Yayo Carbonell: “No cierro la puerta, pero el sueño del Dakar ya está cumplido”
El piloto sexitano analiza su primera experiencia en el Rally Dakar y asegura que se lo imaginaba “menos duro de lo que ha sido”
Tras participar en algunos rallys africanos como el Panafrica 2009 o el Mil Dunas de 2018, Eladio “Yayo” Carbonell aún tenía un objetivo, más bien un sueño por cumplir, ser uno de los pilotos del Rally Dakar. El piloto almuñequero consiguió reunir el dinero necesario para emprender la aventura de recorrer las dunas de Arabia como uno de los treinta corredores que participan en la categoría Original by Motul.
El reto no era nada sencillo, ya no solo por la dificultad que entraña el Dakar, si no por las circunstancias que este año lo han rodeado. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus hizo que, hasta el último momento, se dudase sobre la posibilidad de realizar la competición. El propio Yayo Carbonell reconoce que en "la ultima semana hubo muchas dudas, hubo momentos en los que pensábamos que no iríamos, pero la organización lo tenía todo muy controlado".
En los días previos al pistoletazo de salida, todos los pilotos tuvieron que permanecer aislados en el hotel para minimizar el riesgo de contagio y esperar a la realización de las PCR. Fueron cuatro días de nervios, de muchas dudas, pero el piloto sexitano los recuerda como una experiencia más agradable de la que esperaba. "Pensaba que iban a ser cuatro días encerrados en la habitación, pero no, fueron cuatro días “encerrados” en el hotel. Podíamos salir, juntarnos con los compañeros y hacer un poco de convivencia. La tensión fue cuando nos hicieron la PCR, tardaron unas 24 horas en darnos los resultados y ahí sí que se pasan más nervios".
Con el resultado negativo en la mano, Carbonell ya podía dar comienzo a la aventura de su vida. Por delante, dos semanas de máxima exigencia. El piloto almuñequero tuvo la dificultad añadida de participar en la prueba sin el apoyo de un equipo de asistencia, por lo que él mismo debía encargarse del mantenimiento y reparaciones de su moto. El Rally se caracteriza no solo por su dificultad, si no por la gran cantidad de contratiempos que sufren los pilotos durante las etapas. El propio Yayo Carbonell explica que justo 10 minutos antes del inicio de la competición, las luces de su moto no encendían y ahí fue "cuando empezaron los verdaderos nervios".
Carbonell reconoce que en su mente, el Dakar era "menos duro de lo que ha sido" y habla sobre algunas etapas de verdadera dificultad para él. "Este año ha habido mucha piedra, a mí me venía mejor la arena ya que ahí controlo mejor la moto. La etapa más dura en previsión era la número 11, pero yo lo pase peor en la 10. El día nueve hizo mucho frío, me levante resfriado y sin ganas de coger la moto. Al final cerré bien la etapa e incluso la 11, que a priori era la más complicada, salió bien. La que más se me complicó fue la última, que era la más corta. Tuve una caída a 60 kilómetros de la meta, se partió la parte trasera de la moto y ahí vi que perdía todas las opciones de terminar. Con un poco de imaginación, amarrando la moto con cuerdas, conseguí arreglarla y pude terminar".
El objetivo de participar en el Rally Dakar ya está tachado de la lista de sueños de Yayo Carbonell. El piloto no se plantea de momento volver a participar, pero reconoce que esa puerta nunca la cerrará. "Nunca diré que no volveré porque es una carrera que me apasiona, pero ya la misma motivación que tenía hasta ahora no la tengo". La presencia del corredor en la competición ha significado todo un orgullo para su pueblo, Almuñecar. Carbonell asegura que no se esperaba tanta repercusión en su tierra. "Pensaba que los amigos de las motos sí lo iban a vivir como lo he vivido yo, pero no a nivel de todo el pueblo. Durante el Rally no tuve tiempo de mirar nada, fue en el vuelo de vuelta cuando vi todo el seguimiento que tuve por parte del pueblo. Ahí fui consciente de que mi pasión por las motos se había convertido en la pasión de todo el mundo durante dos semanas".