Zimerman, o segundas partes que sí fueron buenas
El director polaco coge la batuta en la segunda de las tres comparecencias que hará en el Festival de Granada
Cuando el Festival Internacional de Música y Danza abroche su 69 edición, el director de orquesta polaco Krystian Zimerman habrá dirigido, batuta en mano, a la Orquesta Ciudad de Granada hasta en tres ocasiones.
Lo hizo el pasado jueves, lo volverá a repetir el próximo domingo en el concierto que cerrará esta edición y lo emuló este martes en el Palacio de Carlos V, ante un público con la mirada atenta que pudo comprobar como aquello de "segundas partes nunca fueron buenas" es cosa del pasado.
Porque Zimerman se ha convertido en el maestro de ceremonias del 69 Festival. Sin aporte gráfico que valga, no lo autorizó el pianista, pero con un repertorio sonoro capaz de hacer sonar acordes de la más diversa y variopinta procedencia.
En su segunda comparecencia como solista y al frente de la OCG, Krystian Zimerman se enfrentó al Concierto para piano número 3, una obra clave en el devenir del trabajo de Beethoven. Construido lentamente entre 1800 y 1802, el compositor sigue bebiendo de Mozart, pero no en las obras más luminosas del genio, sino en los dramáticos conciertos escritos en modo menor.
Hay como una pasión soterrada en el arranque trágico de la obra que acabó derivando en su estilo heroico. En contraste, se ofreció ante el respetable la 4ª, una sinfonía serena y distendida, alegre y jubilosa, de una poética intimista y leve, casi un bálsamo entre esas dos catedrales sonoras que son la 3ª y la 5ª, lo que hizo que muchas veces la 4ª fuera injustamente minusvalorada.
El piano del polaco no fue el único que sonó en la programación de este martes. También lo hizo el de Juan Carlos Garvayo en el Corral del Carbón. "Omnívoro" en sus gustos musicales, por definición propia, Garvayo mimetizó la habilidad Liszt para llevar al piano la orquesta de Beethoven. Su concierto con la Segunda y la Quinta de Beethoven fue una apasionante aventura "sin ideas preconcebidas", como él mismo se encargó de recordar. Otro paso más, y bien grande, en este viaje por el Beethoven sinfónico más pianístico. El Festival encara ya su recta final.