Las vistas de la Granada romántica que perduran en el tiempo

Sara y Juana son dos vecinas privilegiadas que disfrutan a diario de una de las mejores postales de la capital desde su vivienda

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Juana disfruta desde la azotea del edificio en el que vive de vistas a Sierra Nevada | Foto y vídeo: Rafael Muñoz
Elena Parra
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Granada es una de las ciudades españolas más engalanadas por visitantes y granadinos. Serán sus costumbres y tradiciones, sus monumentos, o paisajes. Tal vez sea su multiculturalidad y su historia, lo que hace que la ciudad nazarí siga siendo un 'edén' para los más románticos.

La Alhambra enmarcada con Sierra Nevada de fondo es una de las imágenes más emblemáticas de la capital, perdura su representación histórica por los viajeros románticos del siglo XIX. Granada es capaz de recrear la historia pasada a través de sus laberínticas calles, sus cuestas infinitas, sus rocambolescos paseos por el Albaicín, también de evocar cualquier sentimentalismo y tradición a través de sus gentes, su gastronomía o su folclore. Es una fuente de inspiración continua para todo tipo de artistas.

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Cuna del arte y la cultura andaluza

Hace dos siglos desde que Washington Irving, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Chateaubriand, Alejandro de Laborde o Richard Ford, entre otros románticos, enaltecieron a Granada como un verdadero paraíso de sensaciones. La capital se vendió al mundo, bajo los ojos de los románticos, como una de las ciudades más encantadoras del territorio.

Como aquellos viajeros del pasado, hoy día siguen llegando a Granada personas con gran arraigo a su cultura, su calidad de vida y en busca de la 'malafollá' granadina de la que muchos hablan, pero pocos conocen.

Sara Roldán es una chica canaria que vino a la ciudad hace cuatro años. Estudia en marketing en la Universidad de Granada y desde hace un año comparte piso junto con otros dos compañeros en uno de los sitios con las vistas más privilegiadas de la capital. Desde su terraza ve cada mañana una de las estampas más icónicas de Granada. Un fundido del Albaicín, la Alhambra, la Catedral y Sierra Nevada se vislumbra desde lo alto de uno de los áticos ubicados en la calle Halcón frente a la estación de trenes de la ciudad.

"Tener estas vistas me transmite mucha tranquilidad, el saber que si en algún momento me siento agobiada y saber que desde mi terraza puedo ver todo esto me genera mucha seguridad", destaca Sara. Como ella, son muchas las personas que deciden escoger esta ciudad como parte de su experiencia universitaria. Muchos de los que llegan, se enamoran de la esencia granadina y al final, se quedan.

"Estoy totalmente decidida por quedarme aquí en Granada, me encanta la vida que hay en esta ciudad, de hecho aquí conocí a mi pareja que es granadino", cuenta Sara mientras nos rememora uno de los momentos más especiales vividos en su terraza. Sergio, su pareja, le regaló un anillo de compromiso aprovechando las vistas tan románticas que Sara tenía desde su vivienda, y desde entonces se ha convertido en uno de sus recuerdos favoritos.

Los relatos posicionan a Granada como un referente del arte, la arquitectura y la diversidad cultural. Se ha erigido como una fuente de inspiración: "En mi tiempo libre me encanta salir con mi café, mi libro y sentarme mientras disfruto del atardecer, con sus colores anaranjados, me inspira", añade Sara, "ver la Sierra de fondo me inspira en mis relatos porque me encanta escribir".

Venir a Granada por amor y enamorarse

Si hay algo de lo que Granada puede presumir es de historia. Sus memorias contemplan todo tipo de relatos, el amor y el desenfreno es uno de los tópicos literarios más producidos. Algo parecido es lo que le pasó a Juana García, una de las vecinas del edificio situado en Gonzalo Gallas, cuando dejó su vida en México para venirse a vivir a Granada con el amor de su vida.

Juana cruzó el charco por amor y se enamoró perdidamente de Granada. "Llevó viviendo aquí desde 2011, mi marido es granadino y decidimos venirnos aquí a vivir para construir nuestra familia", señala. Esta familia vive en uno de los edificios de Camino de Ronda, desde sus pisos más altos contemplan la estampa irrepetible de Granada.

Confiesan que al principio no eran conscientes de la gran suerte de vivir en un sitio con unas vistas tan reseñables de la ciudad, y es que fue a raíz de la pandemia, cuando "comenzamos a apreciar todo lo que teníamos, abrir la ventana y ver todo, todos nuestros dormitorios dan al exterior, y es una verdadera suerte poder escapar de la realidad de esta forma", señala Juana.

El Covid-19 se vivió con gran intensidad, el atrincheramiento en los hogares disparó la demanda de pisos con terrazas. "Durante la pandemia, los vecinos subíamos a la azotea a pasear, era una forma de salir del encierro", reconoce Juana, "para nosotros fue una salvación tener este piso, nos sentimos privilegiados de tenerlo todo a la vista, despertar y ver la Alhambra o por la noche la Catedral iluminada no tiene precio".

"Nuestra casa tiene un valor sentimental y familiar, ya no solo por las vistas, si no por todo lo que hemos construido aquí", destaca la familia. Ya lo dijo una de las viajeras románticas, Emmeline Suart Wortley en 1852, "Granada, a la que se ama antes de verla y cuando se la ve, se la ama aun más".