La violencia obstétrica en Granada: "Hay mujeres que en el parto han sufrido malas experiencias"
GranadaDigital ha recogido testimonios de varias mujeres y se ha puesto en contacto con el Colegio Oficial de Médicos de Granada y la asociación El Parto es Nuestro
Mujeres han denunciado durante muchos años “sufrir vejaciones en sus partos”, y no es hasta ahora que muchas de ellas le han puesto nombre. La violencia obstétrica es un tema que ha empezado a visibilizarse en los medios de comunicación acompañado de testimonios de madres que lo han sufrido. GranadaDigital se ha puesto en contacto con varias asociaciones, el Colegio Oficial de Médicos de Granada y mujeres que denuncian haber sufrido violencia obstétrica.
La violencia obstétrica se define como una forma específica de violencia ejercida por profesionales de la salud -predominantemente médicos y personal de enfermería- hacia las mujeres embarazadas, en labor de parto y el puerperio. Según la OMS, constituye “una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres”.
La OMS también incluye en las acciones de este tipo de violencia la no obtención de un consentimiento informado, la negativa a administrar medicamentos para el dolor, un descuido de la atención o violaciones graves de la intimidad.
No existe consenso con respecto a su definición, pero sí se coincide en que la violencia obstétrica es cualquier práctica que no mire por un parto respetuoso. El Observatorio de Violencia Obstétrica de España la define como el desconocimiento de las necesidades emocionales de la madre y del bebé en cualquier momento del embarazo, del parto y del puerperio inmediato, así como de la autoridad y autonomía que la mujer tiene sobre su sexualidad, su cuerpo y sus bebés y las posturas, ritmos y tiempos que requiere el parto.
Los datos que ofrece el Observatorio de la Violencia de Género, un organismo autónomo puesto en marcha en 2005, reflejan que casi un 40% de mujeres identifica haber sufrido este tipo de violencia, aunque se sospecha que ese porcentaje es todavía mayor. Un 44,4% considera que fue sometida a procedimientos innecesarios o dolorosos y, de estas, un 83,4% no había aceptado mediante un consentimiento informado.
Otra asociación, llamada El Parto es Nuestro, recoge información y la pone a disposición de las mujeres. Hace ver cómo es la atención al parto desde un punto de vista biomédico, las consecuencias que tiene y busca soluciones cognitivas y prácticas para que las mujeres sepan qué derechos tienen durante el parto y cómo ponerlos en práctica. “Actúa como espacio de apoyo y escucha activamente a las mujeres que han sufrido violencia obstétrica”, aclara Virginia Murialdo, vicepresidenta de El Parto es Nuestro.
“Se infantiliza a las mujeres que no tienen ninguna capacidad de decisión según los profesionales sanitarios y eso no puede seguir ocurriendo. La mujer es la que pare y ellos deberían atenderla si es necesario. Se ha patologizado y medicalizado este proceso”, explica Virginia Murialdo.
El Parto es Nuestro ha logrado recientemente, junto a activistas, matronas, abogadas y madres, que el Ministerio de Igualdad incluya en la reforma de la ley del aborto la violencia obstétrica como un tipo de violencia contra las mujeres.
Por su parte, Jorge Fernández, ginecólogo y presidente del Colegio Oficial de Médicos de Granada, señala que son conscientes de que “hay mujeres que en el parto han sufrido malas experiencias, malos recuerdos y de todos es conocido que en algunas ocasiones ha sido mala praxis; en otras ocasiones ha sido falta de respeto, de empatía y, por lo tanto, hay que reconocer que estas situaciones se dan y no deberían pasar”. Aunque el ginecólogo añade que “en España tenemos una asistencia al parto realmente inmejorable con cifras de mortalidad neonatal y materna de las más bajas del mundo comparable con los países desarrollados de Europa”.
Virginia Muraldo incide que, desde El Parto es Nuestro, no acusan "a todo el personal sanitario de estas prácticas”, pero sí recalca que “es un problema de salud pública que un título universitario haga creer que tienes la verdad absoluta". "Es un colectivo endiosado y hacer creer que la patologización y medicación es la respuesta a todo no es lo correcto. Existe un problema estructural y sistemático que se enraíza en una cultura biomédica de atención al parto”, señala.
El presidente del Colegio Oficial de Médicos de Granada arguye que “desde la sociedad científica deshacen el término ‘violencia obstétrica’ porque es un es un concepto que no existe” y apostilla que “ni siquiera la OMS reconoce este término”. El máximo mandatario de esta institución entiende que no se debe utilizar el término ‘violencia obstétrica’ porque se pone de relieve "que se produce un acto voluntario de hacer daño a una mujer por parte de los obstetras y realmente eso es muy peligroso”.
Además, Jorge Fernández manifiesta que “cada día se hacen menos episiotomías porque el estado del conocimiento ha cambiado". "Antes se pensaba que prevenía problemas de suelo pélvico y ahora sabemos que no es necesario hacer una episiotomía a todas las mujeres. La tasa de episiotomía en España en los partos vaginales es actualmente de un 27%, según los informes del Ministerio de Sanidad”, apunta.
Testimonios de mujeres granadinas
GranadaDigital se ha puesto en contacto con varias mujeres que han sufrido violencia obstétrica en la ciudad de Granada. Saida, Carmen y Paula son tres mujeres y madres que han querido contar su historia para visibilizar este problema y que, según ellas, “nadie vuelva a pasar por ello”.
Saida Román, madre granadina, tuvo a su primer hijo en 2019. “Fui a la monitorización fetal y me quedé ingresada porque cuando me subían las contracciones, al niño se le paraban las pulsaciones. Intentaron provocarme el parto, pero no se pudo porque el niño se asfixiaba, así que me realizaron una cesárea de urgencia”, cuenta esta mujer.
“La matrona que me atendió en el parto -prosigue Saida- no me dejó ver, coger y disfrutar de mi hijo en reanimación. Se lo dije y me dijeron que ahí no dejaban coger bebés. Lo entendí hasta que la mujer que estaba al lado pudo disfrutar de su bebé y su pareja mientras que yo me encontraba sola”, comenta.
Saida detalla que su dolor no fue físico sino psicológico: “Cuando volví a la habitación ya le habían dado el primer biberón a mi hijo”.
Finalmente, Saida decidió preguntar por qué le había ocurrido esto a ella y la respuesta fue “ha sido la decisión de la matrona” y no le explicaron nada más.
Carmen Serrano, otra madre de 39 años, cuenta que durante su embarazo empezó a “tener la tensión alta” y por ello le recetaron “tomar una aspirina de 150 miligramos cada día”. Asegura que cumplió a “rajatabla” con el procedimiento hasta el parto. Llegado este momento, el anestesista le preguntó si tomaba medicación diaria y su respuesta fue que sí, una aspirina diaria. Carmen notó que todo el mundo “empezó a ponerse muy nervioso" y decidieron dormirla por lo que su pareja no pudo asistir al parto.
Cuando esta madre granadina se despertó le explicaron que “la aspirina también servía para que la sangre estuviese más líquida” y eso podría haberle "provocado la muerte por desangramiento durante el parto”.
Paula Avaro, otra madre de Granada, cuenta que cuando estaba a punto de dar a luz, pidió la epidural y le contestaron: "No te puedo poner la epidural de lo gorda que estás, no es ni medio normal”.
Esta mujer no entendió el trato que recibió por parte de algunos profesionales ni la violencia verbal que utilizaron con ella y ahora le pone nombre a lo que sufrió. “Sabía que no era normal el trato que recibí, pero nunca lo hablé con nadie porque me dio vergüenza. Ahora puedo decir que era ‘violencia obstétrica’”, añade.
“Si una mujer ha tenido una mala experiencia debe comunicarlo al hospital donde ha parido y puede comunicarlo también al Colegio de Médicos y al Colegio de Enfermería puesto que puede haber infracciones deontológicas en algunos partos”, finaliza Jorge Fernández.