consigo misma hasta desvariar en una especie de mayestático, en primera persona del plural. “Tenemos alergia a la juventud”, le decía la vetusta tortuga al joven aventurero, quien trataba con desesperación de detener el imparable avance de la Nada en Fantasía. Ante la petición de ayuda, la mayoría de las respuestas que se encontraba de la anciana eran la misma: “Nada tiene importancia”. Contestaciones con resignación generadas más por vieja que por diabla. La edad te hace ver todo con otra perspectiva y la mayoría de las cosas se relativizan. En varias ocasiones, reiteraba sus palabras: “Nada tiene importancia”.

Así que comienza Vetusta Morla su recital con ‘Puentes’, un tema de su último trabajo, llamado ‘Figurantes’, y yo, aún en mi mundo, estaba pensando en el avance de la Nada sobre Fantasía como metáfora del reguetón sobre el rock y el pop. Pero, con los primeros acordes, salgo de mi ensimismamiento y descubro un sonido diferente. Y pienso que esta banda, que lleva ya 25 años sobre los escenarios -y entiendo por ello que quieran tomarse un descanso sabático- ha tenido que contribuir y poner su granito de arena para detener ese crecimiento de la Nada. La prueba, los cientos de seguidores que se ponen en pie en el Generalife para corear sus canciones y vibrar con unos temas que les entusiasman.

Tema a tema, la noche se va haciendo más atractiva. Esta gente sabe tocar, tiene letras interesantes y va acompañada de una puesta en escena muy cuidada en la que destaca un buen juego de luces y vídeo. La comunión con el patio de butacas es total, con todo el mundo de pie cantando al unísono las canciones más conocidas. Y entonces, casi al final, cuando el éxtasis se apodera de los más incondicionales, me surge la duda. ¿Qué llevaría a esta buena banda indie a ponerse el nombre de la vetusta tortuga? Pero, en realidad, la respuesta da igual. Nada tiene importancia.