Viernes a tope en el Primavera Sound

Sobrecogedora actuación de The National, pasión de Father John Misty y el sentimiento de Charlotte Gainsbourg

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Cigarrettes After Sex en el Primavera Sound | Fuente: Primavera Sound
David Marín Román
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Pasando el ecuador del festival, con miras ya hacia la última jornada. Con las piernas desechas, pero la mochila cargada de emociones al completo. La jornada del viernes fue muy intensa, con actuaciones sorprendentes, grandes descubrimientos, la confirmación de grandes nombres y un apartado especial para el show de un genio que vino a otra cosa, desde luego a cantar no. Por cierto, Los Planetas irrumpieron a última hora sustituyendo a Migos que al parecer perdieron el avión que les traía hasta la ciudad condal. Es lo que tiene pertenecer al Segell del Primavera, que te llama tu jefe para hacerle un favor y ya que estás por ahí… pues a tocar.

Comenzando la tarde en el escenario Primavera, Apple with Music, un grupo que en las escuchas previas prometía, cumpliendo al cien por cien las expectativas. Nos referimos a Metá Metá. Los brasileños aúnan bossa nova, batucada, samba, choro, tropicalismo por todos sus poros mezclados con un contundente free jazz. Juçara Marçal espléndida voz, Kiko Dinucci a la guitarra y Thiago França al saxofón comprenden este fabuloso grupo que en directo van acompañados de un excelente batería y un bajista. Una música inquieta con ritmos endemoniados que hicieron mover al público como si no hubiera un mañana. El trio de Sâo Paulo hicieron las delicias del respetable con una energía en escena verdaderamente contagiosa. Es uno de esos conciertos en los que uno piensa si se hubiera programado por la noche, miles de personas lo hubieran agradecido. Confiemos en que vuelvan con una programación y horario dignos a su calidad.

Acto seguido, de camino a Mordor, a esas tierras lejanas para llegar al escenario Seat, que cada vez parece estar más allá. Nos disponíamos a ver la actuación de Father John Misty. El proyecto del icónico Josh Tillman, fascinante músico, un personaje sin duda. Coincidiendo con la salida estos días de su nuevo disco, God´s Favorite Customer, Father John Misty cumplieron con una quirúrgica actuación sobre el gran escenario del Primavera Sound. Cuarteto de cuerdas, sección de viento, nada se deja al azar en la música del señor Tillman. Desde luego la propuesta es algo estática en escena, digamos que a la vieja usanza, los músicos a los lados, inmóviles, dejando casi toda la escena al verdadero captador de miradas, Josh que a su manera llena ese vacío escenario y se ocupa de dar al público lo que necesita. Musicalmente es impecable, desde la voz de Josh hasta el último de los instrumentistas presentes en escena. Un verdadero lujo poder presenciar dicha actuación.

Después de dar media vuelta y dirigirnos al escenario Mango, nos preparábamos para el esperado  concierto de The National. La banda liderada por el vocalista Matt Berringer, volvía al Primavera Sound con un lleno absoluto, muchísima gente y una cantidad ingente de admiradores de la banda se citaron frente al escenario Mango. Una actuación intensa, como solo Berringer sabe crear, expresando con su ronca voz, distintas formas de entender el rock, de exteriorizarlo. Un viaje sonoro por los sentidos y sus grandes éxitos, Guilty Party, Bloodbuzz Ohio, I Need My Girl y Day I Die, encadenados uno tras otro no dejaron lugar al respiro puesto que la propuesta de los de Cincinnati ahoga, creando un nudo, una angustia que escapa gracias a Berninger, enfundado en su traje oscuro, cuando olvida toda elegancia y pose seria y se lanza a interactuar con el público que lo ve saltar, arrastrarse, dejarse llevar. Recorre toda la pista, bebe una y otra vez, pelea con el cable del micrófono y con el técnico de sonido, que paciencia la de este chico… Innegable la trayectoria de una banda que siempre ha estado ahí, no son portada de ningún medio importante, no hacen ruido fuera de sus actuaciones, pero no se puede negar la evidencia. The National, gracias también a la gran producción en directo, llevaron a cabo una gran actuación que todos recordaremos por mucho tiempo.

Y tras la memorable actuación de los estadounidenses cambiábamos de registro totalmente para ver a la querida Charlotte Gainsbourg. Directora, actriz y cantante francesa. Hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, Una de las musas de Lars Von Trier, galardonada en Cannes en 2009 como mejor actriz por su interpretación en Anticristo. Posee un dilatada carrera musical. Con su voz aterciopelada, observamos un estilo de manual en el país vecino. La electrónica de salón. Manual escrito por los grandes de la electrónica francesa, Air y Daft Punk. Si mezclamos eso con la Chanson Française, obtenemos el producto de Charlotte Gainsbourg. De verdad, que buenos son esta gente haciendo precisamente esto, adaptar su música popular con lo moderno, lo actual, creando un mundo de elegancia, distinción, Savoir Faire. En el escenario Primavera, Charlotte con su pose melancólica, refinada, hizo sentir al personal. Por un lado tristeza, ya que viene de una gran perdida, la muerte de su hermana Karen fallecida recientemente a la que dedicó el concierto. Por otro lado, consiguió hacer bailar sin parar al público congregado al son de sus ritmos electrónicos y preciosos arpegios de sintetizadores vintage. Lo que hace Charlotte lo hace muy bien, no es la voz más prodigiosa, no es la mejor pianista, pero llega al espectador y eso vale mucho más que cualquier virtuosismo.

Ya en el escenario Ray Ban, comenzaba la actuación en blanco y negro de Cigarrettes After Sex. Una banda de Brooklyn que genera un ambiente de relajación, de pereza si cabe. Con una puesta en escena de lo más oscura, con algunas luces siempre blancas en penumbra y con mucho humo para crear el ambiente deseado. Su sonido, un dowtempo siempre de forma pausada, como sin ganas. Lo más peculiar es la voz de su vocalista y guitarrista Greg Gonzalez, que al más puro estilo Chet Baker, utiliza la andrógina ambigüedad para sorprender y como no, para crear ese estado de tranquilidad y paz buscados. Quizás no sea el grupo para un festival, probablemente la experiencia en un local pequeño y cerrado sea más contundente. Desde luego para lo de ayer solo se nos ocurre una palabra, aburrido.

Y desde luego lo que no fue aburrido fue la actuación del venezolano Arca. La mano derecha de Björk. En el escenario Pitchfork, salía a escena el artista que ha deslumbrado a la islandesa hasta el punto de cederle casi toda la producción del trabajo Utopia. Tenemos la suerte de haber visto a Arca en varias ocasiones también en Barcelona, donde hizo repaso de sus temas y lo que viene siendo un concierto al uso, con sus provocaciones, hilaridades, rarezas, etc, pero concierto al fin y al cabo. Lo de ayer fue otra cosa. Arca no vino a cantar, no quiso interpretar temas suyos. Simplemente vino de fiesta, se quiso divertir con el público y damos fe que lo consiguió. Ataviado con un corsé blanco y un estrecho tango negro, así apareció Arca. Tras unos segundos con problemas técnicos que solventó a la perfección, demostrando tablas y talento, cantando a cappella, Arca comenzó su show, bailes sensuales, cánticos al público para causar fervor en los asistentes, streeptease, cambios constantes de canciones, lo mismo pinchaba un ritmo latino que un tema hard techno, una canción antigua que un remix de Madonna, una cumbia acelerada que un tema trance a 155bpm, una autentica locura que parecía no tener ni pies ni cabeza, pero igual era lo que pretendía. Recordemos que Arca es el rey de las provocaciones en directo. No pudimos apreciar el talento que Arca atesora, con sus texturas innovadoras y su ejercicio de estilo musical, pero pudimos comprobar que en la faceta showman, es un número uno y por lo menos nos arrancó una sonrisa antes de la retirada.